Zamara...te amaré...hasta en gíglico!!!....(perdón Virasoro, te cagué la novia)
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[XP] Zamara...te amaré...hasta en gíglico!!!....(perdón Virasoro, te cagué la novia)
23-Dec-2013, 19:15
Diciembre, tiempo de despedidas.
Para mí, este año ha sido de encuentros, por eso quise celebrar este viernes con un encuentro. Me habían invitado a una reunión de ex compañeros de un trabajo de hace muchísimos años y le estaba dando vueltas para no ir. Era la excusa perfecta para poder piratear en paz, sin tener que inventar un extra, aunque sí seguía con la consabida trampa, práctica de la que muchos gateros ya hemos hecho escuela.
Viernes.
Había armado una catlist, en base a infinitos datos del foro, al que últimamente utilizo más como consulta que como comunidad.
Me propuse llamar a las que anunciaban que se quedaban luego de la rutinaria franja horaria de las 19/20 hs y las que se animaban a la trasnoche.
Hice tres o cuatro llamados en orden alfabético. Pero el último debió ser por el que tenía que haber empezado. El de la letra Z.
Viernes, dije, ¿no?
Había leído sobre ella. Y sobre todo, el post de mi amigo/hermano Carlos Virasoro
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al que ingratamente, ni siquiera comenté. Sus relatos rayanos con lo soporífero ya se hacen cada vez más farragosos y se sienten como este bochorno de 36°/40° de diciembre porteño (sabés que te quiero tri tri)...
Viernes, repito
Llamo y me pasa toda la data como la primera vez. Miento a medias cuando me pregunta ¿nos conocemos?, porque es tanto lo que he leído de ella que no quiero perder la magia de ese momento de escuchar la voz enumerando las bondades de su servicio.
Convencido de que estaba hasta tarde, le tiro un ¿22 hs?...y me dice que tenía que quería irse a las 21. Entonces, apelo al mejor estilo The Phantom, comienzo a pucherear por teléfono y le ruego que me espere hasta una hora virasórica: 21.45. Y me dice que ella me agenda 21.30, pero que me va a aguantar.
Dije viernes
Transitar Corrientes desde Chacarita a Talcahuano no es una empresa para estos tiempos que corren. Se viven momentos de hondo dramatismo, de gentes que cortan calles exigiendo suministro eléctrico, de policías que dejan el paso de un auto donde debieran circular cinco, donde lo único que apacigua la ansiedad es el monocorde bombeo del corazón que preanuncia el encuentro e inflama la verga
Viernes, creo
21.10 en Scalabrini Ortiz y Corrientes. La vida me pasa últimamente como una Rayuela. Quiero seguir en línea recta, pero la canica cae tres casilleros más adelante, y hay que saltar...
Y a veces hay que retroceder, o ir hacia los costados. Como esa noche de viernes en la que hay que escapar para tratar de llegar, aunque sea al límite de los 5 minutos de tolerancia que creo tendrá ella para mí.
Llegó el viernes
Me siento en un boulevard parisino oscuro y lúgubre pero es Bartolomé Mitre al mil y pico. Tiro el auto donde me lo permiten los cordones amarillos y llego por fin, al timbre del piso 2. Una voz poco amigable pregunta ¿por quién venís vos? Y ahí los sueños se empiezan a desmoronar. El seguridad que viene munido de esas barras para detectar metales y más que París parece Estambul.
Viernes, otra vez
Se empiezan a abrir las puertas. El portero de instantes previos franquea el camino y hasta indica qué ascensor hay que tomar. Y se abre la puerta. Llegamos al Cielo
Viernes es Zamara
De ahora en adelante, mi semana es: lunes, martes, miércoles, jueves, zamara, sábado y domingo. Si los franceses se inventaron tres meses de verano: el Messidor, Fructidor y Thermidor, ¿por qué yo no puedo inventarme mi propio día de la semana?
¿Viniste? ¡Viniste!...sí claro...no te iba a fallar
Zamara, de ahora en adelante La Maga
Me besó y se tuvo que inclinar, ¿no sé por qué? me llevó de la mano hacia el cuarto y la luz violeta no impidió que me sintiera en un cuartucho de pensión cavilando sobre el exilio. Tampoco molestó cuando arreglamos “el asunto monetario”, como lo llamó La Maga, así sería la única distracción antes del encuentro.
Viernes de La Maga
Se aleja y me indica que me ponga cómodo. Me falta desanudar una zapatilla cuando irrumpe nuevamente, sólo con una tanguita y me estampa un beso de lengua que dura 16 días y xxx noches sabinescas.
Me apoya esas maravillosas tetas. Las mejores que conocí en mi vida, te plagio, querido amigo V.
Me toma la mano y me lleva a la cama
Y ya que plagio, cito el capítulo 68 de Rayuela, escrito en gíglico, ese lenguaje que escupió la pluma del mejor Cortázar, que resume lo que mi cuerpo vivió al lado del de Zamara:
Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes.
Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.
La Maga, una tormenta perfecta
Pezones perfectos en tetas que caen con la mejor cadencia natural. Con la presión exacta en las manos. Que reaccionan a la saliva y a la succión. Que erizan la piel de la que los porta.
Boca perfecta que besa primero. Que lame y que chupa con la presión justa. Que puede sostener un oral durante horas y que permite que el homenajeado elija el momento en el que la separa para no acabar y romper la magia.
Vulva perfecta, sin aromas. Que se inflama en un clítoris que responde a la lengua y a los soplidos, a la dirección en ochos o que comienza en el pubis y termina en el ano.
Me quedé al menos 20 minutos en el almejeo. La inundé y me humedeció. Le rocé las piernas y me raspé con su piel erizada. Me tomó del pelo y profirió una letanía de improperios por el placer que, creo, le estaba prodigando.
Hasta que interrumpió con la sensibilidad de la que hizo abuso durante todo el encuentro.
La penetré y logró que no me moviera del misionero, casi de costado. Donde la única licencia que me permitía era besarle el cuello y hacerla encrespar, desde los tobillos hasta la espalda.
Lo único que me pidió antes de acabar es que la cogiera fuerte. Y yo que a esa altura ya había pasado mi período ventana, pude aguantar un poco más. Y tuve la sensación, seguramente ilusoria, que acabamos juntos.
Se fue a buscar una gaseosa de vidrio pequeña y volvió a los dos minutos. Suficiente para posar la copa sobre la mesa de luz y me atacó nuevamente.
Los besos anunciaron una erección, la erección tímida al principio anunció otro oral antológico, el oral permitió la rigidez exacta para calzar otro preservativo y esta vez ella pidió perrito.
Mis piernas aguantaron lo que aguanta un viernes que declina. Le dí como pude y hasta que pude, gozando desconcentrado de esa visual frente al maravilloso espejo de la habitación, concentrado en los giros de cabeza que hacía para provocarme a embates más fuertes.
Me salvó su propuesta de acabar en su boca. Con su ritmo no iba a llegar más, iba a necesitar por lo menos dos horas más de chupada de pija. Así que ayudé manualmente, hasta que se lo anuncié y se lo devoró nuevamente, llevándose el último semen que le pude aportar.
Nos pasamos holgadamente de la hora. Y ahí conocí a Zamara. La miré largamente a los ojos. La abracé infinitamente. La escuché y aporté la opinión que me pidió sobre determinados proyectos.
Me enamoré. Sí, me enamoré nuevamente.
Perdón CV, amigo
Perdón a todo el foro por lo extenso
Gracias a mí, por haberme regalado a Zamara
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