Vibrando al unísono con Abigail - Tribunales bairesgirls

Está experiencia es la primera de dos que tuve con esta morocha. Y no la última seguramente.

Fuí al depto de av. Córdoba y puntual bajó a abrirme. De entrada no me dijo nada su cuerpo que se intuía exhuberante debajo de su vestido largo de algodón negro.

Entramos en la habitación, de la cual obviaré descripción, ya que quedó en el pasado.

Como decía, simpática y de cara linda, un hermoso hoyuelo en el mentón, con algo de turca, armenia o tana. Mujeron aún siendo tan jóven. Pero sin deslumbrarme todavía. Entré al baño a higienizarme y cuando salgo estaba en lencería acostada en la cama.

Y acá debo decir algo que puede sonar un poco machirule, pero esta mina nació para estar en posición horizontal en una catrera. Cuando me acerque a ella sentí un impulso enfermo de arrojarme encima y besarla.
Era como tener pase libre en Disney. Una Ferrari con el tanque lleno, tenedor libre de helado.
El perfume, la suavidad de la piel, la firmeza de los volúmenes me resultaron totalmente embriagadores. Así que la besé un poquito y ahí nomás le pedí un forro.
- Necesito ponértela ya!
- Jajaja. Dale!

Así que largué en cuatro un buen rato, yo parado al lado de la cama. Y me sentía como chico en juguetería. No sabía dónde meter más mano. El culo es la cosa más hermosa que ví en esa categoría de culo. Y he visto culos impresionantes.
Después no hay mucho más que decir. Soy bastante aburrido cojiendo.
Acabe y hablamos al pedo.

Al rato largó con un pete sin que le diga nada y no me pude resistir a comerle ese culo infernal. Es algo que he hecho a contadas minas, y me sentí pleno.
Y otra vez en cuatro. Al toque sudando como testigo falso, empujando, abriendo, cerrando ese tsunami de carne que reventaba sobre mí pelvis a cada pijazo. El pelazo bailando sobre una espalda espectacular.
- Qué espalda tenés Abigail! HDP!

Al promediar el segundo se salió y me ofreció sacarlo a pete. Hace mucho que no estilo semejante cosa, pero accedí. Entendí que era algo que ella quería.

Hablamos un par de cosas más, y ví una punta de su amorosa personalidad, que más tarde ampliaría.

Me despedí muy atte.
Suyo. Su seguro servidor.

Adiós y calle y feliz como una perdiz.

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