¿El mensaje rompe las reglas?
Reporta a Lord Carrington
[XP] Delfina Hot: ¿Qué daría por un beso? bairesgirls
04-Nov-2021, 23:49
“Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... yo no sé
qué te diera por un beso.”
Esta corta, pero no por ello menos emotiva, rima de Béquer resume mi encuentro con Delfina. Hubo de todo pero uno siempre anhela lo que falta. Típico de la psicología humana. No soy la excepción. Ni pretendo serlo. Lo mío, a diferencia de Béquer, es guiado por el orgullo más que por el romanticismo. Menos noble aunque igual de tenaz.
Hacía rato que tenía ganas de conocerla. Le mandé WhatsApp temprano y combinamos para ese mismo día, a las pocas horas. Rápida y expeditiva para reservar. Como la mayoría de las chicas me pasó sólo la dirección, sin el piso, y me pidió que le mande mensaje cuando esté abajo.
Departamento sobre la avenida Córdoba. Ella abre desde arriba. Edificio con doble puerta de entrada. El encargado interviene en la segunda apertura si no llegaste a tiempo a escuchar el sonido del portero eléctrico. De esa manera intenta imponer torpemente algo de autoridad aunque su presencia es superflua. Mientras me dirigía hacia el ascensor me entretuve mirando las instalaciones. Los años han dejado huellas en pasillos y departamentos, que evidentemente han conocido mejores épocas. El departamento de Delfina es grande. Un pasillo angosto y con poca iluminación contrasta con la vasta y luminosa habitación, plena de luz natural. El baño en suite hace innecesario desplazarse fuera de este ámbito, dejando al resto del apartamento como un apéndice del cual se podría prescindir. Me llamó la atención las dos camas. La más grande cerca del baño, la otra pequeña al lado la ventana. La
práctica del sexo anal está reservada para esta última ¿Alguna razón especial? Según Delfi la altura es más baja y resulta más cómoda. En fin…
El baño también es amplio y no desentona con el lugar. Todo parece hecho a gran escala, a la antigua, lejos de la pequeñez de los espacios modernos. Una buena bañadera. Lugar limpio, con elementos de aseo suficientes pero, al igual que en el resto del departamento, se respira ese aire de tensión propio de las casas viejas, con historia. Esas historias que quedan impregnadas en las paredes, en los pisos, en los muebles y que trascienden los espacios físicos. Me costó relajarme en ese extenso lugar y desconozco el motivo. La televisión con el infaltable canal de música chota me trajo de nuevo a la realidad del año xxxx.
Delfina. Distinta a la publicación. Ni mejor, ni peor. Sencillamente me costó asociarla a las fotos. Joven, bajita, rubia por opción, rostro agradable aunque poco propenso a la sonrisa fácil. A pesar de eso es simpática. Físico armónico, de pendeja, atrayente pero no despampanante. Me pareció muy profesional, en el buen sentido. No es ninguna improvisada. Sabe a qué juega. Antes de empezar establece los límites, pregunta si hay cosas que no te gustan y examina cuidadosa y exhaustivamente la higiene del cliente. Puede resultar chocante pero me parece bien que se cuide y cuide a los demás.
Una vez "aprobado" el examen tuve luz verde para empezar. Acá me di cuenta de su punto más flojo. Los besos. Con suerte le pude sacar algunos picos en todo el encuentro. Creo que en mi niñez tuve besos más apasionados jugando a la "botellita". Arrancó con el bucal. Suave, baboso, mirando a los ojos. Me gustó la manera profunda con la que chupa. Sin escatimar saliva. En lo personal me encanta así. Empezó a hacer garganta profunda. Sentía el ruido de las arcadas. Se escupió dos dedos y así, abundantemente ensalivados, los acercó a mi culo. Mi mirada de asombro debe haber sido muy graciosa aunque en ese momento estaba un poco asustado para advertirlo. Me puse en alerta para sacarle la amarilla ante cualquier indicio. Pasó uno de los dedos por alrededor de mi ano mientras seguía con ese oral hipnótico. Confieso que tuve un momento de debilidad. Hubo un par de amagues en los cuáles seguramente se dio cuenta de mi nerviosismo y desistió. Logré mantener el cero en el arco. La pija ya estaba a punto. Pusimos protección y me empezó a cabalgar de espaldas. Pude desplegar mis manos en sus nalgas mientras ella saltaba encima de mí. Tomé revancha y con un dedo empecé a jugar con su ano. Por suerte su reacción fue diametralmente opuesta a la mía. Me pidió que le haga la cola. Evidentemente “la cola” se hace en la cama chica. Nos mudamos para allá. Se untó gel en el ano, también en mi pija y la fue acomodando despacito hasta que entró. De a poco fui tomando ritmo hasta bombear con cierto ímpetu. Desplegó un vocabulario un poco más guarro y al poco tiempo empezó a pedir la leche. Ya me quería despachar. Ante la demora me propuso acabar en la boca. Dejamos la cama de “la cola” y nuevamente nos mudamos a la otra, que por lo visto, está habilitada para el resto de las actividades. Me acosté, ella volvió al buen bucal del principio y el producto de mi excitación terminó en sus fauces. No traga. Higiene de ambos y charlita de entre tiempo.
Me pareció agradable. Conectamos más en la conversación que en la cama. Inclusive charlamos temas personales. Me causó buena impresión. Semirecuperado volvimos al ruedo. Es difícil, al menos en mi caso, encarar un segundo polvo en el espacio de una hora cuando no hay besos. Iba a dar por terminado el asunto pero algo de franeleo artificial logró despertar algún tímido estímulo que generó cierta esperanza. De vuelta al bucal. Vuelvo a reconocerle mérito en esto. Una vez que la firmeza fue respetable me preguntó qué posición prefería. Le iba a pedir misionero pero no besa, así que fuimos en cuatro. Si me decía de hacerle la cola de vuelta le iba a decir que no. Ya estaba cansado de ir caminando con la pija parada de una cama a la otra. Se acercaba el final de la hora. Saqué el preservativo, ella se sentó en la cama, yo parado al lado. Me masturbé y eyaculé con cierta desprolijidad y sin destino fijo. Algo en la boca, algo en el pecho, algo en el piso. Lo poco que quedaba terminó disperso. Higiene final. Charlita de epílogo mientras me cambiaba y beso final de despedida….en LA MEJILLA. Como diría el tango Desencuentro “Ni el tiro del final te va a salir”.
Para concluir podría decir que es una mina atractiva, sin ser descollante. Simpática, agradable. Sin embargo pareció haber una cierta distancia que no pude franquear. Tal vez pude lograrlo más en la charla. En el sexo me dio la impresión que tuviera una rutina que ejecuta más allá del gusto del cliente. Un menú fijo que vende, que lejos está de ser malo, pero deja poco librado a la improvisación. Tal vez unos buenos besos me hubieran enceguecido un poco y habrían sido el condimento ideal que, como otras veces me ha pasado, hacen que una comida más mediocre te termine pareciendo algo digno de ganar la estrella Michelin.
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