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Gracias giardino, una delicia es!
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Escorts - BairesGirls
Barbara BG - Esta guaraní tiene algo especial
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Siendo mi debut oficial y absoluto en esto de redactar eXPeriencias, me presento y les comparto un encuentro de ritmo elevado y constante, sostenido principalmente por este manjar guaraní...
No soy un novato en el mundo gateril, aunque cierta ausencia prolongada en el último tiempo (por cuestiones de la vida personal, sabrán entender) me hizo volver a la búsqueda haciéndome sentir, en efecto, un tanto principiante. Confiando en la suerte que acompaña esa sensación, con poca referencia y probando mi sentido de intuición al máximo, llamo a la señorita Barbara, pensando que en ella encontraría la calidez que necesitaba post receso aventurero. No me equivoqué: por teléfono escuché su dulce voz que, sumado a la leve tonada y su sencilla forma de hablar fueron un combo decisivo. Me cuenta el servicio y el gift, le pregunto alguna cuestión específica y nada más. Corto y me doy cuenta que no me dijo en qué zona estaba (se ve que la descoloqué del speech) entonces vuelvo a llamarla y ahí me termina de convencer su buena onda. Arreglamos para las 17 horas.
"Estoy abajo" fue el whatsapp. Subo el ascensor mirando la foto de perfil que pronunciaba un cuerpo juguetón. Cierro la puerta del ascenso, camino unos metros y apenas sonó el timbre abrió ella. A golpe de vista en esa milésima de segundo que ocurren los eclipses, registré una mirada fogosa y un vestido que no disimulaba para nada sus curvas. Ella mantuvo firme la mirada posada en mis ojos, al igual que los míos en los suyos. Detalle importante para tipos como yo, que solemos hacer el esfuerzo por retener esas raíces del encuentro. Ella esbozaba una sonrisa apenas perceptible. Hasta que nos besamos. Primero un pico, luego otro, y otro beso más abierto a los que ella fue accediendo. Empezábamos bien. Vamos pasando, elogio su vestuario y la agarro de la mano para una vueltita. Nos volvimos a besar, y esta vez nos apoyamos las pelvis. La tomé de la cintura y la miré fijo, sonriente y desafiante. Ella seguía igual, como una anfitriona preocupada en su visita. Hablamos del "tiempo loco" y me da una toalla limpia. Paso al baño de compromiso, estaba recién bañado.
Salgo del baño y la agarro por sorpresa, al borde de la cama. Quizás pensó que iba a ducharme y tardaría más. Nos besamos, esta vez apasionadamente. Nos paramos, y mis manos empezaron a inquietarse. Primero recorriendo su cintura y sus cachetes calentitos. Todo muy suave, como ella parecía pedirme. Los besos seguían siendo intensos, con más lengua ahora. Le saco el vestido de espaldas y la apoyo. Mi amigo ya se hacía notar. Me saco la remera y apoyo mi pecho sobre su espalda mientras le besaba el cuello. Todo sin hablarnos, sin decirnos una sola palabra. Apenas algún suspiro, alguna respiración fuerte. Ella muy gauchita, obediente y haciendo sentir sus gustos en modo mudo. Le saco el corpiño y con una mano acariciaba esas tetas liberadas, mientras la otra se metía en esa tanguita blanca sobre el monte de venus. Depiladita, suavecita y calentita. Recién ahí le pregunté si le gustaba: "si mi amor" soltó sin pensarlo. Al segundo baje mi mano y pude comprobar lo húmeda que estaba esa conchita. Caliente tambien, si. Pero muy húmeda para los 5 minutos que llevabamos jugando. "Ahhhhh mi amor" volvió a bautizarme en nombre del Love, mientras yo le hablaba al oído para que siga aflojándose. Todo muy despacio y de espaldas, mientras mi bóxer empezaba a desaparecer y yo a apoyar mi verga cada vez más profundamente. La doy vuelta, y me senté al borde de la cama. Mi pija aún no estaba en su estado más full. Ella lo notó y la tomó con sus dos manos y empezó a chuparla por la cabeza primero. La succionaba muy bien, y yo sentía su saliva en mi parte mas sensible. Húmedo y muy tiempista fue el pete, cuando requería profundidad, lengua, visita a los huevos. Todo y a su punto justo. Mi pija ahora si estaba que explotaba, y mi calentura también. Le pedí que se toque mientras me peteaba. La subí a la cama, apoyada en mis piernas abiertas nos transábamos y yo estimulaba su conchita. Mis dedos húmedos jugaban con su clítoris en círculos, ella gemía tremendamente y yo aprovechaba para que mi pija respire. Le chupé las tetas, que no son voluptuosas. Intenté estimular esos pezones oscuros, y descubrí que los pechos no son su punto más débil. Ya no había lugar para el silencio, era todo fuego y palabras subidas de tono. La recosté en ese rincón de la cama y saqué a relucir mi arte lingüístico. Por Dios! Que fantástica música para mis oídos! Ella explotaba y estaba más desinhibida que nunca. Me agarró del pelo con una mano y yo cada tanto, intentaba mirar el placer de su mirada. Ella me esquivaba apenas la miraba y posaba sus ojos en el techo. Fueron apenas 2 minutos en los que la precisión de mi lengua me hizo sentir capitán del encuentro. Hermosa vulva, con higiene al día.
Pero claro, ella se habrá sentido comandante mayor cuando me puso pilotín y me entró a cabalgar desenfrenadamente desde el primer minuto, para mi sorpresa. Primero de frente, dando pinceladas profundas, buscando el fondo y quedándose ahí un instante más. Como queriendo sentirme bien adentro. De espaldas la cosa fue aún mejor: puse modo REC al cable que une mis ojos y mi memoria para registrar semejante momento. Ella gemía desde sus entrañas, a puro placer. Le pedía que se de vuelta y me mire mientras mi verga se hundía en semejante hembra, y ella tan obediente como siempre me hacía caso caso. Muy buen manejo de situación por parte de ella. Tan así que tuve miedo a acabar y no tuve mejor idea que preguntarle a ella cómo quería seguir, dudó un segundo en tomarse semejante atrevimiento y me dijo "vos arriba amor". Le di un misionero que fue de menor a más fuerte pensando que mucho más yo no iba a aguantar. Ella estaba tirada como sometida, entregada. Y yo me sentía como un rey. La besaba, la tocaba y no medía esfuerzos. Así, fuerte, fuerte y más fuerte se fue mi descarga en ese látex.
Nos quedamos acostados un rato, unos 10 minutos en los que charlamos un poco de todo. Le confesé mis tremendas ganas de visitarla desde hacía unos días y ella me devolvió algún que otro elogio. Me contó hace cuánto vino para Buenos Aires, las cosas buenas y malas de su profesión y unas cuantas intimidades de su vida privada, que generaron una confianza que luego se trasladó al sexo. Habíamos garchado de manera fascinante y el hielo estaba roto desde hacía un buen rato, pero quizás faltaba cruzar esa barrera que a mi, y a escorts tímidas como Barbie nos hace falta traspasar.
"No me mires así porque te voy a comer la boca de nuevo" fue el puntapié que me dio Barbara, en pleno entretiempo. Me sorprendió y me paralicé un instante. Me reí y note complicidad. La sentí deseosa y auténtica, y me entregué por completo.
Empezamos con besos otra vez con mucha lengua, y terminamos garchando como si fuéramos amantes de toda una vida. Nos demostramos placer mutuo y nos hicimos cargo de la química que había fluido. Volvió a hacerme un pete monumental, para levantar a mi amigo, pero esta vez yo disfrutaba sin miedo a explotar. Y fue así que se prolongó unos cuantos minutos. Otra vez sus labios me la pusieron muy dura. Ahora yo estaba acostado, apoyando mi espalda en el respaldo, y ella a mi merced. Yo calculaba que habrían pasado quizás 30 o 40 minutos aproximadamente de comenzado el encuentro, y ella estaba asombrosamente fresca. Una gauchita paraguaya con todas las letras. Estabamos 1 a 1 en orgasmos, según ella me confesó, y yo no quería irme sin ampliar el marcador. Mi tribuna interna me daba aliento y en la cancha, Barbara que no dejaba de cumplir. La sensación era que, si el partido duraba un par de horas, esto venía para goleada. O para ser más preciso, empate abultado. Volviendo a esas sábanas, ella jugaba con mi verga y me miraba a los ojos, cosa que un rato antes no había hecho casi, quizás por la incomodidad. Ahora estábamos casi a la misma altura sus ojos de mis ojos, como una metáfora perfecta de ese instante de conexión. Podría haberme quedado así para siempre, esos ojazos verdosos eran una invitación para mi egoísmo de sentir que esa morocha con tremenda mirada estaba disfrutando con la boca llena de mi poronga.
Fuimos a los bifes antes de sentir que ese momento inmaculado podría romperse. Tanteé su conchita, había que trabajarla un poco. Le metí lengua ancha a esos labios y puntita veloz al clítoris. Estaba muy jugosa, y antes que el reloj me sorprenda metí forro y a otra cosa. La puse en cuatro al borde de la cama, la dejé quieta y empece a jugar en el borde de su conchita. Miraba el culo y estaba tentador pero ni atiné a preguntar, estaba todo demasiado bien como para correr riesgo de un posible enojo. No quería generar tensión. Empecé a bombearla mientras iba cambiando la inclinación preguntando donde le gustaba más. Agarramos ritmo y plaf plaf plaf, que hermoso sonido. Ella gemia "mmmm mmmm mmmm" apretando los labios. Te regala una hermosa visual desde ese ángulo la niña, y se nota que le gusta. Seguimos unos minutos así, y la lleve contra el placard para darle de parado. Me paró el culito como una experta y la ensarté con decisión. El final se ponía con escenas de alto vuelo. Ella estaba un poco cansada me dio la impresión y yo se la dejaba clavada mientras la acariciaba toda. La sentía bien apretadita y la sacudí bien fuerte apenas un minuto a lo que ella respondía "ay ay ay ay". Tremendo momento. Y ahí fue cuando sentí que cada centavo había sido devuelto con creces. Que en otro ámbito lo mejor forma de cerrar hubiera sido un gran aplauso y a otra cosa mariposa. Pero en este ámbito, quizás había una forma mejor de hacerle un reconocimiento. Calculaba que ya quedaba poco tiempo y le pregunte cómo quería seguir. Otra vez misionero pidió, esta vez sin dudar. No le pedí más nada, simplemente intenté acabar y darle algo más de placer. Ella seguía como una guerrera, a pesar del cansancio, más por complacer que por deseo, intuyo. Había sido una sesión intensa. Estimulaba un poco su clítoris mientras la garchaba y ella gustosa. Le pregunté y me dijo que le faltaba poco para acabar y me entoné. Di todo lo que me quedaba en la barra de potencia. Mientras seguía con los deditos frotándola. Hasta que, un mínimo apretón de piernas me hizo pensar que había acabado. Ella no me dijo nada y yo seguí dándole como si nada hubiera pasado. Ella bajó un poco la intensidad de sus gemidos. Parecía que efectivamente estábamos 2 a 1. Pero era un misterio. La transpiración por primera vez se hizo sentir en serio y decidí ponérsela en la boca al estilo "La niñera" (si mi memoria de kamasutra no falla). Chupó, chupó chupó y... Nada. Intentamos un poco más ahora yo parado y ella acostada, pero su deliciosa forma de succionar no pudo hacerlo posible. Lo dejamos ahí después de que me pregunto un par de veces si ya estaba. Miramos la hora en mi celular y nos habíamos pasado 10 minutos. Ella reaccionó un poco apurada, como si esperara a alguien. Yo me sentí culpable y le pedí mil disculpas y no se me ocurrió más que dejarle una buena propina por partida doble: por el excelente servicio y por pasarme de tiempo. Ella sonriente, me tranquilizó. La acción había terminado, y ahora una sensación de felicidad me había invadido. Porque había encontrado lo que había ido a buscar y porque volví a sentir ese sabor inexplicable que genera un encuentro con tanta conexión. Sólo me guardé una última pregunta: si había acabado. Y me dijo que si pero que no me dijo nada porque yo estaba "muy entusiasmado". "Adiviné", pensé. Emprendí la retirada con un sabor dulce por esa respuesta final. Y con la promesa de volver, obvio. Pronto volveré. Cuando semejante experiencia haya sido digerida por todos mis sentidos, volveremos a vernos Barbarita.
Y así salí caminando feliz, por las calles del centro, con una sonrisa relajada que más de uno me habrá envidiado, sin saber el por qué. Y pensar que si lo supieran me envidiarían mucho más.
(quedan pendientes las fotos que me prometiste, antifaz por medio)
La leyenda continúa...
TABLITA DE LA EXPERIENCIA
Regalito: xxxx
Barrio: Centro - marcelo t y pellegrini
Es Completa: NO
Bucal: SIN
Es Independiente: SI
Besos: A full
Calificacion Gral: 8
[Solo miembros ven links]
Cara: 8
Lolas: 7
Cola: 8
Cuerpo: 8
Onda: 10
Lugar: 8
Porcentaje photoshop: 10 %
Relojea?: No
Servicio: 10
Reinicidencia: Si
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No soy un novato en el mundo gateril, aunque cierta ausencia prolongada en el último tiempo (por cuestiones de la vida personal, sabrán entender) me hizo volver a la búsqueda haciéndome sentir, en efecto, un tanto principiante. Confiando en la suerte que acompaña esa sensación, con poca referencia y probando mi sentido de intuición al máximo, llamo a la señorita Barbara, pensando que en ella encontraría la calidez que necesitaba post receso aventurero. No me equivoqué: por teléfono escuché su dulce voz que, sumado a la leve tonada y su sencilla forma de hablar fueron un combo decisivo. Me cuenta el servicio y el gift, le pregunto alguna cuestión específica y nada más. Corto y me doy cuenta que no me dijo en qué zona estaba (se ve que la descoloqué del speech) entonces vuelvo a llamarla y ahí me termina de convencer su buena onda. Arreglamos para las 17 horas.
"Estoy abajo" fue el whatsapp. Subo el ascensor mirando la foto de perfil que pronunciaba un cuerpo juguetón. Cierro la puerta del ascenso, camino unos metros y apenas sonó el timbre abrió ella. A golpe de vista en esa milésima de segundo que ocurren los eclipses, registré una mirada fogosa y un vestido que no disimulaba para nada sus curvas. Ella mantuvo firme la mirada posada en mis ojos, al igual que los míos en los suyos. Detalle importante para tipos como yo, que solemos hacer el esfuerzo por retener esas raíces del encuentro. Ella esbozaba una sonrisa apenas perceptible. Hasta que nos besamos. Primero un pico, luego otro, y otro beso más abierto a los que ella fue accediendo. Empezábamos bien. Vamos pasando, elogio su vestuario y la agarro de la mano para una vueltita. Nos volvimos a besar, y esta vez nos apoyamos las pelvis. La tomé de la cintura y la miré fijo, sonriente y desafiante. Ella seguía igual, como una anfitriona preocupada en su visita. Hablamos del "tiempo loco" y me da una toalla limpia. Paso al baño de compromiso, estaba recién bañado.
Salgo del baño y la agarro por sorpresa, al borde de la cama. Quizás pensó que iba a ducharme y tardaría más. Nos besamos, esta vez apasionadamente. Nos paramos, y mis manos empezaron a inquietarse. Primero recorriendo su cintura y sus cachetes calentitos. Todo muy suave, como ella parecía pedirme. Los besos seguían siendo intensos, con más lengua ahora. Le saco el vestido de espaldas y la apoyo. Mi amigo ya se hacía notar. Me saco la remera y apoyo mi pecho sobre su espalda mientras le besaba el cuello. Todo sin hablarnos, sin decirnos una sola palabra. Apenas algún suspiro, alguna respiración fuerte. Ella muy gauchita, obediente y haciendo sentir sus gustos en modo mudo. Le saco el corpiño y con una mano acariciaba esas tetas liberadas, mientras la otra se metía en esa tanguita blanca sobre el monte de venus. Depiladita, suavecita y calentita. Recién ahí le pregunté si le gustaba: "si mi amor" soltó sin pensarlo. Al segundo baje mi mano y pude comprobar lo húmeda que estaba esa conchita. Caliente tambien, si. Pero muy húmeda para los 5 minutos que llevabamos jugando. "Ahhhhh mi amor" volvió a bautizarme en nombre del Love, mientras yo le hablaba al oído para que siga aflojándose. Todo muy despacio y de espaldas, mientras mi bóxer empezaba a desaparecer y yo a apoyar mi verga cada vez más profundamente. La doy vuelta, y me senté al borde de la cama. Mi pija aún no estaba en su estado más full. Ella lo notó y la tomó con sus dos manos y empezó a chuparla por la cabeza primero. La succionaba muy bien, y yo sentía su saliva en mi parte mas sensible. Húmedo y muy tiempista fue el pete, cuando requería profundidad, lengua, visita a los huevos. Todo y a su punto justo. Mi pija ahora si estaba que explotaba, y mi calentura también. Le pedí que se toque mientras me peteaba. La subí a la cama, apoyada en mis piernas abiertas nos transábamos y yo estimulaba su conchita. Mis dedos húmedos jugaban con su clítoris en círculos, ella gemía tremendamente y yo aprovechaba para que mi pija respire. Le chupé las tetas, que no son voluptuosas. Intenté estimular esos pezones oscuros, y descubrí que los pechos no son su punto más débil. Ya no había lugar para el silencio, era todo fuego y palabras subidas de tono. La recosté en ese rincón de la cama y saqué a relucir mi arte lingüístico. Por Dios! Que fantástica música para mis oídos! Ella explotaba y estaba más desinhibida que nunca. Me agarró del pelo con una mano y yo cada tanto, intentaba mirar el placer de su mirada. Ella me esquivaba apenas la miraba y posaba sus ojos en el techo. Fueron apenas 2 minutos en los que la precisión de mi lengua me hizo sentir capitán del encuentro. Hermosa vulva, con higiene al día.
Pero claro, ella se habrá sentido comandante mayor cuando me puso pilotín y me entró a cabalgar desenfrenadamente desde el primer minuto, para mi sorpresa. Primero de frente, dando pinceladas profundas, buscando el fondo y quedándose ahí un instante más. Como queriendo sentirme bien adentro. De espaldas la cosa fue aún mejor: puse modo REC al cable que une mis ojos y mi memoria para registrar semejante momento. Ella gemía desde sus entrañas, a puro placer. Le pedía que se de vuelta y me mire mientras mi verga se hundía en semejante hembra, y ella tan obediente como siempre me hacía caso caso. Muy buen manejo de situación por parte de ella. Tan así que tuve miedo a acabar y no tuve mejor idea que preguntarle a ella cómo quería seguir, dudó un segundo en tomarse semejante atrevimiento y me dijo "vos arriba amor". Le di un misionero que fue de menor a más fuerte pensando que mucho más yo no iba a aguantar. Ella estaba tirada como sometida, entregada. Y yo me sentía como un rey. La besaba, la tocaba y no medía esfuerzos. Así, fuerte, fuerte y más fuerte se fue mi descarga en ese látex.
Nos quedamos acostados un rato, unos 10 minutos en los que charlamos un poco de todo. Le confesé mis tremendas ganas de visitarla desde hacía unos días y ella me devolvió algún que otro elogio. Me contó hace cuánto vino para Buenos Aires, las cosas buenas y malas de su profesión y unas cuantas intimidades de su vida privada, que generaron una confianza que luego se trasladó al sexo. Habíamos garchado de manera fascinante y el hielo estaba roto desde hacía un buen rato, pero quizás faltaba cruzar esa barrera que a mi, y a escorts tímidas como Barbie nos hace falta traspasar.
"No me mires así porque te voy a comer la boca de nuevo" fue el puntapié que me dio Barbara, en pleno entretiempo. Me sorprendió y me paralicé un instante. Me reí y note complicidad. La sentí deseosa y auténtica, y me entregué por completo.
Empezamos con besos otra vez con mucha lengua, y terminamos garchando como si fuéramos amantes de toda una vida. Nos demostramos placer mutuo y nos hicimos cargo de la química que había fluido. Volvió a hacerme un pete monumental, para levantar a mi amigo, pero esta vez yo disfrutaba sin miedo a explotar. Y fue así que se prolongó unos cuantos minutos. Otra vez sus labios me la pusieron muy dura. Ahora yo estaba acostado, apoyando mi espalda en el respaldo, y ella a mi merced. Yo calculaba que habrían pasado quizás 30 o 40 minutos aproximadamente de comenzado el encuentro, y ella estaba asombrosamente fresca. Una gauchita paraguaya con todas las letras. Estabamos 1 a 1 en orgasmos, según ella me confesó, y yo no quería irme sin ampliar el marcador. Mi tribuna interna me daba aliento y en la cancha, Barbara que no dejaba de cumplir. La sensación era que, si el partido duraba un par de horas, esto venía para goleada. O para ser más preciso, empate abultado. Volviendo a esas sábanas, ella jugaba con mi verga y me miraba a los ojos, cosa que un rato antes no había hecho casi, quizás por la incomodidad. Ahora estábamos casi a la misma altura sus ojos de mis ojos, como una metáfora perfecta de ese instante de conexión. Podría haberme quedado así para siempre, esos ojazos verdosos eran una invitación para mi egoísmo de sentir que esa morocha con tremenda mirada estaba disfrutando con la boca llena de mi poronga.
Fuimos a los bifes antes de sentir que ese momento inmaculado podría romperse. Tanteé su conchita, había que trabajarla un poco. Le metí lengua ancha a esos labios y puntita veloz al clítoris. Estaba muy jugosa, y antes que el reloj me sorprenda metí forro y a otra cosa. La puse en cuatro al borde de la cama, la dejé quieta y empece a jugar en el borde de su conchita. Miraba el culo y estaba tentador pero ni atiné a preguntar, estaba todo demasiado bien como para correr riesgo de un posible enojo. No quería generar tensión. Empecé a bombearla mientras iba cambiando la inclinación preguntando donde le gustaba más. Agarramos ritmo y plaf plaf plaf, que hermoso sonido. Ella gemia "mmmm mmmm mmmm" apretando los labios. Te regala una hermosa visual desde ese ángulo la niña, y se nota que le gusta. Seguimos unos minutos así, y la lleve contra el placard para darle de parado. Me paró el culito como una experta y la ensarté con decisión. El final se ponía con escenas de alto vuelo. Ella estaba un poco cansada me dio la impresión y yo se la dejaba clavada mientras la acariciaba toda. La sentía bien apretadita y la sacudí bien fuerte apenas un minuto a lo que ella respondía "ay ay ay ay". Tremendo momento. Y ahí fue cuando sentí que cada centavo había sido devuelto con creces. Que en otro ámbito lo mejor forma de cerrar hubiera sido un gran aplauso y a otra cosa mariposa. Pero en este ámbito, quizás había una forma mejor de hacerle un reconocimiento. Calculaba que ya quedaba poco tiempo y le pregunte cómo quería seguir. Otra vez misionero pidió, esta vez sin dudar. No le pedí más nada, simplemente intenté acabar y darle algo más de placer. Ella seguía como una guerrera, a pesar del cansancio, más por complacer que por deseo, intuyo. Había sido una sesión intensa. Estimulaba un poco su clítoris mientras la garchaba y ella gustosa. Le pregunté y me dijo que le faltaba poco para acabar y me entoné. Di todo lo que me quedaba en la barra de potencia. Mientras seguía con los deditos frotándola. Hasta que, un mínimo apretón de piernas me hizo pensar que había acabado. Ella no me dijo nada y yo seguí dándole como si nada hubiera pasado. Ella bajó un poco la intensidad de sus gemidos. Parecía que efectivamente estábamos 2 a 1. Pero era un misterio. La transpiración por primera vez se hizo sentir en serio y decidí ponérsela en la boca al estilo "La niñera" (si mi memoria de kamasutra no falla). Chupó, chupó chupó y... Nada. Intentamos un poco más ahora yo parado y ella acostada, pero su deliciosa forma de succionar no pudo hacerlo posible. Lo dejamos ahí después de que me pregunto un par de veces si ya estaba. Miramos la hora en mi celular y nos habíamos pasado 10 minutos. Ella reaccionó un poco apurada, como si esperara a alguien. Yo me sentí culpable y le pedí mil disculpas y no se me ocurrió más que dejarle una buena propina por partida doble: por el excelente servicio y por pasarme de tiempo. Ella sonriente, me tranquilizó. La acción había terminado, y ahora una sensación de felicidad me había invadido. Porque había encontrado lo que había ido a buscar y porque volví a sentir ese sabor inexplicable que genera un encuentro con tanta conexión. Sólo me guardé una última pregunta: si había acabado. Y me dijo que si pero que no me dijo nada porque yo estaba "muy entusiasmado". "Adiviné", pensé. Emprendí la retirada con un sabor dulce por esa respuesta final. Y con la promesa de volver, obvio. Pronto volveré. Cuando semejante experiencia haya sido digerida por todos mis sentidos, volveremos a vernos Barbarita.
Y así salí caminando feliz, por las calles del centro, con una sonrisa relajada que más de uno me habrá envidiado, sin saber el por qué. Y pensar que si lo supieran me envidiarían mucho más.
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