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[b:ff05d278fa]Acusada de integrar una poderosa organización de traficantes y lavadores
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La esposa de Marcos, el narco del Bajo Flores, se entregó a la Justicia[/size:ff05d278fa]

Silvana Salazar llevaba más de 9 meses prófuga. Su marido había caído en noviembre en Paraguay. Su cartel de peruanos gobernó con mano dura la villa 1.11.14 en la última década. [/b:ff05d278fa]

Por Cristian Alarcón
19.02.2008

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[i:ff05d278fa]Marcos Estada González, uno de los barones de la droga del cartel peruano de la villa 1.11.14, está preso en Paraguay. Lo acusan de homicidio, tráfico de drogas y lavado de dinero. Foto: gentileza diario ABC.[/i:ff05d278fa]


En el Bajo Flores llegó a ser respetada como una patrona generosa. Sencilla, sin gustos por el lujo, casi siempre de buzo y zapatillas, Silvana Salazar, la mujer de Marcos Estrada González -el denunciado narcotraficante del Bajo Flores preso en Paraguay- se entregó ayer a la Justicia. Llevaba más de nueve meses como prófuga, acusada de ser cómplice de su marido en una de las organizaciones más complejas dedicadas a la distribución de cocaína en la ciudad de Buenos Aires. Junto a sus tres hijos varones, de entre 6 y 14 años, esperaba anoche en la Alcaldía de los Tribunales de Comodoro Py que el juez Jorge Ballestero decida si le otorga, "por el bien de los chicos", el beneficio de la detención domiciliaria.


El juez Ballestero había ordenado su captura el 4 de mayo de 2007, junto a la de unos veinte supuestos miembros de la mafia de peruanos que gobernó con mano dura la villa 1.11.14 durante la última década. La madrugada de ese día unos 450 gendarmes se movieron con el sigilo de las tortugas alrededor del barrio, bordeando las avenidas Bonorino, Riestra y Perito Moreno.

Apuntaban a una casa de tres pisos en la que suponían que encontrarían a Silvana y sus hijos viviendo junto a su madre, Lucila Enríquez Alarcón, también detenida, acusada de ser responsable de la logística de la banda. Pero Marcos se había ido a Paraguay. Y Silvana estaba en algún punto de la Argentina, ya refugiada con sus hijos.


Salazar es argentina. Tiene 35 años. Su madre, conocida como Lily, de 55, es boliviana. En la causa judicial por narcotráfico en la que fue investigada por Ballestero se la señala como una de las cabezas del grupo, al mismo nivel de decisión y responsabilidad que Lily y Marcos. El juez considera que la familia no sólo se dedicaba a vender cocaína en cantidades desde la villa 1.11.14, sino que, además, lavaban el dinero que ganaban con otros negocios como la fabricación de zapatillas y de ropa para comercializar en la misma villa y en la feria de La Salada.


"Me ha tocado hablar con ella para resolver problemas en el barrio más de una vez. Sólo le puedo decir que teniendo el poder que tenía siempre ha sido una mujer ecuánime, con mucho sentido común para solucionar conflictos entre los vecinos", dijo una de las delegadas que más la conoció en su rol de "la señora de Marcos".

"Ella nunca estuvo metida en los tiroteos ni en las peleas. No es violenta. Lo de ella era más bien tranquilizar y apaciguar los ánimos", dice otra de las mujeres que la conoció y que solía consultarla a diario mientras ocupó un lugar central en la vida cotidiana de varias manzanas de la villa. "Silvana era más bien la pensante, la que hablaba con los abogados, la que se ocupaba de juntar testigos cuando pasaba algo", dice.


Devota del Señor de los Milagros, como su madre, Silvana Salazar era una de los fieles que marchaba en procesión tras el santo peruano el 29 de octubre de 2005, cuando un grupo de sicarios atacó con armas largas y mató a cinco personas, entre ellas un bebé. "Fue ella la que se dio cuenta de que algo raro pasaba, estaba siempre avispada. Ella avisó a los guardaespaldas y se adelantó el tiroteo", cuenta un vecino. Esa tarde Salazar corrió con los niños, el santo, el cura y su madre a la casa de Bonorino, donde se refugiaron de las balas.


El objetivo de la masacre era su esposo, Marcos Estrada González. Luego, el juez Domingo Altieri detuvo y procesó por la matanza a otro peruano que pretendía controlar la villa y el negocio de Marcos: Rutilio Ramos Mariño, alias Ruti. Ruti está preso y se espera que el juicio oral por la matanza del Señor de los Milagros sea este año. Aquel ataque no fue el primero que se desató por el manejo del negocio de la cocaína en la 1.11.14.


Ya en 1996 en un solo golpe habían matado a Julio Valderrama Enciso y dos de sus parientes y socios. Su sucesor como capo, Julio Chamorro Revollar, cayó luego, en 1999, después de un partido de fútbol en la "canchita de los paraguayos" de la villa. La fiscal en lo criminal Cristina Caamaño pidió el procesamiento de Marcos Estrada por aquella matanza. Dos testigos lo habían señalado como el matador de los Chamorro poco después del triple crimen. Pero luego se desdijeron. "Nos apretaron para que lo señaláramos a Marcos, pero es mentira", declararon tiempo más tarde. Hace pocos meses, la fiscal decidió tener en cuenta sus primeras declaraciones porque consideró que, como los acompañaba Silvana Salazar, fueron presionados.


Con su marido preso en Paraguay desde el 4 de noviembre y su madre en la cárcel de Ezeiza, Silvana se sintió durante los últimos meses cada vez más vulnerable. Desde diciembre meditaba sobre si entregarse o no. Lo hizo con la esperanza de que el juez Ballestero le permita esperar el juicio oral por narcotráfico junto a sus chicos en prisión domiciliaria. De otra manera, los tres menores podrían ser enviados a un hogar asistencial. La decisión del magistrado se conocerá después de que le tome declaración indagatoria.

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