Off-Topics / Fuera de tema

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Si una piedra te dice que va a caer si la lanzas al aire, créele;
Si el agua te dice que te va a mojar si te sumerges en ella, créele;
Si tu amiga te escribe que va a volver, no le creas;
No es una ley de la naturaleza

Bertold Brecht
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Los seres humanos, si en algo nos distinguimos respecto del mundo animal, es que no tenemos “instintos”, en el sentido de un comportamiento generalizado e inmutable, propio de la especie; o lo que es lo mismo, no respondemos de igual manera al mismo estimulo.

Eso no significa que el cuerpo no exista, tenemos la pulsionalidad que proviene de él, como pariente lejano del instinto, pero siempre tiene que pasar por el desfiladero de lo simbólico para terminar en acto o discurso.

Ese registro simbólico hace que nuestra psiquis esté estructurada bajo un estatuto del derecho, no del hecho.

En otras palabras, la falta es el elemento clave en lo que se basa toda la estructura, a la manera de la maravillosa pintura “la encajera” de Jan Veermer, el más grande de los maestros de las escenas de interior, en la cual la escena se estructura entorno a la única cosa que el pintor no deja ver, la aguja, pero cuya existencia suponemos puesto que sin ella todo el sentido del cuadro se derrumbaría.

Solo los psicóticos carecen del concepto de la falta. Hace unos años un profesional me contó una anécdota que tuvo con una paciente psicótica del Hospital Moyano a la que le faltaba un dedo. Ante su afirmación “te falta un dedo”, la mujer respondió “No, tengo nueve”. Lógica impecable, pero poco útil para moverse en un mundo de neuróticos.

De esto nace nuestra dificultad para asir la diferencia, concepto que no se deduce elementalmente, sino que requiere mucha elaboración, como esas impresionantes imágenes de computadora que solo se obtienen luego de sucesivos procesamientos realizados por programas, cuya “materia prima” son bits, ceros o unos, es decir, algo que está o no está.

Así, para nuestro inconsciente, una mujer no sería una persona con vagina, es una persona “sin pene”, un negro no es una persona con piel de color bronce, sino que “no es blanco”

Lo señalado le da un sentido profundo a esa frase “casi banal” de Borges cuando decía que “el día que los hombres blancos se den cuenta que los hombres negros son diferentes, se terminará el racismo”

Para ayudarnos a establecer la categoría de la diferencia, los hombres solemos poner una medida a todas las cosas.

Esa es la forma en que competimos los varones, extensión interminable de una lógica que nace en el juego de quien “la tiene más larga”, o quien orina más lejos. Todo el resto son subrogados con que satisfacemos esa necesidad de diferenciarnos de nuestros congéneres: quien tiene más dinero, quien el auto más veloz, quien más minas, quién más………

Nuestra competencia es en el campo de lo público, y por consiguiente es la medida, es decir, la reducción a una cifra, el parámetro que permite la comparación.

Las mujeres cuando compiten entre si, en cambio, lo hacen en el campo de lo privado o íntimo, lo de ellas no es la medida, sino el lugar,… la posición de la reina.

A veces cuando nos referimos a una chica escort, y queremos catalogarlas mediante puntajes, es común olvidarse de estas consideraciones.

En primer lugar cada uno de nosotros no representamos el mismo estímulo para ellas, si bien pueden proponerse una determinada rutina, lo contingente aparece, y dado que son personas y no robots, lo inconmensurable de una sensación no puede ser refrenado ni medido. En tal sentido un post reciente del colega Iabo y sus sensaciones al vincularse con una chica dan cuenta de ello.

Como poner cifras a una mirada que te atraviesa mientras se fuga, a un gesto de seducción, a la comisura de unos labios húmedos, a un susurro que estremece, a una piel que tiembla ante una mano firme, pero tierna a la vez, que la acaricia, ¿como?.

No solo estaríamos desatendiéndonos de la naturaleza singular y única de cada mujer, intentando forzadamente hacerlas entrar en un molde masculino, sino que estaríamos a su vez engañando a nuestros colegas foristas, al prometerles que obtendrán (o si castigamos con el puntaje, que no obtendrán) un placer que también es único y singular.

Aún siendo escorts, y estar “obligadas” a entregar su cuerpo a quien le paga por sus servicios, el hombre deberá conquistar ese “plus” que ella solo entregará a quien sepa ganárselo, a quien sepa hacer vibrar sus cuerdas íntimas de mujer. Para el que sepa ser un buen intérprete, la música que obtendrá de ellas será celestial.

En otras palabras, puede llegar a existir en estos casos, un servicio que pueda ser llamado “estándar”. Yo en esa no me anoto ni me interesa.

Aquí también, como en el resto de los campos de la vida, hay que poner de si algo más que el dinero para experimentar, como Walt Whitman lo hacía con esa prostituta a quien le canto el verso homónimo, una “hora de locura y alegría”.

Vea

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[quote:706bcc725f="slashs"]
Me salve la colimba por "Personalidad Psicopatica Esquizoide"
:oops:[/quote:706bcc725f]

Slash ¿para salvarse de la colimba fingió estar :geek: :geek:?