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Hilo del tema

[b:8e2a2b26b4]La Angustia[/b:8e2a2b26b4]

Lo primero que notó fue una completa rigidez, una imposibilidad total de moverse. Trató de recordar que fue lo que la puso en ese estado. Luego trató de recordar algo. Nada. Ni un solo recuerdo. Su memoria no guardaba un miserable registro de nada, ni una imágen, ni un sonido, ni un aroma, nada.

Intentó hablar, pero no pudo articular palabra alguna. Pensó que tal vez era un sueño, un mal sueño. En realidad esperaba que fuera un sueño, pero en el fondo comprendía que no lo era, que todo era real.

Miró a su alrededor, y lo que vió la espantó. Hubiera gritado, pero sin embargo por alguna estúpida razón, seguía sonriendo. No es que no comprendiera la situación, simplemente se le hacia imposible cambiar de expresión.

Frente a ella había cientos, quizá miles, iguales a ella. No solo parecidas, sino idénticas, el mismo pelo, los mismos ojos, la misma figura, la misma ropa, la misma posición, la misma estúpida sonrisa. Y por supuesto el mismo encierro.

De tanto en tanto venían y se llevaban a alguna. La desesperaba saber que podía ser la próxima.

Ignoraba cual era el destino de las llevadas, quizás no era tan malo, después de todo ¿Qué podía ser peor?

En seguida lo supo, ya quedaban pocas, era cuestión de tiempo para que la llevaran a ella.

Cuando llegó a su nuevo destino vió la fortuna corrida por las otras como ella, a algunas le habían cortado el pelo, muchas estaban desnudas, otras maquilladas, a una pobre le faltaba un brazo.

Quiso llorar, pero las Barbies, no vienen con lágrimas.

Anónimo

03/01/2005 16:19

[u:dc534a7873][b:dc534a7873]ESTE TOPIC TAMBIÉN ES CENSURADO ... O ES LIBRE?[/b:dc534a7873][/u:dc534a7873]

Miembros:

Ante la avanlacha de cierres de temas, censuras, temores reverenciales a los a los Owners, negativos a diestra y sinietra ...
Cabe la pregunta.......
O estoy en otro Foro?

Byes...................

03/01/2005 16:50

Creo que es libre

04/01/2005 12:45

Fecha y lugar de nacimiento:
Nació el 25 de enero de 1882 en Londres
Falleció el 29 de marzo de 1941 en Rodemell, Sussex

Novelista y crítica británica cuya técnica del monólogo interior y estilo poético se consideran entre las contribuciones más importantes a la novela moderna.

Virginia Woolf, cuyo nombre de soltera era Adeline Virginia Stephen, nació el 25 de enero de 1882 en Londres. Nunca fue a la escuela, sus estudios los realizó en su casa.

Hija del biógrafo y filósofo Leslie Stephen, se mudó tras el fallecimiento de éste en 1905, junto a sus dos hermanos, a una casa del barrio londinense de Bloomsbury que se convirtió en lugar de reunión de librepensadores y antiguos compañeros de universidad de su hermano mayor. En el grupo, conocido como Grupo de Bloomsbury, participó el economista, historiador y ensayista Leonard Woolf, con quien se casó Virginia en 1912. En 1917 ambos fundaron la editorial The Hogarth Press, que le sirvió de puente para lanzarse al mundo de las letras.

Publica Dos historias, en la que expone su visión y pensamiento comprometidos con la realidad social y con la posición de la mujer en un mundo masculino.

Sus primeras novelas, Fin de viaje (1915), Noche y día (1919) y El cuarto de Jacob (1922), ponen de manifiesto su determinación por ampliar las perspectivas de la novela más allá del mero acto de la narración. En sus novelas siguientes, La señora Dalloway (1925) y la autobiográfica Al faro (1927), donde la influencia de la psicología freudiana se hace evidente y en la que consigue expresar los sentimientos interiores de los personajes, y grandes efectos psicológicos por medio de imágenes, metáforas y símbolos. Los personajes se despliegan gracias al flujo y reflujo de sus impresiones personales, sentimientos y pensamientos: un monólogo interior en el que los seres humanos y sus circunstancias normales aparecen como extraordinarios. Influida por el filósofo francés Henri Bergson, Woolf, como el escritor francés Marcel Proust, se adentra en la idea del tiempo. Los acontecimientos en La señora Dalloway abarcan un espacio de doce horas y el transcurso del tiempo se expresa a través de los cambios que paso a paso se suceden en el interior de los personajes, en la conciencia que tienen de sí mismos, de los demás y de sus mundos caleidoscópicos. Escribe novelas con descripciones de instantes fugaces, de sentimientos repentinos, de imágenes que aparecen y desaparecen y que hacen pensar si se vive una realidad concreta o una realidad soñada, creada en una dimensión intemporal y en un mundo en ocasiones onírico.

De sus restantes novelas, Las olas (1931) es la más evasiva y estilizada, y Orlando (1928), más o menos basada en la vida de su amiga Vita Sackville-West, es una fantasía histórica a la vez que un análisis del sexo, la creatividad y la identidad. Además escribió biografías y ensayos tan famosos como Una habitación propia (1929), donde aparece una crítica por la poca valoración de los derechos de la mujer. Su correspondencia y sus diarios, publicados póstumamente, son valiosos tanto para los escritores en ciernes como para los lectores de su obra, y sus obras de ficción son el antecedente de la novela psicológica en la literatura inglesa.

Otras obras de la autora son: Los años, Tres guineas, Viajes y viajeros, Cartas a mujeres, Momentos de vida y Diario de una escritora.

Virginia Woolf representa un hito en la literatura inglesa y como mujer representa la lucha titánica entre los deseos, sueños, expectativas y búsqueda de su propio ser y afectividad.

De salud frágil y enfermiza, se suicidó rellenándose los bolsillos del vestido con piedras y zabulléndose en un río en Rodemell el 29 de marzo de 1941.

04/01/2005 13:00

Fragmentos de "Diario de una escritora" 1922

Viernes, 23 de junio

Jacob está siendo pasado a máquina por la señorita Green, y cruzará el Atlántico el día 14 de julio. Entonces comenzará mi temporada de dudas y de altibajos. Me voy a proteger de la siguiente manera. Procuraré tener adelantado un relato para Eliot, vidas para Squire, y Reading; de manera que pueda darle la vuelta a la almohada, según sea mi suerte. Si dicen que se trata de un inteligente experimento, me dedicaré a producir, en calidad de producto acabado, «La señora Dalloway en Bond Street». Si dicen, su narrativa es inverosímil, yo diré, y qué me dicen de la fantasía de la señorita Ormerod. Si dicen: «Ni uno de sus personajes consigue importarnos un pimiento», les diré que lean mis críticas. Pero ¿qué dirán del Jacob? Una locura, supongo; una rapsodia inconexa; no lo sé. Para formarme una opinión sobre este libro confiaré en volverlo a leer. Sobre volver a leer novelas es el título de un artículo muy trabajado, pero notablemente inteligente, destinado al Supt.

Miércoles, 26 de julio

El domingo L. leyó El cuarto de Jacob. Estima que es mi mejor obra. Pero la primera observación que hizo fue que está pasmosamente bien escrito. Discutimos al respecto. Dice que es una obra genial; considera que no se parece a ninguna novela; afirma que los personajes son fastamas; dice que es un libro muy extraño; asegura que carezco de filosofía de la vida; mis personajes son títeres que el destino mueve hacia aquí y hacia allá. No está de acuerdo con que el destino actúe de esta manera. Dice que debo usar mi «método» en uno o dos personajes, la próxima vez; y le pareció un libro muy interesante y hermoso, sin una sola laguna (salvo la fiesta, quizás), y muy comprensible. He quedado con la mente tan afectada que no puedo escribir estas lineas con el rigor formal que merecen; estoy ansiosa y excitada. Pero, en términos generales, me siento complacida. Ninguno de los dos sabe lo que pensará el público. En mi fuero interno, no tengo la menor duda de que he descubierto la manera de comenzar a decir algo (a los cuarenta) con mi propia voz; y esto me interesa de tal manera que creo que puedo seguir adelante sin necesidad de elogios.

Miércoles,16 de agosto

Debiera estar leyendo el Ulysses y formulando mis argumentaciones en pro y en contra. Por el momento he leído doscientas páginas, que ni siquiera representan la tercera parte; los dos o tres primeros capítulos, hasta el final de la escena del cementerio, me han divertido, me han estimulado, me han hecho experimentar la sensación de encanto, y me han interesado; luego, he quedado desconcertada, aburrida y desilusionada, por el espectáculo de un asqueroso estudiantillo rascándose el acné. ¡Y pensar que Tom, el gran Tom, considera que esta obra está a la altura de Guerra y Paz! Me parece el libro propio de un analfabeto, un libro carente de desarrollo; la obra de un obrero autodidacta, y todos sabemos cuán lamentables son esas obras, cuán egotistas, cuán insistentes, cuán primarias, crudas y, en última instancia, nauseabundas. Cuando se puede comer carne guisada, ¿a santo de qué comerla cruda? Pero supongo que, cuando uno está anémico, cual es el caso de Tom, la sangre es pura gloria. Como sea que soy bastante normal, pronto estaré preparada para volver a los clásicos. Quizá modifique este parecer más adelante. No quiero apostar aquí mi sagacidad crítica. Clavo un palo en el suelo para marcar la página doscientas. (...)

Martes, 22 de agosto

La manera para volver a ponerse a escribir es la siguiente. Primero, leves ejercicios al aire libre. Segundo, lectura de buena literatura. Es un error creer que la literatura puede producirse partiendo de materiales no elaborados. Hay que quitar la vida de en medio -ésta es la razón por la que tanto me desagradan las interrupciones de Sydney-, una debe adquirir calidad exterior; muy, muy concentrada, toda ella centrada en un punto, sin verse obligada a basarse en las desperdigadas porciones de un personaje, que vive en el cerebro. Sydney viene, y yo soy Virginia; cuando escribo soy tan sólo una sensibilidad. A veces me gusta ser Virginia, aunque sólo cuando estoy dispersa, diversa y gregaria. Ahora, en tanto nos encontremos aquí, me gusta ser sólo una sensibilidad. A propósito, da gusto leer a Thackeray, muy vivo, con «toques», como los llaman los Shanks, pasmosamente certeros.

Lunes, 28 de agosto

Estoy volviendo de nuevo al griego, y verdaderamente debo trazar un plan: hoy día 28: La señora Dalloway terminada el 2 de septiembre; entre el domingo día 3 y el viernes día 8, comenzar Chaucer, con la que quiero decir que ese capítulo debe estar terminado el día 22 de septiembre. ¿y luego? ¿Escribiré el capítulo siguiente de La señora Dalloway, si es que ha de tener otro capítulo, y será este capítulo «El primer ministro»? , la cual durará hasta una semana después de haber regresado, o sea, el 12 de octubre, digamos. Entonces debo estar preparada para comenzar mi capítulo griego. De manera que puedo contar con un período que va desde hoy, día 28, hasta el día 12, la cual representa un poco más de seis semanas, pero debo prever cienas interrupciones. Y ahora, ¿qué debo leer? Un poco de Homero; una obra de teatro griego; un poco de Platón; como libros de texto, Zímmern; Sheppard; la vida de Bentley; y si hago todo lo anterior concienzudamente, ya será suficiente. Pero, ¿qué obra de teatro griego? ¿y qué cantidad de Homero y Platón? .Bueno, siempre tengo la antología. Y a fin de cuentas termino en la Odisea, por culpa de los elizabetianos. Debo leer un poco de Ibsen para compararlo con Eurípides, a Racine con Sófocles, quizás a Marlowe con Esquilo. Todo suena muy culto, pero realmente puede divertirme; y si no me divierte, nada me obliga a continuar.

1923

Lunes, 15 de octubre

Ahora estoy en plena escena de la locura de Regent's Park. Me he dado cuenta de que escribo ciñéndome todo lo posible a los hechos, y que escribo quizá cincuenta palabras en una semana. Algún día tendré que volverlo a escribir. Creo que la estructura es muy superior a la de mis otros libros. Temo que no seré capaz de llevarla a efecto hasta el final. Reboso ideas al respecto. Tengo la impresión de que puedo incorporar todo lo que he pensado en mi vida. Cierto es que estoy menos coaccionada que en cualquier caso anterior. El punto dudoso, a mi parecer, es el personaje señora Dalloway. Quizá sea demasiado rígido, demasiado chispeante, demasiado cincelado. Pero también es cierto que puedo incorporar innumerables personajes que le den apoyo. Hoy he escrito la página cien. Desde luego, sólo he estado tanteando el camino, por lo menos a partir del último agosto. Estuve un año tanteando, para descubrir lo que denomino mi procedimiento de perforar túneles, mediante el cual cuento el pasado a plazos, siempre que lo necesito. Por el momento, éste es mi principal descubrimiento; y el hecho consistente en que me haya costado tanto tiempo irlo descubriendo demuestra, a mi parecer, cuán falsa es la doctrina de Percy Lubbock, o sea que se pueden hacer conscientemente esas cosas. Una va a tientas, sintiéndose muy desdichada -incluso llegó el momento, cierta noche, en que decidí abandonar el libro-, hasta el momento en que una toca un resorte oculto. Pero, oh Dios mío, no he releído mi gran descubrimiento, por lo que bien puede ser que carezca de importancia. Da igual. Reconozco que he depositado esperanzas en este libro. Seguiré escribiéndolo hasta el momento en que, honradamente, no pueda escribir ni una línea más. El periodismo, todo, debe quedar subordinado a este libro.

1924

Domingo, 7 de septiembre

Es una vergüenza que no escriba nada, o que, si escribo, escriba con desaliño, utilizando solamente participios presentes. Me parecen muy útiles, en esta última etapa de la Sra. D. Ahora, por fin, he llegado a la fiesta, que comienza en la cocina y asciende lentamente por la escalinata. Debe ser un episodio sumamente complicado, ingenioso, sólido, en el que todo quede unido, y que termine en tres notas, en diferentes puntos de la escalinata, que diga cada una algo para definir a Clarissa. ¿Quién dirá esas cosas? Peter, Richard y Sally Seton, quizá; pero todavía no quiero comprometerme a ello. Ahora pienso que éste puede ser el mejor final, entre todos los míos, y que quizá salga a la perfección. Pero todavía he de leer los primeros cat'ítulos, y confieso que temo un poco su excentricidad; y su pretensión al ingenio. Sin embargo, tengo la seguridad de que ahora debo centrarme arduamente en el trabajo, aunque sólo sea con el fin de que mis metáforas surjan libremente, como surjen aquí. ¿Cabe la posibilidad de mantener la calidad de apunte, en una obra acabada y redondeada? Esto es lo que intento. De todas maneras, ya nadie puede ayudarme y nadie puede ponerme trabas. Espero un diluvio de alabanzas en el Times, y que Richmond me diga que da vía libre a mi novela con entusiasmo, lo cual siempre me conmueve, aunque me gustaría que leyera mis novelas, y siempre supongo que no lo hace. (...)

Sábado, 13 de diciembre

Estoy revisando al galope La señora Dalloway, volviéndola a escribir a máquina desde el principio, lo cual es, más o menos, lo que hice con Fin de viaje; me parece un buen método, ya que de esta manera se pasa un pincel húmedo sobre la totalidad, con lo cual se unen partes que fueron compuestas por separado, y se secaron. Verdaderamente, con toda honestidad, creo que es la más satisfactoria de mis novelas (aunque todavía no la he leído en frío). Los críticos dirán que la obra carece de unidad debido a que las escenas de locura no guardan relación con las escenas de la señora Dalloway y me parece que también hay partes de escritura superficial y de relumbrón. Pero ¿es «irreal»? ¿Se trata de una obra meramente «meritoria» ? Creo que no. Y, como me parece haber dicho antes, creo que me he hundido en las más profundas capas de mi mente. Ahora puedo escribir y escribir y escribir; es la sensación más feliz del mundo.

1927

Lunes, 21 de marzo


Mi cerebro está en feroz actividad. Quiero entregarme a mis libros como si tuviera conciencia del paso del tiempo; de la vejez y de la muerte. ¡Ah qué bellas son algunas partes de Al faro! Suaves y flexibles, a mi juicio profundas, y hay páginas enteras en las que no se encuentra una palabra errónea. Esto es lo que opino en lo referente a la cena y a los niños en la barca; aunque no con respecto a Lily en el jardín. Esto último no me gusta mucho. Pero el final me gusta.

Jueves, 5 de mayo

Libro en la calle. Hemos vendido (creo) 1.690 antes de la publicación, o sea, el doble que Dalloway. Sin embargo, escribo sumida en las sombras de la lluviosa nube de la crítica del Times Lit. Sup., que es copia exacta de las críticas de El C. de J. y La señora Dalloway, crítica caballerosa, amable, tímida, alabando la belleza, poniendo en duda la caracterización de los personajes, y dejándome moderadamente deprimida. «El paso del tiempo» me tiene angustiada. Temo las calificaciones de blando, superficial, insípido y sentimental. Pero, honradamente, me importa poco; quiero estar sola y meditar.

1928

Sábado, 11 de febrero

Tengo tanto frío que apenas puedo sostener la pluma. Lo huero que es todo, con estas palabras terminé la última anotación; realmente he tenido esta sensación con notable persistencia, o quizás hubiera debido escribir más aquí. Hardy y Meredith conjuntamente han conseguido mandarme a la cama con una sensación de torpeza, y con dolor de cabeza. Ahora conozco muy bien esta sensación que experimento cuando no puedo hilar una frase, y permanezco sentada, murmurando y rebullendo; y nada surge en mi cerebro, que es como una ventana cerrada. Entonces cierro la puerta de mi estudio y me acuesto, tapándome los oídos con goma; y estoy en cama un día o dos. ¡Y cuántas leguas recorro, en este tiempo! Cuántas son las «sensaciones» que recorren mi espina dorsal y atacan directamente mi cabeza, a poco que les dé ocasión; qué exagerado cansancio; qué angustias y desesperaciones; y luego un celestial alivio y el reposo; y después de nuevo la desdicha. Me parece que no ha habido nadie que haya sido tan zarandeado por su propio cuerpo como lo soy yo. Pero esto ya ha terminado, y está archivado...

Por ignoradas razones, sigo trabajando un tanto rutinariamente en el último capítulo de Orlando, que iba a ser el mejor. Siempre, siempre, el último capítulo se me escapa de las manos. Me aburro. Procuro estimularme. Todavía tengo esperanzas de que vuelva a soplar un viento fresco, por lo que no me preocupo gran cosa, aunque hecho en falta la sensación de diversión, que tan tremendamente era en el mes de octubre, noviembre y diciembre. Comienzo a sospechar que el libro sea vacío; y que es quimérico escribir tan intensamente.

Miércoles, 20 de junio

Estoy tan harta de Orlando que no puedo escribir. He corregido las pruebas en una semana; y no puedo escribir una sola frase más. Detesto mi propia fecundidad. ¿ Por qué hay que estar siempre soltando palabras a chorro? También he perdido mi capacidad de leer. Corregir pruebas durante cinco, seis y siete horas diarias, escribir meticulosamente esto o aquello, ha dañado gravemente mi capacidad de lectura. Después de la cena, he cogido a Proust, y lo he dejado. Es el peor momento. Me dan ganas de suicidarme. Parece que no se puede hacer nada. Todo parece insípido y sin valor. Ahora esperaré y contemplaré mi resurrección. Me parece que leeré algo, la vida de Goethe, por ejemplo.

1930

Miércoles, 9 de abril

Ahora pienso (con respecto a Las olas) que, con muy pocas pinceladas, se dan las características esenciales del carácter de una persona. Debe hacerse con audacia, casi como en una caricatura. Ayer comencé lo que quizá sea la última etapa. Igual que las restantes partes del libro, escribo esta última a sacudidas. No consigo hacer lo que quiero hacer; pero me siento atraída hacia el libro, y vuelvo a la carga. Tengo esperanzas de que esto comporte solidez; y que se refleje en mis frases. El abandono de El faro y Orlando queda frenado aquí en gran parte por las dificultades que la forma ofrece, como ocurrió en El cuarto de Jacob. Creo que, por el momento, éste es el libro en que he llegado más lejos, aun cuando, naturalmente, quizá tenga fallos en algunos puntos. Creo que me he mantenido estoicamente fiel a la concepción original. Temo que la labor de volver a escribir el libro tenga que ser tan severa que quizás embarre todo lo hecho hasta ahora. Puede ser muy imperfecto. Pero creo que es posible que haya colocado mis estatuas destacando contra el cielo.

Domingo, 13 de abril

Leo a Shakespeare inmediatamente después de escribir. Cuando mi mente está abierta de par en par y al rojo vivo. Es pasmoso. Hasta ahora había ignorado cuán pasmosa es la envergadura de Shakespeare, su velocidad y su capacidad de forjar palabras, de modo que me doy cuenta de que quedo totalmente desplazada y rezagada, después de haber comenzado los dos una carrera, en el mismo punto, cuando veo que gana terreno y hace cosas que yo no podría siquiera imaginar en mi más loco tumulto y presión mentales. Incluso las obras menos conocidas están escritas a una velocidad superior a la del más veloz; y las palabras caen tan deprisa que una apenas tiene tiempo de cogerlas. Fijémonos en lo siguiente. «Upon a gather'd lily almost wither'd.» (No he seleccionado la frase. La he citado al azar.) Evidentemente, la flexibilidad de su mente era tan absoluta que podía expresar todo género de pensamientos; y, con tranquilidad, dejar caer un diluvio de esas olvidadas flores. ¿A santo de qué va a intentar escribir otra persona? Esto no es «escribir», en absoluto. Creo que cabe decir que Shakespeare supera totalmente la literatura, a poco que se piense.

Miércoles, 20 de agosto

Creo que las olas se está resolviendo en una serie de soliloquios dramáticos (estoy en la página 100). Lo importante es que estos soliloquios discurran homogéneamente, entrando y saliendo, al ritmo de las olas. ¿Pueden leerse consecutivamente? No lo sé, en absoluto. Creo que es la mejor oportunidad que he podido darme a mí misma; en consecuencia, supongo que es el más completo fracaso. Sin embargo, siento respeto hacia mí misma por haber escrito este libro, sí, a pesar de que muestra mis congénitas deficiencias.

1931

Lunes, 2 de febrero

Me parece que estoy apunto de terminar Las olas. Creo que quizá la termine el sábado. Es sólo una nota del autor: jamás me he estrujado tanto el seso para escribir un libro. La prueba está en que soy casi incapaz de leer o escribir otra cosa. Sólo puedo descansar a mis anchas al término de la mañana. Oh, Dios, qué alivio cuando termine esta semana, y tenga por lo menos la sensación de que he conseguido lo que quería y he terminado este largo trabajo, y la visión ha llegado a su fin. Creo que he conseguido hacer lo que quería hacer; desde luego, he alterado el proyecto considerablemente; pero tengo la sensación de que he perseverado, directa o indirectamente, en decir ciertas cosas que me proponía decir. Supongo que cabe la posibilidad que haya empleado tanto el método indirecto que el libro sea un fracaso desde el punto de vista del lector. Pero da igual, de todos modos es un valeroso intento. Algo por lo que he luchado, creo. Y, luego, la delicia de la liberación, la delicia de poder holgar, y de no estar preocupada por lo que pueda suceder; y luego podré leer de nuevo con toda atención, lo cual es algo que me atrevo a decir no he hecho en los últimos cuatro meses. He tardado dieciocho meses en escribirlo, y me parece que no podremos publicarlo hasta octubre.

Sábado, 7 de febrero

Ahora, durante los pocos minutos que me quedan, debo hacer constar que he terminado Las olas. He escrito las palabras Oh muerte hace quince minutos, habiéndome deslizado sobre las diez últimas páginas con momentos de tal intensidad e intoxicación que tenía la impresión de avanzar a trompicones siguiendo a mi propia voz, o casi la voz de un orador (igual que cuando estaba loca), lo que casi me da miedo, y recordaba las voces que volaban ante mí. De todas maneras, ya está hecho; y he estado sentada, durante estos quince minutos, en estado de beatitud, y de calma, y con algunas lágrimas, pensando en Thoby y en la posibilidad de escribir Julian Thoby Stephen, 1881-1906, en la primera página. Creo que no es posible. ¡Cuán física es la sensación de triunfo y de alivio! Para bien o para mal, está acabada; tal como con toda claridad sentí al final, no sólo terminada, sino acabada, redondeada, completa, con la manifestación efectuada, aun cuando me consta que lo es de manera fragmentaria y apresurada; pero quiero decir que he atrapado en mis redes aquella aleta, en la inmensidad de las aguas, que apareció ante mi vista sobre las tierras pantanosas, cuando me hallaba a la ventana en Rodmell y me disponía a dar remate a Al faro.

Lo que más me interesa en la última etapa es la libertad y la audacia con que mi imaginación cogió, utilizó y echó a un lado todas las imágenes y símbolos que había preparado. Tengo la seguridad de que ésta es la correcta manera de utilizarlos, y no a modo de piezas separadas, como intenté al principio, coherentemente, pero sólo como imágenes, sin conseguir jamás que actuaran, sino sólo que fueran sugerencias. Por esto tengo esperanzas de haber mantenido el sonido del mar y de los pájaros, el alba y el jardín, subsconcientemente presentes, cumpliendo su función subterránea.

Martes, 7 de julio

Cuán bueno es buscar alivio a este trabajo de incesante correción (estoy haciendo los interludios) y escribir unas cuantas palabras descuidadamente. Mejor sería todavía no escribir; pasear por los campos, impulsada por el viento como los cardos, y tan irresponsablemente como ellos. Y hurtarme a este duro nudo en el que mi cerebro ha sido tan prietamente liado; me refiero a Las olas. Esto es lo que siento a las doce y media del martes día 7 de julio -hermoso día, creo-, mientras todo lo que nos rodea, esto es lo que dice la etiqueta que llevo dentro de la cabeza, es hermoso...

Fragmentos de diario de una escritora Virginia Woolf

04/01/2005 13:10

Fragmento de La señora Dalloway

La señora Dalloway dijo que ella misma compraría las flores.
Porque Lucy ya le había hecho todo el trabajo. Las puertas serían sacadas de sus bisagras; los hombres de Rumpelmayer iban a venir. Y entonces, pensó Clarissa Dalloway, ¡qué mañana! -fresca como si fuesen a repartirla a unos niños en la playa.
¡Qué maravilla! ¡Qué zambullida!. Porque eso era lo que siempre había sentido cuando, con un leve chirrido de bisagras, que todavía ahora seguía oyendo, había abierto de golpe las puertaventanas y se había zambullido en el aire libre de Bourton. Qué fresco, qué tranquilo, más que ahora desde luego, estaba el aire en las primeras horas de la mañana; como el aleteo de una ola, el beso de una ola, frío y cortante y sin embargo (para los dieciocho años que tenía entonces), solemne, sintiendo, como sentía allí de pie en la ventana abierta, que algo terrible estaba a punto de suceder; mientras miraba las flores, los árboles, el humo escapando entre su fronda, y a los grajos volando arriba y abajo; de pie y mirando hasta que Peter Walsh dijo: "¿Mirando a las musarañas?" -¿eso dijo?-. "Prefiero a los hombres antes que las musarañas" -¿eso dijo? Debió decirlo en el desayuno cuando ella había salido a la terraza. Peter Walsh. Volvería de la India un día de éstos, en junio o julio, había olvidado cuándo, pues sus cartas eran terriblemente pesadas; eran sus dichos lo que una recordaba; sus ojos, su cortaplumas, su sonrisa, su mal genio y, una vez que miles de cosas se habían disipado completamente -¡qué cosa tan extraña!- unos cuantos dichos como éste, sobre las musarañas........................

04/01/2005 13:18

Fragmento de Las olas

" El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido o cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insubstancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías. "

04/01/2005 13:19

[size=18:ec5b0ee469]Yukio Mishima (Japón, 1925-1970)[/size:ec5b0ee469]
Los siete puentes (fragmento)
" Podrá parecer ésta una meta bastante peculiar, pero, como sus repentinos ataques de hambre, pertenecía a su modo de vivir. Mientras caminaba bajo la luna, estos pensamientos se convirtieron en extrañas convicciones. Mantuvo la espalda más derecha que nunca y fijó la mirada hacia adelante. El Puente Tsukiji es un puente totalmente desprovisto de encanto. Los cuatro pilares de sus extremos carecen de todo atractivo. Sin embargo, mientras lo cruzaban, las cuatro mujeres pudieron oler por primera vez algo parecido al aroma del mar. Soplaba un viento con reminiscencias de brisa salada. Hasta un aviso de neón rojo perteneciente a una compañía de seguros, que podía divisarse hacia el sur, parecía un faro proclamando la proximidad del océano.
(...)
Cuando por fin un excelente protector aparecía frente a sus ojos, tan cerca que sólo necesitaba estirar la mano para tocarlo, Kanako sintió con desesperación que sus manos no podrían estirarse lo suficiente. Su rostro estaba mortalmente pálido y una pegajosa transpiración brotaba de su frente. El corazón humano es sorprendentemente mudable. A medida que el dolor de su abdomen se hacía más intenso, Kanako comprendió que cuanto había deseado con tanto fervor minutos atrás, perdía toda realidad y sólo quedaba reducido a un sueño pueril, irreal y fantástico. Mientras luchaba contra el palpitante e implacable dolor, pensó que, si abandonaba aquellas tontas ilusiones, sus sufrimientos cesarían de inmediato. "

13/01/2005 21:34

[size=18:4581189d57]Mas Mishima[/size:4581189d57]

La acción tiene el misterioso poder de compendiar una larga vida en la explosión de un fuego de artificio. Se tiende a honrar a quien ha dedicado toda su vida a una única empresa, lo cual es justo, pero quien quema toda su vida en un fuego de artificio, que dura un instante, testimonia con mayor precisión y pureza los valores auténticos de la vida humana.

La acción más pura y esencial logra retratar los valores de la vida y las cuestiones eternas de la humanidad con una profundidad mucho mayor que un esfuerzo humilde y constante.

13/01/2005 21:36

[size=18:0b95337725]Y mas[/size:0b95337725]

«¿Cómo es posible denominar "hombre de acción" a quien por su trabajo de presidente en una empresa hace ciento veinte llamadas telefónicas diarias para adelantarse a la competencia? ¿Y es tal vez un hombre de acción el que recibe elogios porque aumenta las ganancias de su sociedad viajando a países subdesarrollados y estafando a sus habitantes? Por lo general, son estos vulgares despojos sociales los que reciben el apelativo de hombres de acción en nuestro tiempo. Revueltos entre esta basura, estamos obligados a asistir a la decadencia y muerte del antiguo modelo de héroe, que ya exhala un miserable hedor. Los jóvenes no pueden dejar de observar con disgusto el vergonzoso espectáculo del modelo de héroe, al que aprendieron a conocer por las historietas, implacablemente derrotado y dejado marchitar por la sociedad a la que deberán pertenecer algún día. Y gritando su rechazo a semejante sociedad en su conjunto, intentan desesperadamente defender su pequeña divinidad

[size=18:0b95337725]Los textos fueron extraídos de su obra "Lecciones espirituales para los jóvenes samuráis"[/size:0b95337725]

13/01/2005 21:39

[quote:b22100f879="KiLLBiLL"]Creo que es libre[/quote:b22100f879]

[u:b22100f879]ALGUNA FRASES[/u:b22100f879]

Miembros:

A Lince KillBill: Muchas gracias por tu respuesta.
Por la iniciativa, va mi piositivoi en la parte verde.
Te lo merecés.

[u:b22100f879]Si no molesta pongo tres cosas[/u:b22100f879]:

"El saber no ocupa Lugar"
"Los libros no muerden"

Y loi de Alejandría de prenderle fuego a todos los librios viejos ...- una barbaridad, salvaje.

Byes.....

14/01/2005 14:51

Nadie rebaje a lágrima o reproche
Esta declaración de la maestría
De Dios, que con magnífica ironía
Me dio a la vez los libros y la noche.

De esta ciudad de libros hizo dueños
A unos ojos sin luz, que sólo pueden
Leer en las bibliotecas de los sueños
Los insensatos párrafos que ceden

Las albas a su afán. En vano el día
Les prodiga sus libros infinitos,
Arduos como los arduos manuscritos
Que perecieron en Alejandria.

De hambre y de sed (narra una historia griega)
Muere un rey entre fuentes y jardines;
Yo fatigo sin rumbo los confines
De esa alta y honda biblioteca ciega.

Enciclopedias, atlas, el Oriente
Y el Occidente, siglos, dinastías,
Símbolos, cosmos y cosmogonías
Brindan los muros, pero inútilmente.

Lento en mi sombra, la penumbra hueca
Exploro con el báculo indeciso,
Yo, que me figuraba el Paraíso
Bajo la especie de una biblioteca.

Algo, que ciertamente no se nombra
Con la palabra azar, rige estas cosas;
Otro ya recibió en otras borrosas
Tardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por las lentas galerías
Suelo sentir con vago horror sagrado
Que soy el otro, el muerto, que habrá dado
Los mismos pasos en los mismos días.

¿Cuál de los dos escribe este poema
De un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?

Groussac o Borges, miro este querido
Mundo que se deforma y que se apaga
En una pálida ceniza vaga
Que se parece al sueño y al olvido.

J. L. Borges

24/01/2005 17:26

Ahora nos estamos juntando aca:

Foro
El Gato literario:

http://www.bairesgirls.com.ar/foro/viewforum.php?f=50


Ahi tenes tu propio espacio.

ilbarto

25/01/2005 17:17
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