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[INF] Tolerancia/Intolerancia

Hilo del tema

[quote:a7b05f9a88]El concepto de tolerancia sólo alcanza su forma como reacción de una intolerancia previa –de una intolerancia primaria práctica, más que del concepto de intolerancia. Desde luego, ambos conceptos (tolerancia, intolerancia) se precisan mutuamente. Pero al comenzar por el concepto negativo «in-tolerancia», se favorece, dado el carácter amorfo, en general, de un concepto negativo y su probable mayor extensión, un entendimiento demasiado amplio, en el sentido de que, cubriendo regiones muy diferentes, las absorbe y las confunde, en virtud de una analogía puramente negativa (por ejemplo), de suerte que se torne incapaz de construir o modular las fronteras interregionales pertinentes, lo que haría del concepto de intolerancia un concepto «blando». Caben criterios para establecer líneas divisorias entre las regiones que, en nuestro contexto, consideramos ante todo necesario distinguir: no serán ya regiones dadas en el recinto moral (virtudes, vicios), sino todavía más, la región de lo que no tiene calificación moral y la región de lo que está moralmente calificado (como virtud o como vicio). Son las regiones correspondientes a los conceptos psicológicos (etológicos, biológicos) y las regiones de los conceptos morales (la oposición entre el bien y el mal). «Intolerancia», definida como «reacción de rechazo ante la actividad de otra persona» abarca tanto al rechazo en su sentido biológico o natural (digamos, la reacción de defensa intercalada en el S.G.A., común, según Selye, a todos los vertebrados) –incluso, diríamos, la tolerancia en un sentido químico–, como el rechazo capaz de ser calificado moralmente (lo que debe ser o no ser rechazado como bueno o malo). Los problemas filosóficos fundamentales que suscita esta distinción entre el orden psicológico (o biológico, o sociológico, «natural», el orden de los intereses, de los afectos, de las respuestas y estímulos) y el orden moral (el orden de las virtudes y de los vicios) y, sobre todo, el dualismo de sus pretendidas reducciones mutuas, la cuestión de la reductividad o irreductividad del indicativo al imperativo y recíprocamente, o, para decirlo al modo anglosajón, del es al deber ser, y recíprocamente quedan encubiertos precisamente por la negatividad del concepto de intolerancia y únicamente cuando se introduce ad hoc una estructura o un factor moral, un término del «lenguaje moral» (por ejemplo, el concepto de libertad personal) podemos recibir la impresión de que hemos alcanzado el nivel moral y que incluso lo hemos alcanzado a partir de una fundamentación ontológica, por cuanto habríamos pasado del ser (un ser matizado biológicamente, o psicológicamente: «reacción», «estímulo») al deber ser.

Ahora bien, cuando se ha partido del concepto negativo y blando de intolerancia, su contrario, el concepto de tolerancia, perderá también toda coloración moral y sólo a través de un postulado gratuito y metafísico cobrará la apariencia de poseerla, es decir, de mantener su vinculación con el concepto de libertad. Nos referimos al postulado de las personas como sustancias metafísicas a quienes, aun siendo entendidas dinámicamente (como seres in fieri), sin embargo, se les atribuye ya una realidad interior considerada como valiosa por sí misma (= que debe ser amada), a saber, su propia libertad. La tolerancia aparecerá así a su vez definida (en cuanto contraria a la intolerancia) como una relación de unas personas libres a otras personas libres amadas por aquéllas. Aquella libertad es puramente metafísica, porque «la libertad indeterminada de una sustancia haciéndose» (cuando se abstrae todo mundo axiológico determinado, envolvente de esa persona), no constituye ningún concepto, ni puede ser objeto de amor o de rechazo. No cabría amar a una libertad pura, cualquiera que fuese su contenido: no cabe decir a cualquiera: «Sé quién eres», «Realízate», con el espíritu de la tolerancia, salvo en el supuesto (que pide el principio) de que ese cualquiera, por el hecho de realizarse como lo que es, va a ser bueno, salvo en el supuesto de que no va a realizarse como «criminal cromosómico» que va, en su día, a asesinarme o, sencillamente, que va a realizarse de una forma que considero incompatible con mi propia forma de «realización». ¿Cómo podría amarle? Sólo en la hipótesis metafísica optimista, pero gratuita en el contexto, de una sociedad armónica constituida por personas (por mónadas) que se desarrollan concertadamente y libremente en medio de sus tensiones y que, por tanto, pueden amarse recíprocamente según sus respectivas libertades, cabe definir la tolerancia como concepto moral. No se sigue de aquí que, por tanto, sea preciso partir de un postulado pesimista (todas, o al menos algunas libertades son malas) a fin de proceder a la construcción moral del concepto: la virtud del postulado pesimista reside sólo en su poder de neutralización del postulado optimista, mostrando su gratuidad. Lo que queremos decir es que es preciso (al intentar construir un concepto de intolerancia) retirarse a otra escala ontológica distinta de aquella en la cual se enfrenta el optimismo y el pesimismo metafísico: es preciso partir de una escala tal que tenga ya, en su mismo principio, una coloración moral. Esta sería la ventaja técnica que comporta el partir de la tolerancia –y no de la intolerancia.[/quote:a7b05f9a88]

http://www.filosofia.org/filomat/df540.htm

25/05/2007 2:39

[quote:00105c7147]Tiene algún sentido distinguir una «historia de la tolerancia (correspondientemente, de la intolerancia)» –es decir, una historia de situaciones reinterpretables desde el concepto de intolerancia– de una «historia del concepto de tolerancia (correspondientemente, de intolerancia)», como concepto de la filosofía moral. El Tratado sobre la tolerancia, de Voltaire, parece más una historia de la tolerancia en el primer sentido que en el segundo. La distinción entre estos dos sentidos habría que entenderla más bien como distinción entre perspectivas o puntos de vista –puesto que, «cuanto a la cosa», no cabría disociar enteramente la historia de la tolerancia y la historia del concepto de tolerancia: no es posible disociar la filosofía mundana de la intolerancia de su filosofía académica, porque los conceptos escolásticos (teóricos) de tolerancia no brotan de la conciencia pura, sino a través de los procesos efectivos, históricos. En cualquier caso, aun cuando ordo essendi pueda parecer a muchos evidente que lo primero es una historia (social, política) de la tolerancia y que sólo desde ella sería posible la historia del concepto, nos permitiríamos advertir que, al menos ordo cognoscendi, a la historia del concepto de tolerancia le corresponde siempre una prioridad metodológica, al menos en el momento en que sea de algún modo posible hablar de una Historia sistemática o historia interna del concepto de intolerancia (la historia del concepto de número sólo es una historia sistemática –y no una mera rapsodia cronológica, empírica– cuando está pensada desde el sistematismo de la teoría de los números, que es la que permite interpretar adecuadamente ciertas técnicas o prácticas aritméticas mundanas). Si esta historia sistemática no existiera, entonces la historia del concepto de tolerancia –que habría de ser puramente empírica, una recensión de opiniones cronológicamente ordenadas– quedaría anegada por entero en la historia de las técnicas o de las prácticas, como un apéndice suyo. Por mi parte no me atrevería a afirmar si existe o no existe una historia sistemática del concepto de tolerancia –ni, menos aún, me atrevería a afirmar que conozco ese sistematismo. Me limito tan sólo a presentar como posibles «líneas sistemáticas» de esa hipotética «historia interna del concepto» algunas determinaciones y distinciones que, siendo, sin duda, muy débiles (comparadas con las determinaciones y distinciones constitutivas del concepto de número, por ejemplo) poseen sin embargo, me parece, el mínimo vigor exigible.[/quote:00105c7147]
http://www.filosofia.org/filomat/df542.htm

25/05/2007 2:43

[quote:272469ad34][b:272469ad34]Criterios para una Historia «sistemática» del concepto de Tolerancia[/b:272469ad34]

Como «sistema de coordenadas» cabría tomar la propia doctrina clásica, de cuño platónico, de las virtudes cardinales (prudencia, fortaleza, templanza, justicia) ampliadas más tarde (en la tradición escolástica) por la doctrina de las virtudes teologales (fe, esperanza, caridad). Será preciso pensar el sistema tradicional de coordenadas en conexión constante con las ideas más abstractas del bien y del mal (en su sentido moral, es decir, en cuanto valores morales), en tanto que estas ideas, de índole «sincategoremática», necesitadas de «parámetros» para determinarse como tales, puedan determinarse, al menos en parte, precisamente en función del mismo desarrollo del concepto de tolerancia cuya historia sistemática ensayamos.

Esto supuesto, nos parece percibir un principio de línea sistemática, para nuestra historia del concepto, en la oposición entre la justicia (y después, la caridad) y las restantes virtudes (naturales y teologales) y en la coordinación de los miembros así opuestos con las ideas del bien y del mal (referidas, por supuesto, a las mismas situaciones de la tolerancia y de la intolerancia). Las oposiciones primeras estaban trazadas ya en la misma doctrina escolástica, a propósito de la llamada alteridad de la justicia (de donde lo justo como deber correspondiente a un derecho correlativo). Mientras que las demás virtudes se entendían, en general, como regulativas de la propia vida individual, la justicia (y luego, la caridad) se entendía en el contexto de las relaciones interpersonales, de las relaciones de cada persona con las otras personas, entre las cuales se suponía que necesariamente había de convivir.

Tomaríamos como criterio para establecer posibles etapas sistemáticas del desarrollo del concepto de tolerancia, la situación de estos conceptos (o de sus prefiguraciones) respecto del concepto de justicia, por un lado, y por otro lado (coordinado con aquél) la situación de estos conceptos respecto del concepto de bondad moral. Si procedemos de este modo es en virtud de una tesis, según la cual el concepto de tolerancia sólo puede configurarse en un contexto interpersonal, aquél en el que se mueven, por su alteridad, los conceptos de justicia y de caridad. Así como el concepto de justicia no vincula a personas metafísicas en cuanto tales sino a contenidos diversos y cambiantes (mercancías, deberes, derechos) dados en estas personas, así también la tolerancia (o la intolerancia) no vincularía a personas metafísicas sino a contenidos muy precisos «soportados» por sujetos (personas) que no se agotan en la condición de soporte de esos contenidos (en particular, como hemos dicho, estos contenidos serían, originariamente, las creencias religiosas)[/quote:272469ad34]
http://www.filosofia.org/filomat/df543.htm

25/05/2007 2:49

[quote:820cbc989f][b:820cbc989f]Tolerancia / Libertad personal[/b:820cbc989f]


La libertad de opinión (de prensa, de cátedra, &c.) es una de las reivindicaciones tradicionales de la izquierda, frente a la censura, defendida por la derecha tradicional. Pero este criterio se vincula directamente con la cuestión de la tolerancia, entendida por algunos como la virtud por excelencia de la democracia, como respeto a las opiniones del interlocutor. La cuestión no puede tratarse in genere, o formalmente, atribuyendo, por ejemplo, a cada ciudadano el pleno uso de la razón política y, por tanto, el derecho a expresar su opinión y que ella sea tolerada. Es éste un principio formal que suele ir vinculado al agnosticismo teológico o político. La tolerancia es utópica y el diálogo es una regla también utópica e ideológica: siempre hay un moderador o un consejo editorial que corta el diálogo infinito por motivos extrínsecos al diálogo (falta de tiempo en televisión, falta de espacio editorial, &c.). No hay «tolerancia», salvo formal, ni puede haberla, por razones «topológicas»; lo que encierra el peligro del subjetivismo, al no poder ser nunca razonadas las propias opiniones (el principio de la tolerancia conduce a formular «como opinión mía» tanto las verdades comunes, como delirios subjetivos). Pero es el respeto a la persona el que puede llevarnos a no respetar sus opiniones si éstas son delirantes o gratuitas. La tolerancia depende de un marco de condiciones que hacen posible precisamente su aplicación; este marco es el que no puede ser discutido, si el concepto mismo de tolerancia puede mantener su sentido. Según esto no es la ética la que debe ser tolerante, sino que es la tolerancia ética la única que puede tener importancia: no se puede «tolerar», desde un punto de vista ético, que alguien exprese su opinión sobre mis deficiencias físicas o intelectuales por el hecho de ser verdaderas; pero es aquí la ética la que determina la «intolerancia», puesto que la tolerancia no es la medida de la ética, sino que es la ética la que debe constituirse en medida de la tolerancia. Al establecer los límites de la tolerancia tanto en lo que se refiere a las conductas como a las opiniones, no se trata de defender la conveniencia o la necesidad de la «censura de los expertos», de suerte que nada pueda ser publicado sin censura previa (y no ya política, sino académica). Lo que sí es necesario constatar es que la tolerancia omnímoda es un concepto vacío y utópico y que, de hecho, la «libre emisión de opiniones» está limitada económicamente, pero también académicamente, por no decir políticamente. En cualquier caso, la tolerancia no puede desconectarse de la verdad, como si cualquier opinión, por el hecho de ser pronunciada o defendida haya de ser respetada.[/quote:820cbc989f]
http://www.filosofia.org/filomat/df539.htm

25/05/2007 2:50

[quote:42a19def1e][b:42a19def1e]Concepto antiguo de Tolerancia[/b:42a19def1e]


Etapa cero de la historia de la idea de tolerancia en la cual los conceptos o situaciones susceptibles de ser vinculados al concepto de tolerancia permanecen alejados del concepto de justicia y del concepto de caridad, y, por tanto, según nuestra propia tesis, tales conceptos no podrían interpretarse como prefiguraciones del concepto moral estricto de intolerancia, sino en cierto modo, a veces, al menos, como su negación. [543] En esta etapa no cabría hablar de un concepto de tolerancia, aunque sea posible citar situaciones susceptibles de ser entendidas restrospectivamente desde el concepto de tolerancia (o de intolerancia); situaciones que pertenecen a la «historia de la tolerancia», pero no a la historia de su concepto. La mejor prueba interna que (desde nuestra perspectiva) podríamos aportar, sería ésta: que tales situaciones hayan sido conceptualizadas (en su época, «emicamente») [237] por mediación de los conceptos de virtudes o vicios distintos del concepto de justicia (o de caridad). Esta etapa originaria cubriría, grosso modo, la historia de la filosofía moral griega y romana, hasta el final de la época helenística. Lo que ulteriormente podría ser contemplado como «situaciones de tolerancia» habrían sido pensadas, principalmente, por medio del concepto de prudencia, o afines –es «prudente» (según la prudencia política) respetar las opiniones ajenas en materia religiosa (o en cualquier otra), en la medida en que se sepa (prudencialmente, prácticamente) que esas opiniones no afectan a la seguridad del Estado; o simplemente es prudente (según la prudencia individual, cuyo límite lo encontramos en los pirrónicos) abstenerse de enfrentarse a opiniones ajenas cuando se sepa (prácticamente) que ese enfrentamiento puede comprometer nuestra seguridad. Este respeto político, o individual, de tipo prudencial, es una inhibición que no podría llamarse tolerancia, puesto que en él no apreciamos actitudes de tolerar a –en el sentido estricto ulterior– sino más bien de sustraerse de, de evitar situaciones peligrosas para nuestra seguridad. La tesis sobre la tolerancia del Estado romano que Voltaire mantiene en los capítulos viii a x de su Tratado habría que estimarla, según esto, como un anacronismo, porque el principio deorun offensae diis curae no es un principio de tolerancia, ni siquiera caridad, sino sencillamente fe, la costumbre de sacrificar a los dioses de las ciudades enemigas sitiadas. Los soldados de Hernán Cortés, según cuenta Solís y Ribadeneyra, subieron las gradas que conducían al Dios Cozumel y lo derribaron violentamente, poniendo en su lugar una talla de la Virgen María. Su tolerancia se debió a que en la talla del Dios Cozumel percibieron sólo un leño. Si hubieran visto en él un Dios efectivo no lo hubieran derribado –pero esto no hubiera sido tolerancia, sino fe. Incluso aquellos que vieron en Cozumel, traduciéndolo al lenguaje cristiano, Lucifer, y se dispusieron a conjurarlo, tampoco podían ser llamados intolerantes, porque sus exorcismos formaban parte de la dialéctica ritual interna de la religión cristiana y no de una intolerancia hacia figuras de otras religiones. A nuestro juicio, Voltaire no tiene razón en la mayor parte de sus apreciaciones históricas, pero no por ello éstas son enteramente gratuitas: diríamos que Voltaire confunde constantemente la historia de la tolerancia (la historia, vista restrospectivamente desde el concepto de tolerancia) y la historia del concepto de intolerancia. Y, en esta hipótesis, se comprende que haya señalado al cristianismo, como principio (en rigor, uno de los principios) de la intolerancia. Principio de una intolerancia mundana, nueva, de signo diferente. Pero, con ello, también principio del concepto de tolerancia, de la tolerancia como concepto.[/quote:42a19def1e]
http://www.filosofia.org/filomat/df544.htm

25/05/2007 2:53

[quote:5bc0117038][b:5bc0117038]Concepto cristiano-escolástico de Tolerancia[/b:5bc0117038]


Primera gran etapa sistemática de la historia del concepto de tolerancia. [543] Comprenderíamos a la gran masa de especulaciones morales, teológicas y jurídicas que van desde los padres de la Iglesia a los escolásticos, incluida la escolástica musulmana y judía, y que se cierra en el humanismo renacentista (sin perjuicio de que subsista una corriente viva hasta casi nuestros días). Caracterizaríamos a esta primera etapa del siguiente modo: la tolerancia (o conceptos afines) así como la intolerancia, tenderían a aparecer insertas en el contexto de la justicia y de la caridad (y, sólo a su través, de la prudencia, o acaso de la paciencia, en cuanto virtud subalterna de la fortaleza). Pero esta inserción tendría lugar de suerte que fuera la tolerancia (o algún concepto afín) un concepto que se define formalmente por su relación con el mal moral. Incluso algo que, en el límite, llegará a calificarse simpliciter como malo (un vicio) y sólo secundum quid, en la medida en que el mal pueda ir subordinado a un bien, la tolerancia podrá ser una virtud. La intolerancia, por su parte, ya no se definirá por respecto del mal moral: se mantendrá indiferente («no marcada») y, en el límite, tenderá a recibir la calificación de virtud o a ser clasificada como algo moralmente positivo o bueno. En su primera etapa, el concepto de tolerancia, incluso cuando se considera como un deber (o como una virtud) sólo dice relación al bien a través de algún mal, que es precisamente el objeto formal y propio de la tolerancia y, en el límite, desaparecido aquel bien, la tolerancia se revela simpliciter como mala, como un vicio, que acaso podría confundirse (decimos por nuestra parte, en un intento de reconstruir una teoría escolástica de la tolerancia) con la adulación, en cuanto extremo vicioso de la afabilidad, que es virtud subordinada a la justicia. La tolerancia hacia las opiniones consideradas erróneas del prójimo por respeto a la persona que las mantiene no sería otra cosa, simpliciter, que una suerte de adulación. Y, además, constituye una imprudencia respecto de terceras personas que pudieran ser dañadas por ese error tolerado. La tolerancia sólo era reconocida en cuanto a mal menor, cuando se presuponía que de la misma intolerancia civil –en sí misma considerada como buena– hubieran de seguirse males sociales mayores que aquellos males religiosos que debían ser, en todo caso, temidos. El texto clásico –en el cual aparece explícitamente el verbo tollere, aunque no el sustantivo correspondiente– que podemos citar aquí es el de la Secunda secundae de Santo Tomás (q. 10, a. 12). La tolerancia implicaría aquí (en Dios) potencia para retirar o detener (tollere) las causas que van a producir un mal (pero que no son detenidas en virtud de la subordinación de ese mal a otro bien, aunque este bien consista en la relatividad del mal menor). Pero, aplicada al hombre, resulta de hecho que la tolerancia implica la impotencia para detener o retirar las causas de un mal. Porque aunque en algunas ocasiones puede decirse que existe esa potencia en un instante determinado, dejaría en rigor de existir cuando se tienen en cuenta las consecuencias inmediatas. Podría un Gobierno prohibir un Concilio en el instante t1; esta prohibición desencadenaría una reacción capaz de derribar al Gobierno en el instante t2; por tanto habrá que decir que el Gobierno no puede prohibir, políticamente hablando, el Concilio: retira, suprime o deja en suspenso su poder inmediato en t1 y tolera el Concilio. Pero el poder en t1, vinculado a t2, equivale en rigor a una impotencia. De este modo, la tolerancia por impotencia relativa se aproxima a la tolerancia por impotencia absoluta –es decir, a algo que ya no es ni siquiera tolerancia, sino necesidad, imposición de la «cosa tolerada». La Iglesia católica ha tolerado el islamismo, o ha tolerado el darvinismo, o ha tolerado el socialismo precisamente cuando estos movimientos se han impuesto en virtud de su propia fuerza. Su tolerancia ha sido, además, en todo caso, más bien civil que doctrinal. Sólo podría hablarse de tolerancia efectiva, dentro del mundo cristiano tradicional, cuando subsista la posibilidad de suspender o interrumpir el curso del mal o cuando la suspensión o interrupción se suprima a su vez (tollere) permitiéndose aquel en virtud de algún motivo moral. Pero este motivo no puede fundarse en la justicia –hemos visto que la tolerancia efectiva sería un vicio y la intolerancia ante el mal un deber exigido por el derecho de los demás a la verdad y por el bien común. Será un deber de justicia, para todo aquél que tenga noticia de la permanencia en el mal, en el error (particularmente, cuando éste pueda repercutir en perjuicio de terceros) el cortarlo, no directamente, sino a través de la autoridad competente (el párroco, el obispo, el papa). De otro modo, la intolerancia (y no la tolerancia), bajo la forma de la delación (por ejemplo, al Tribunal de la Inquisición) será un deber de justicia.

Sin embargo, si bien puede concluirse que la tolerancia no es un deber de justicia, dentro de las coordenadas escolásticas, no parece que fuera exacto concluir que el cristianismo tradicional ha cegado cualquier tipo de alvéolo para aposentar la tolerancia como un deber. Diríamos que, puesto que este alvéolo no cabe en el orden de la justicia, habrá que buscarlo en el orden de la caridad. Es aquí en donde podríamos suponer prefigurada una virtud «sobrenatural», es decir, perteneciente a otro orden distinto del de la justicia, que tiene mucho que ver con el concepto de tolerancia, pero que, en todo caso, no habría de ser entendida como tolerancia hacia el mal. Hay una virtud (o deber de caridad) que supone desde luego un poder (el poder de interrumpir un mal mediante la denuncia a los superiores) pero detiene o suspende la aplicación de este poder en nombre de la caridad hacia el pecador, o el delincuente. No se trata, en cualquier caso, de tolerar el mal por amor a quien lo hace: lo que se tolera (o se suspende) no es propiamente el mal, sino la aplicación inmediata y pública del castigo de este mal, y ello precisamente en razón de que se espera que el pecador o el delincuente corrija su conducta. Cuando esta corrección no tuviera lugar, entonces, la misma caridad que había impulsado a tolerar el pecado, es la que impulsará (como intolerancia de caridad) a delatar al pecador, incluso a llevarle, en último extremo, por amor de caridad, a la hoguera. Si este amor (que hoy puede parecernos surrealista) era compatible con el asesinato, se debía a la fe en la inmortalidad del espíritu y a la fe en la resurrección de la carne: la muerte en la hoguera podría interpretarse algo así como la cauterización de una herida (las situaciones que planteaban los contumaces no eran fáciles de resolver).

Queremos decir, con todo lo que precede, que son las cuestiones disputadas de correptione fraterna el lugar a donde habría que regresar para encontrar, dentro del cristianismo tradicional, las situaciones más afines a los conceptos de tolerancia e intolerancia.[/quote:5bc0117038]
http://www.filosofia.org/filomat/df545.htm

25/05/2007 2:54

[quote:0242338fcd][b:0242338fcd]Concepto moderno («anticristiano») de Tolerancia[/b:0242338fcd]


Segunda gran etapa sistemática de la historia del concepto de tolerancia. [543] Comienza a configurarse en el momento en el que el poder de la Iglesia se descompone (por la lucha entre las diversas intolerancias dadas en su seno, por las luchas de los reformados y contrarreformados, así como de los reformados entre sí) y se entrecruza con los poderes del Estado moderno; podría comenzar cuando en el seno de estos conflictos va moldeándose (a través del escepticismo y a través de la nueva religiosidad privada, a través de los «thelemitas», o a través del efectivo individualismo de la nueva burguesía dominante en ascenso) la figura de una subjetividad inviolable (la que reclama el habeas corpus), de un fuero interno que ha de mantenerse más allá de toda vigilancia y control, porque es el ámbito de la libertad, el recinto de los secreta cordis. Una libertad que ya ni siquiera, según algunos, estará promovida por Dios y, por tanto, que si Dios ha creado como libre –tolerando el riesgo del mal– deberá también ser tolerada en virtud de esa su naturaleza libre. El objeto formal de la tolerancia podrá comenzar a perfilarse ahora no a través del mal, en cuanto tal, sino a través de los actos, opiniones o intenciones de una persona en cuanto que, por ser efecto de su libertad, pueden considerarse en sí mismos como valiosos y buenos (aun cuando moralmente pudieran ser calificados como malos, conservarían siempre una bondad o excelencia que les viene no simplemente de su ser, sino de su ser libre). Es esta libertad aquello que podría ser amado. ¿Por qué tolerado? Porque son, incluso en la medida en que estos actos u opiniones se opongan a los míos. La tolerancia es ahora una virtud que reprimirá mi tendencia a oponerme intolerantemente a lo que se me enfrenta. Puedo oponerme a ello, pero no me opongo, tolerándolo, reconociéndolo, en virtud del respeto a la libertad. Este respeto se funda, tanto más que en la evidencia de que el acto libre, por serlo, haya de ser íntegramente bueno, en la duda acerca de si un acto libre, por serlo, pueda ser malo: en el escepticismo en torno a nuestros códigos morales, compatible muchas veces con un optimismo metafísico según el cual lo que los hombres hacen espontánea y libremente ha de ser bueno (la bondad natural del hombre) y por ello, la tolerancia.

El concepto moderno de tolerancia podría caracterizarse como un concepto que incluye formalmente la negación polémica del concepto anterior (el de intolerancia ante el mal). La tolerancia ante el mal –cuando el mal ya no aparece como algo muy seguro, cuando se cree que nada es bueno, o bien, que todo puede ser bueno de algún modo– se cambia en tolerancia ante el bien. Si a esta actitud de respeto se le llama tolerancia, será sólo en virtud de que esta actitud se concibe como negación de la actitud intolerante que, ante lo que no se ajusta a la norma, prescribía la actitud anterior. El concepto moderno de tolerancia podría ser considerado formalmente como un concepto anticristiano, porque la tolerancia es tal en cuanto negación de la intolerancia efectiva. La tolerancia, según esto, no será tolerancia ante las personas (que son objeto de amor) sino tolerancia ante los actos y opiniones de las personas en cuanto son consideradas como suyas (por efecto de su libertad), y por tanto, como propiedades que se les debe en justicia. Si en la primera etapa sistemática la tolerancia se nos aparecía en el contexto de la caridad, ahora, la tolerancia se nos dibuja en el contexto de la justicia. Es un derecho atribuido a la nueva figura de la persona individual, el derecho a actuar y opinar sin que ningún poder público pueda inmiscuirse cuando no hay daños para terceros. En su extremo, percibimos muy bien esta nueva sensibilidad en la escena en la cual Don Quijote pone en libertad a los galeotes, porque van encadenados en contra de su libre voluntad. Es también Cervantes quien, como se ha dicho, ha acuñado (Don Quijote, ii parte, capítulo liv) la fórmula lingüística que estará llamada a convertirse en la bandera misma de nuevo liberalismo: la fórmula de la «libertad de conciencia». La fórmula «libertad de conciencia», si apareció en España, no fue seguramente como efecto de la casualidad: acaso ocurría que era este el lugar de Europa en donde el nuevo absolutismo contrastaba más con la inveterada coexistencia de las tres religiones monoteístas, de la que resultaba aquella situación de «tolerancia», tantas veces encarecida, referida ya a la época de Fernando iii. Y es esta «libertad de conciencia» aquello que podríamos tomar como objeto formal del nuevo concepto de tolerancia. Lo que se tolera no es la persona (a la que habrá, sin más, que amar) sino a su conciencia, es decir, a sus opiniones, a sus juicios, a sus actos, en tanto son libres (suyos, debidos). Precisamente porque este concepto de tolerancia ante los contenidos de una conciencia libre burguesa (aún opuestos a los míos) se recorta, sobre todo, frente al deber de intolerancia enseñado por el cristianismo tradicional, resultará que su primer contenido no podría ser otro sino ese mismo cristianismo (y, con él, las otras religiones) que deberá ser tolerado a los cristianos que libremente quieran practicarlo: la tolerancia equivaldrá, ante todo, a la libertad de cultos; después, se generalizará a otras regiones de la conciencia (la «libertad de imprenta» consecutiva a la «propiedad intelectual») que se consideran desligadas del Estado. Sobre este núcleo de tolerancia, fundado en el reconocimiento de una libertad de conciencia individual se irán configurando conceptos positivos que, se designen o no con palabras derivadas del tollere latino, envuelven el concepto de tolerancia, como concepto orientado a promover la libertad ajena individual, sin consideración de sus contenidos internos, en virtud de su propia forma de libertad. Por ejemplo, podríamos citar el concepto de generosidad de Espinosa, en cuanto vinculado a la liberalidad (Ética iii, 59, Escolio). No es el contenido de la libertad, sino su forma (que se supondrá en sí misma buena –el laissez faire, el optimismo monadológico–) aquello a lo que apunta el nuevo concepto de tolerancia, cuya única limitación (lo intolerable) será también externa, aquella que se expresa en el artículo vi de la Declaración de los derechos del hombre: «La libertad consiste en hacer todo aquello que no perjudique a los demás.» Es el mismo formalismo que inspira la doctrina de Kant sobre la dignidad humana, fundada en la autonomía de la persona y en el respeto a la ley moral, en virtud de su forma.[/quote:0242338fcd]
http://www.filosofia.org/filomat/df546.htm

25/05/2007 2:56

[quote:58e50a112a][b:58e50a112a]Crítica al concepto moderno de Tolerancia[/b:58e50a112a]


El concepto moderno de tolerancia es un concepto puramente reactivo, y sus referencias se van dando a medida en que se extiende la figura de una «libertad de conciencia» solidaria con el desarrollo de unos nuevos modos de vida capaces de ir señalando el contorno de los recintos individuales «sagrados», inviolables, en un conjunto de coordenadas culturales más o menos precisas (coordenadas urbanísticas, familiares y comerciales, desarrollo de la sociedad de familias frente al Estado aristocrático). Pero estos contornos no son los de una sustancia y sólo tienen sentido en función del sistema histórico de coordenadas envolventes. La crisis del capitalismo, el enfrentamiento de las grandes unidades nacionales, por un lado, y la aparición de las nuevas unidades políticas de clase, por otro, irán transformando la definición de estos contornos de la persona y podrán mostrar hasta qué punto esa «libertad de conciencia» es un concepto ideológico (una forma de la falsa conciencia), preparando el terreno hacia nuevas evidencias (acaso también fenoménicas) que mostrarán a la tolerancia como una virtud inferior, subordinada a la razón de Estado, de la raza o de la clase social. Desde el fascismo hasta el estalinismo, la intolerancia hacia las opiniones llamadas individuales (hacia la libertad de conciencia) que se opongan a la nueva dogmática cuasirreligiosa, volverá a ser valorada como una virtud. Esto explicaría que, en un período de crítica al fascismo y al estalinismo –al totalitarismo del que habla Glucksmann en el último capítulo de Los maestros pensadores– la idea de tolerancia (respecto de la conciencia individual) vuelva a cobrar una potencia similar a la que tuvo en la época moderna, en el período de la crítica al antiguo régimen. Con lo cual podríamos seguir diciendo que el concepto de tolerancia se presenta como reactivo de una intolerancia práctica previa. Las definiciones modernas de estos contornos constituidos por las «conciencias individuales», serán consideradas por muchos liberales, o libertarios, como conquistas irrenunciables de la civilización o como reconquista preciosa de una era saturnal ya perdida. Pero, al mismo tiempo, la crítica contemporánea a esas conciencias individuales mantendrá, al menos, la duda sobre el carácter ideológico de ese concepto de libertad de conciencia, sobre lo movedizo y externo de sus contornos individuales, sobre la necesidad de profundizar en sus relaciones de dependencia respecto de las condiciones culturales y sociales y sobre la naturaleza metafísica y utópica de todo intento de fundar esa individualidad (y la intolerancia hacia ella) en principios también metafísicos.[/quote:58e50a112a]
http://www.filosofia.org/filomat/df547.htm

25/05/2007 2:58

[quote:96e8ecca31][b:96e8ecca31]Idea funcional-formal de Tolerancia[/b:96e8ecca31]


¿Cabe desprender un concepto funcional de tolerancia una vez diseñado el desarrollo histórico de sus especies principales? [543-546] Pero, ¿cómo sería posible un concepto funcional que no fuera una mera reexposición vaga del concepto material-histórico? Mi respuesta aquí sería de este tipo: un concepto funcional de tolerancia –en cuanto concepto que, por funcional, es neutral respecto de sus especificaciones históricas y axiológicas– es un concepto naturalista (inserto en un orden causal, en un orden del ser) si es que no quiere derivar hacia un territorio meramente nominal. Nos arriesgaríamos a diseñar la «estructura formal» del concepto funcional de tolerancia en términos parecidos a los siguientes:

El concepto de tolerancia incluye internamente una situación de intolerancia (es decir: no tanto un concepto de intolerancia definible previamente en términos morales) de suerte que la tolerancia pueda dársenos como una función (una suerte de función) por respecto de esa intolerancia previa, que desempeñaría algo así como el papel de variable independiente. La situación o estructura (de índole causal circular) correspondiente a esta relación funcional tendría el siguiente aspecto: de una parte, un conjunto de entidades personales (S1, S2, S3... Sk... Si) –individuales, jurídicas, institucionales, de diversas especies (familia, estado, partidos políticos, Iglesias)– y de otra parte un conjunto de contenidos personales (actos, opiniones, programas) –designémoslos por a, b, c, d... m– atribuidos también a personas (en cuanto agentes, soportes, &c.). Podemos designar a los elementos de este conjunto por los símbolos S1a, S1b, S1c... S2a, S2b... Sim.

En la terminología pertinente a este contexto, las formas Sim corresponden a los «actos de libertad» de la persona S –aunque, en nuestro concepto formal, «libertad» no debe connotar necesariamente alguna situación acausal, sino precisamente el contenido de un proceso real (natural) y, por tanto, sometido a la legalidad causal.

Esto supuesto, será preciso introducir una influencia de Si sobre un Sk –de suerte que esa influencia Si Sk pueda interpretarse como una forma de intolerancia primaria o previa (en el sentido físico –no calificado aún moralmente– de una intromisión causal de Sim en la supuesta esfera independiente o «libre» de Sk) para que, añadiendo el concepto de una reacción de Sk sobre Sim, e interpretando esta reacción como contenido correspondiente a la tolerancia, tuviéramos dadas las condiciones para que el concepto de tolerancia sólo pueda cobrar su figura supuesta una situación previa de intolerancia primaria. Ahora bien, la tolerancia de Sk respecto de Sim (que, hasta el momento se nos da ya como un proceso circular correspondiente a la acción de Sim sobre Sk) incluirá también formalmente el poder efectivo (causal) o capacidad de causar la interrupción, no ya la influencia de Sim sobre Sk sino la misma constitución de Sim (digamos: la producción, acción, emisión, por Si de un contenido m). Si este poder (llamémosle Skm) no existe, tampoco cabría hablar de tolerancia, sino, simplemente, de resignación o de paciencia de Sk ante la efectuación por Si de m. Este poder puede suponerse, en líneas generales, de tal modo, que su ejercicio sea compatible con la subsistencia de Sk. El poder de suspensión de Sk puede abarcar desde su capacidad para suprimir la existencia de Si, hasta simplemente su capacidad para suspender m, manteniendo Si (supuesto que tenga sentido operar con esta unidad Si). En general, nos inclinaríamos a asignar la tolerancia –en cuanto concepto de un fenómeno– al poder de suspender los contenidos m, más que al poder de suprimir a Si. (Si la Inquisición, a través del brazo secular, suprimía en la hoguera la existencia de distintas personas intolerables, lo hacía en el supuesto de que la vida espiritual de aquellas subsistiera y, por tanto, su intolerancia secundaria, como la llamaríamos, al igual que la tolerancia alternativa posible, recaería también sobre Sm y no sobre Si). Por último, será preciso introducir el concepto de una capacidad o poder de Sk en orden a suspender su propia capacidad de suspensión de Sm: designemos a esta capacidad por Skm, en cuanto mantiene la forma de una «negación de la negación».

Y con estos presupuestos, podemos ya definir la tolerancia, en su sentido formal (natural, causal) como el poder (mejor: el ejercicio del poder) (Sk) de Skm'' para suspender la capacidad de suspender (Sm') el contenido m de Si. La intolerancia formal o secundaria se definiría, simplemente, como el ejercicio del poder Skm' –lo que a su vez comporta una suspensión o inactivación de Skm''–.

Con esto, la tolerancia formal resulta apoyarse sobre una intolerancia primaria; pero lo mismo habrá que decir (cerrando el circuito) de la intolerancia secundaria. La intolerancia se nos manifiesta, de este modo, como una suerte de proceso circular: toda intolerancia implica una tolerancia previa, siendo la tolerancia un proceso intercalado entre dos intolerancias (primarias o secundarias) reales o posibles. La tolerancia no se nos aparecerá, en virtud de su forma, como una situación gratuitamente dada, sino como resultado de la propia dialéctica de las intolerancias (pongamos por caso la de las iglesias calvinistas y católicas). El concepto de tolerancia formal recién esbozado, por artificioso que pueda parecer, es, sin embargo, mucho más simple en su estructura que, por ejemplo, el concepto (considerado sin embargo por todos como elemental) de elipse, definida por lugares geométricos. Y si nadie objeta a la figura geométrica de la elipse nada por su «complejidad», ¿por qué habría que ver como artificiosa una complejidad aún menor atribuida a la figura moral de la tolerancia?[/quote:96e8ecca31]
http://www.filosofia.org/filomat/df548.htm

25/05/2007 3:00

[quote:a09ef53605][b:a09ef53605]Tolerancia como concepto moral[/b:a09ef53605]


La figura formal de la tolerancia y, con ella, de la intolerancia, sólo comienza a ser un concepto moral cuando pueda ser especificada como buena o mala. La tolerancia será moralmente buena si su proceso se considera que abre el camino a valores morales positivos; y también la intolerancia podrá ser buena moralmente (puesto que formalmente no puede decirse que sea intrínsecamente mala) cuando su proceso abra camino a valores morales positivos o cierre el paso a valores considerados moralmente inaceptables, aunque físicamente sean enteramente reales y posibles (pongamos por caso, la intolerancia hacia determinados rituales religiosos que incluyan la antropofagia, o la intolerancia hacia determinados prejuicios de sectas religiosas que prohíben transfusiones de sangre). Ahora bien: de una estructura formal naturalista (de un ser) no es posible extraer una cualificación moral, un deber ser. Pero el deber ser puede obtenerse del deber ser (y en parte también el ser) y, en este plano, se movería el «razonamiento moral». Con esto queremos decir que sólo insertando el concepto formal de tolerancia en un contexto o escala en el que se den las cualificaciones morales, será posible también cualificar moralmente la tolerancia y la intolerancia formales. Dicho de otro modo: es preciso ofrecer los parámetros de la función «tolerancia» para que ésta alcance un significado moral.[/quote:a09ef53605]
http://www.filosofia.org/filomat/df549.htm

25/05/2007 3:02

[quote:a82d92a15b][b:a82d92a15b]Parámetros para que la Tolerancia alcance significado moral[/b:a82d92a15b]


Estos parámetros han de buscarse, por un lado, en la región de los términos S; por otro lado, en la región de los contenidos (a,b,c). [548]

El «parámetro» a partir del cual el concepto de tolerancia se ha construido históricamente ha sido la dogmática religiosa, porque la intolerancia primaria iba asociada a las religiones monoteístas, en cuyo ámbito, sin embargo, se incubó la figura de una individualidad subjetiva que es imagen de Dios y asiento suyo. En su primera etapa, es esta intolerancia aquello que aparece calificado moralmente como bueno y es la tolerancia aquello que aparece simpliciter como malo. Pero es el desarrollo de la misma individualidad, que se incubó en la intolerancia de la dogmática cristiana, aquello que podría dar lugar a la inversión de la calificación moral de la intolerancia: la tolerancia hacia cualquier acto de esa individualidad (que ha crecido en el ámbito de una religión universal) es precisamente aquello que conducirá dialécticamente a la «descalificación» de la intolerancia y, con ello, a la valoración positiva de la tolerancia, a su concepto moderno. En el presente, a los «parámetros religiosos», se han añadido (principalmente, no únicamente) los «parámetros políticos».[/quote:a82d92a15b]
http://www.filosofia.org/filomat/df550.htm

25/05/2007 3:03

[quote:018f39218a][b:018f39218a]Tolerancia «negativa»[/b:018f39218a]


La tolerancia, según el concepto funcional propuesto, tendrá que ver, sobre todo en el marco de una sociedad política democrática, con la neutralización de la tendencia a suprimir la acción de las personas que mantienen posiciones políticas (también: científicas, filosóficas, morales...) opuestas a las del tolerante. Esta neutralización implica el poder de suprimir la acción individual o colectiva, ya sea como poder de represión o censura activa (la mordaza, la prisión de los otros) ya sea como poder de inhibición o censura pasiva (no tomar en consideración las posiciones u opiniones del contrario; dejarle que actúe o que hable sin ofrecerle resistencia, sin replicarle, es decir, ejerciendo la tolerancia como «paciencia» o simplemente como indiferencia o desprecio derivado de la prepotencia: «mis vasallos y yo –decía Federico II de Prusia– hemos llegado a un acuerdo: ellos dicen lo que quieren y yo hago lo que me da la gana»).[/quote:018f39218a]
http://www.filosofia.org/filomat/df551.htm

25/05/2007 3:05

[quote:9fece1a2c8][b:9fece1a2c8]Tolerancia «positiva»[/b:9fece1a2c8]


La tolerancia no puede reducirse al poder de «neutralización de la oposición» (a la tolerancia negativa); la tolerancia supone además el poder o facultad de suspender esta capacidad de neutralización (por represión o por inhibición) de las posiciones opuestas. No es tolerante, sino de modo meramente negativo, quien deja hablar o actuar a otros apoyándose en su capacidad de inhibirse (retirándose, soportando o despreciando). La tolerancia implica neutralización de esa misma capacidad de inhibición, a fin de tomar en cuenta al «adversario», aunque sea para refutarle. Precisemos: «tomar en cuenta al adversario» ha de entenderse no sólo en el plano psicológico-diplomático (afabilidad, cortesía, «comprensión») sino en el plano lógico-dialéctico, lo que sólo puede ocurrir cuando las posiciones del adversario sirvan efectivamente para con-formar, aunque sea por la vía de la contrafigura, las posiciones propias, y cuando éstas dispongan de una «complejidad lógica» capaz de poder asimilar en el sistema, aunque sea críticamente, a las posiciones contrarias. No podremos llamar tolerancia a la inhibición ante las acciones o incitaciones de otras personas que pongan en peligro nuestra propia vida o las de los demás (mediante actos de terrorismo, por ejemplo), así como tampoco será «intolerancia» la represión, incluso la represión violenta, de tales acciones. Desde este punto de vista no cabe condenar cualquier acción violenta, en cuanto violenta, por intolerante.

Concluimos: el valor moral de la tolerancia o de la intolerancia no ha de extraerse de ningún concepto formal natural o metafísico, sino de supuestos históricos, culturales y sociales, que, como «parámetros de la función», es preciso identificar en cada caso minuciosamente.[/quote:9fece1a2c8]
http://www.filosofia.org/filomat/df552.htm

25/05/2007 3:06

Hunter, te soy sincero, leí los dos primeros mensajes del thread, son interesantes pero es mucho para un feriado.
Hoy la cabeza me da solo para algo mas banal y frívolo, pero prometo completarlos a la brevedad. Y no viene mal reforzar el concepto de Tolerancia/Intolerancia, habida cuenta de algunos que estuvieron rondando y posteando en este foro.
Ahora, sé que anduvo por hospitales y consultorios médicos, diga la verdad, ¿esta seguro que no se afanó alguna medicación contraindicada? Últimamente esta posteando rarísimo, mas hermético y críptico que una letra de los Redondos.

25/05/2007 12:20

Hunter...

Copate dale... :wink:

25/05/2007 12:48

¡¡¡HAAA..PAPÁ!!! :shock: :shock:

25/05/2007 12:51

Hunter... si no llegas a comprar de la buena, bancatela y no tomes cualquier porqueria, mira como te deja... te lo decimos nosotros che! que te hemos conocido cuando la croqueta te andaba pipi cucu!!!



:twisted: :twisted: :twisted:

26/05/2007 9:00

se tolerante y hace un resumen

26/05/2007 9:02

[quote:6d32416ee8="iabo"]se tolerante y hace un resumen[/quote:6d32416ee8]

No es el contenido de la libertad, sino su forma (que se supondrá en sí misma buena –el laissez faire, el optimismo monadológico–) aquello a lo que apunta el nuevo concepto de tolerancia, cuya única limitación (lo intolerable) será también externa, aquella que se expresa en el artículo vi de la Declaración de los derechos del hombre: «La libertad consiste en hacer todo aquello que no perjudique a los demás.» Es el mismo formalismo que inspira la doctrina de Kant sobre la dignidad humana, fundada en la autonomía de la persona y en el respeto a la ley moral, en virtud de su forma.

26/05/2007 9:56

Nunca está de más esto.

26/05/2007 10:10

Hunter.
Por favor ¿Me podrìas resumir el trhead?
Usted que es muy bueno.

26/05/2007 10:15

[quote:0a412476d7="Hunter"][quote:0a412476d7="iabo"]se tolerante y hace un resumen[/quote:0a412476d7]

No es el contenido de la libertad, sino su forma (que se supondrá en sí misma buena –el laissez faire, el optimismo monadológico–) aquello a lo que apunta el nuevo concepto de tolerancia, cuya única limitación (lo intolerable) será también externa, aquella que se expresa en el artículo vi de la Declaración de los derechos del hombre: «La libertad consiste en hacer todo aquello que no perjudique a los demás.» Es el mismo formalismo que inspira la doctrina de Kant sobre la dignidad humana, fundada en la autonomía de la persona y en el respeto a la ley moral, en virtud de su forma.[/quote:0a412476d7]
GRACIAS

26/05/2007 10:26

"Comprender a los demás es sabio, comprenderse a uno mismo es estar iluminado. El que vence a los otros es fuerte, pero el que se vence a sí mismo es poderoso" LAO TSE

26/05/2007 11:42

Perdón por inmiscuirme en un debate filosófico de la tolerancia, pero hablando como simple mortal promedio habitante argentino, diría que es fácil pedir tolerancia, lo difícil es serlo.

26/05/2007 11:49
La información de ésta página esta desactualizada y es una version antigua del foro cuando se encontraba en otro dominio.

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