Escorts en Mendoza

[color=darkred:29158a275f][b:29158a275f]Apuntes del turno mañanero[/b:29158a275f]


[b:29158a275f]Introito[/b:29158a275f]

El hecho de pagar para tener acceso a la cochinada, demuestra varias faltas en el aspecto físico o el sicológico de algunos hombres que fomentan tal actividad.

[b:29158a275f]1) Falta de cancha[/b:29158a275f] para llevar a la catrera a la piba que atiende el quiosquito, a la cobradora del supercable o a la milica de la esquina.

[b:29158a275f]2) Falta de atractivo físico[/b:29158a275f], o por lo menos un físico deseable por las mujeres más o menos lindas. Por ejemplo, en el caso mío parezco un actor de cine..., me parezco a Danny DeVito.

[b:29158a275f]3) Falta de tacto[/b:29158a275f] son los que tienen en mente hacer cosas tan cochinas, que cuando se las proponen a una mujer más o menos decente, sale corriendo pal otro lado.

[b:29158a275f]4) Falta de confianza en uno mismo[/b:29158a275f] para encarar a la compañera del trabajo o a la vecina de la otra cuadra.

[b:29158a275f]5) Falta de ganas de aguantar despelotes[/b:29158a275f], porque si conseguís a una amante estable, es casi seguro que trae como valores agregados sus quilombos familiares, como ser, la recontrarefinanciación de las refinanciaciones del cuñadito con más entradas al CoDeMe que al Jumbo; la operación de lolas de la suegra; el tapado de visón que le quiere regalar a la abuela de 95 años, que la llevés a Uspallata a saludar una tía, etc.

[b:29158a275f]6) Falta de tiempo[/b:29158a275f], porque es más fácil meter la mano al bolsillo, sacar un billete, mostrarlo y usar las palabras mágicas: ¿vamos, nena?

En realidad, lo más higiénico, psicológicamente hablando, en tirar unos mangos para encamarse con una piba que en la calle San Martín no te daría ni la hora. Le pagás por sus servicios y listo. Si no le debés nada, podés salir con la otra que está en la misma esquina y si volvés a la primera es porque atendió mejor. Si hay disputas entre ellas, problema de ellas.

Ya que vas a pagar, conviene buscar una que esté lo más rica posible, porque la chica que cobra está totalmente mentalizada de que es una prosti dispuesta a hacer cosas que su familia ni se imagina.

[b:29158a275f]Panorama callejero del Turno mañana[/b:29158a275f]
En este turno, las minas ricas serán tres, cuatro como máximo.
1) Montecaseros y Córdoba. A veces encontrás una blanquita rubia anteojuda, con caderas un tanto anchas para mi gusto, que te atiende en forma aceptable: se desnuda totalmente, la chupa sin, se muestra medianamente complaciente y acepta hacer posiciones. Tiene unos pezones casi blancos que se deja succionar si lo hacés suavemente. La penca tiene un pequeño mechón de pelos castaños. Con esta todo depende de cómo vas graduando la guita. Tomá un servicio mixto, vas tanteando cómo te atiende y podés sacar de diferentes bolsillos billetes preparados a tal efecto. Si te doy 10 más, ¿qué me das?, es la pregunta que conviene hacer y en una de ésas conseguís todo lo que querés. La piba no es bella pero se destaca claramente como si fuera Marilyn Monroe entre las otras ordinarias, feas, sucias y drogadictas.
Pase: 20
Mixto: 30
Mixto con franeleo: 40
Completo: 50
A todo esto se deberá adicionar el 10 de rigor para la pieza.

2) Corrientes, a lo largo de la cuadra entre Montecaseros e Ituzaingó.
Una petiza con el pelo teñido claro con algunos rulos grandes. Atención mucho mejor que la anterior, no porque esté rica, sino por lo bien que se prende. Entre 30 y 40 años, tez clarona pero no blanca, pechos medianos, buena cintura a pesar de ser bajita, lindo poto redondo. También se saca todo lo puesto, la chupa con, muy buena en este metier. Si hacés un 69, se mueve parriba y pabajo para cogerte la lengua (yo se la dejé quietita adentro y ella se movía a sus anchas, tal vez un poco más fuerte de lo aconsejado por el odontólogo). Le hice la cola por 40 en la primera salida. Creo que ésta es de las que prestan la parte de atrás sin forro a conocidos, porque cuando acabé, siguió moviéndose unos segundos más hasta que sentí el rítmico latido de su colon durante un notorio orgasmo anal.
En un futuro a ésta se la voy a dar por atrás sin, así me tenga que comprar 5 litros de Ayudín para desinfectármela.
Mixto: 20
Mixto con franela: 30
Completo 50 (se lo saqué por 40)

3) Los sábados en la mañana, en la parada de micros frente a la iglesia de Salta y Beltrán, aparece como esperando el colectivo una piba de unos 20, rubita, pelo con rulitos, cara de inocente. Al verla uno se pregunta ¿es o no es? Doy otra vuelta. Dejo pasar la horda de autos y colectivos y me estaciono frente a ella. Ni siquiera me mira. Parece que está enfrascada escribiendo un mensaje texto con el celular. Se acerca otro colectivo y doy otra vuelta. Esta vez al detenerme doy un toquecito a la bocina. Alza la vista, me mira indiferente y sigue con el podrido celular. Bueno, parece que no. Por las dudas doy otra vuelta a la manzana. Ya no está en su lugar, pero alcanzo a verla dialogando con un tipaco en el Gol viejo con la puerta abierta. A lo mejor lo estaba esperando. Al sábado de mañana siguiente me doy una vueltita y la veo nuevamente. Repito lo de la semana pasada y me da la misma bola. Parece que la muy putilla elije los jóvenes con autos decentes y no los viejos con catraminas como es mi caso. Voy a esperar hasta fin de mes, cuando faltan candidatos, creo que entonces, ante la escasez de clientes, me dará bola.

4) En Federico a mitad de cuadra entre Chacabuco y Beltrán hay un conjunto de rameras sentadas. Una negra de raza negra, regularona, no más. Una morocha argentina con la mitad de las tetas al sol y poto imponente. Una rubia de melenita con súper tetas. La negra negra es feota y no vale la pena gastar nada. La morocha de delantera imponente te atiende a reglamento, cola incluída, por 40+10 de la pieza. Pero si no le pone un poco de onda, no vale la pena gastarse un 50. La rubia tetuda es conocida como la “teta e goma” porque se hizo aumentar. No he tomado servicio porque me pinta estrictamente profesional.

El resto, salvo que algún espión pase un buen dato, no valen la pena, es más las que deberían pagar serían ellas para que un valiente se las clave.

[b:29158a275f][size=18:29158a275f]Xp Retro[/size:29158a275f][/b:29158a275f]
Hace unos cinco o seis años y en medio de una de las recurrentes crisis económicas del país, una noche a eso de las 23 veo en la esquina de Ituzaingó y Chacabuco una hermosa mujer: rubia, piel blanquita, rasgos delicados, con un jean ajustado que dibujaba un hermoso poto sostenido por muslos potentes y bien torneados. ¿Y eso, no me digas que labura? pienso mientras acelero para dar tres cuartos de vuelta a la manzana, apago las luces y detengo el auto lo más sigilosamente posible. Me bajo, y caminando me dirijo hasta la piba, en una de ésas creí ver algo rico, engañado por las luces de la noche. Llego junto a ella y efectivamente veo que es un minón infernal.
– Hola, mami, ¿estás trabajando?
– Sí papito...
(pienso: que cosita más rica, espectacular, única, a ésta me la cojo así tenga que morfar arroz hasta fin de mes).
– Bueno, dame precios.
– Veinte la salida. – dice, y yo trato de disimular mi sorpresa, pues esperaba que me pidiera un cincuenta de movida. Mantengo la calma y le pregunto:
– ¿Qué incluye eso?
– Una chupadita y una metidita.
– ¿La chupadita con o sin?
– Con globo.
Vamos al hotelucho que está a metros de Federico y Chacabuco. Todo ocupado y dos parejas esperando.
– ¿Qué hacemos? - pregunto yo.
– ¿Conocés el Montecarlo?
– Sí, está en la calle Jujuy y Paraguay, pero son como diez cuadras.
– Busquemos un taxi.
Ni un reventado taxi se veía en el horizonte, yo tenía el auto escondido a media cuadra y no quería descubrir el juego por temor de perderme ese caramelito.
– Vamos caminando por Videla Castillo hasta que venga un taxi – propongo.
La mina agarró viaje y fuimos del brazo tomados como novios, mientras hablamos continuamente contándonos cosas personales, cada tanto miraba por si aparecía un auto amarillo y negro.
El asunto es que caminamos nueve cuadras hasta el hotel. En el trayecto charlamos y la fui conociendo, le daba piquitos en los labios a cada rato y ya éramos viejos amigos cuando nos dieron la pieza.
– Si te doy 10 más, ¿me das la cola?
– La cola no, porque es lo más sagrado de la mujer, pero si querés te la chupo sin.
En esa ocasión sí que le saqué el jugo a los 30. Al principio me la chupó con el cuero, después hice que me la pelara y la metiera entera hasta la garganta. La puse de espaldas y le devolví una lamida concienzuda. Hicimos cuatro posiciones: arriba, abajo, luego me puse de espaldas y la hice sentarse sobre mi pingo, finalmente nos pusimos como perritos. Acabamos los dos.
– Si me marido me viera me mata.
– ¿Sabe que estás haciendo esto?
– Si, pero le digo que sólo la chupo con y me tiendo de espaldas. Si le cuento todo me hace cagar y no me trae más.
– ¿Cómo que te trae? No me digás que está anda por aquí cerca.
– Claro, nos venía siguiendo y ahora me va a hacer quilombo por lo de los piquitos.
Cuando salimos del hotel vamos hasta la parada del 6 en la Videla Castillo, donde hay un chino enorme, cabeza cuadrada y pelo rizado esperando. Prudentemente la dejo a unos 10 metros y me despido con la excusa que voy a buscar el trole a la calle San Martín y aprieto el paso, por las dudas, en las útimas cuadras corro a todo dar hasta llegar hasta mi autito salvador.[/color:29158a275f]

[color=red:75da39f9ad][size=18:75da39f9ad][b:75da39f9ad]Panorama callejero del Turno tarde/noche[/b:75da39f9ad][/size:75da39f9ad][/color:75da39f9ad]
[size=12:75da39f9ad]Con esto del corrimiento del huso horario se ha despelotado el orden establecido para el fin del turno tarde y el comienzo del nocturno. Tradicionalmente, las sombras alargadas del ocaso indicaban a las chicas a quienes no les importaba que algún pariente las viera, que había llegado la hora de dejar sus puestos de trabajo a las que sí. Éstas útimas son las que por una razón u otra prefieren el anonimato, son las que se ponen apodos de fantasía: Jennifer, Yéssica, Déborah. Y cuando uno las interroga dicen que viven en Las Heras, cuando en realidad habitan más cerca de lo que creemos.

A eso de las 8 de la tarde comienzan a llegar a los puestos de trabajo, en los que permanecen hasta las 23, cuando se hace peligroso andar por zonas de la Cuarta, ya que a esa hora la mayoría de los tipos que tienen familia llegan a sus casas y los policías son más difíciles de encontrar que BinLaden.

Cualquiera que sepa contar, dando una vueltita por la zona constata que hay unas 40 chicas que trabajan en la calle. Todas ellas agrupadas, apiñadas, apelotonadas, amuchadas, arracimadas entre los siguientes límites: Ituzaingó, Ayacucho, San Martín y Entre Ríos. Esta curiosa disposición reemplaza a la anterior, que permitía encontrar algunas en calle Perú, la Plaza Chile, la Plaza España, algo en 25 de Mayo y otras en la bajada del Parque Cívico. Seguramente, la presión policial de investigaciones las ha amontonado en esta especie de ghetto de tolerancia, corriendo a las otras a refugiarse en la zona descripta para dejar la zona turística libre de la mundicia, tal como parecen pensar las actuales autoridades del Gobierno, reaccionario como los de antes (Y qué querí, con un ganso al frente y un policía bravo a cargo de las operaciones).

Aún si hubiera 50 chicas en la calle estarían todas por esa zona de la Cuarta.

Si nosotros hacemos la selección de calidad por el ojo, no quedan más de 12 más o menos apetecibles, y eso que aún falta saber qué tan esmerada es la atención que dispensan a sus ocasionales clientes. Esto desemboca en la conclusión de que considerando a todas, no queda ni media docena a las que conviene darles plata para satisfacerse.

[b:75da39f9ad]Peligro[/b:75da39f9ad]
Las minas más ordinarias están alrededor de San Luis e Ituzaingó y las menos, en diagonal, cerca de Maipú y San Martín.
Recomiendo, salvo las excepciones que relataré oportunamente, no tomar servicio con ninguna de la zona baja. He visto a unas cuantas pasarse una bolsita de nylon como si fuera una ronda de mate para aspirar el contenido de Poxirán. Esas pobres minas, aparte de feas, ordinarias, marginales, son adictas a ésas y otras drogas que las hace cometer cualquier boludez, como patotearte, robarte o meterte en un quilombo, cuando en realidad lo único que buscás es descargarte un poco, divertirte y tener algo agradable para recordar.

En la noche no ir a San Luis entre Salta y la Costanera, excepto (A) la negrita del poto (la nombro así porque es lo único que le luce) que se para mostrándolo en Federico y S Luis; (B) la nena del poto blanco (siempre la veo con un pantalón blanco) que está acompañada por un trabuco en Ituzaingó y Entre Ríos. Estas te complacen por 20 y accedés a la parte trasera por módicos 30, debiendo tener la precaución de subirlas al auto y tomar servicio en los alojamientos que no sean de la zona circundante.

Por Córdoba y Federico hay una rellenita (no es tan gorda) de ojos bellos, peinada con raya al medio y una pibita flaquita de pelo castaño rojizo natural que te tratan bien sólo de 30 en adelante. Olvidate de las otras.

Si sos corpulento, tenés que ver a la grandota de Urquiza y Montecaseros, de caderas enormes, poto espectacular y cejas depiladas tipo trava, pero es una chica (verificado por la inspección ocular de su entrepierna, a menos que se la haya comido un rottweiler, digo por la raja que le dejó como cicatriz), que aparece cuando está oscuro (pide 30 el mixto). En esta esquina y después de las 22, hay otra más baja, ahora con el pelo decolorado casi blanco, que supo exhibirse por la zona hace cinco o seis años cuando tenía cabello oscuro y por entonces era uno de los mejores cuerpos de la calle, quien luego del intermezzo de un par de años ha vuelto a la misma zona; para llevarla al catre deberás oblar no menos de 30.

Si el reloj dice que es de noche, pero el sol lo niega con la tozuda claridad dura de esconderse tras el Ande, podrás ver deambulando por la zona de Federico-Urquiza-Alberdi ida y vuelta a una flaca larguirucha bastante altota, un poco ancha abajo y otra de pelo corto bien vestida con una bolsa de boutique en la mano, que miran con insistencia a los automovilistas pero no se detienen en ningún punto fijo.

En Salta y Corrientes, sobre la esquina donde está el boxing club, se para cada tanto una veterana de pelo negro con un cuerpo más que atractivo aunque la cara no le ayude mucho, no conozco sus tarifas pero su apariencia me resulta prometedora.

Después de las 21 en Corrientes y Rioja está ELLA..., si tenés la oportunidad de verla te darás cuenta que te hablo de la mamita nocturna más rica cuyos piecitos hayan pisado veredas lampaceadas de Mendoza. Deambula desde el Hotel Cock hasta la esquina, dobla por Corrientes, camina hasta Rioja, a veces disimula comprar algo en un kiosquito a mitad de cuadra. Sólo por verla te darás cuenta que es ella, La Mariana (es un seudónimo) es lo más rico de la calle: cara bella, ojos abiertos enormes, caderas anchas, poto carnoso, tetas chupables, atención esmerada en la que se deja lamer todos los centímetros cuadrados de su piel, te besa con lengua, te francesea sin y de yapa te da la cola. Cuando se pone arriba, el largo cabello rojo ondea al ritmo que imprimen sus caderas. Una delicatessen propia de tus y mis sueños más cochinos. Deberás sacar un 60 para tenerla completa y, creéme, vale la inversión, porque cada vez que salgas con ella lo recordarás por días, semanas, meses y que seguramente serían siglos si es que se llegara a retirar hoy mismo de esa profesión.

En Salta y Alberdi está una flaca de 1.60, con ojos grandes y cejas depiladas, de cuerpo muy armonioso siempre y cuando no la veas vestida con una calza blanca que transparenta una tanga del mismo color, es en ese caso que te dará un ataque de leche. Pasa horas y horas esperando en la esquina (la muy boluda) porque reclama 30 por el pase pelado y 40 por el mixto. La cola la da por 80. Si esa mina cobrase lo que la Mariana, sería una seria competidora de la mamita. La precaución que deberás tener es no dejarte engatuzar por las otras tres minurzas que andan con ella, porque si miras con algo de atención, verás a un grupo de dos tipos y una ordinarísima gorda embarazada todos con pinta de villeros, sentados en la puerta del negocio donde venden cerámicos y sanitarios, como vigilanteando quién se va con las tres pibas jovencitas: una flaca dientuda con shorts, una negrita flacona teñida de rubio y otra chiruza platinada que tiene un poquitito más de delantera. Estas minas están drogadas o ferneseadas, pues siempre que les he preguntado me han dado cifras distintas, si llegás en el momento apropiado, en una de esas te atienden por diez sopes.

Olvidate de las de Salta y San Luis, que en una de ésas atienden bien, pero son fuleras en serio, a excepción de una rubiona petiza que de lejos se ve más que buena en comparación a las otras, de rasgos bonitos, pero tiene en la cara una mancha roja. Se ve que la mancha en cuestión le ha hecho descender el precio, porque te atiende decentemente por 20 y si le tirás 30 conseguís un completito; causa gracia que le dan asco los besos con lengua, pero la garompa sí que se la mete entera sin globo en la boca. En fin!

En Rioja y Alberdi para una flaca bien vestida, generalmente calza zapatos con taco, que está rebuenaza de pinta, casi siempre con jean con la botamanga doblada hacia afuera. Accedés por 30 a un mixtito, te pide 60 por hacer uso de ese poto hermoso que exhibe en esa esquina. Ésta sería la tercera o cuarta en el ranking de callejeras.

En la esquina de Beltrán con Rioja aparece diariamente y sin faltar, una piba de pelo oscuro y muy buen cuerpo, con la que te dije afeitada, que permite que por 30 te haga una mixto de francesita sin y metidita con, pudiendo ingresar a la parte de atrás por digamos 60, luego de arduas negociaciones. Si eres lo suficiente y embusteramente suavizado, podrás adquirir tal servicio por unos 50 en la segunda vez que lo reclames. Las otras vecinas de parada, algo gordeznas, te atienden bien por igual precio, pero es má mejor gastar en la más rica y no en la que quedó así por sobredosis de choripanes.

Yendo pal norte, encontrás a la segunda piba más rica de la calle, generalmente vestida con una faldita ultra corta que permite exhibir sus redondos glúteos en cuanto el viento o una agachada hacen de las suyas. Se la encuentra cerca de Ayacucho y Salta. De lejos parece una pendejilla menor de edad, pero ya tiene sus veinte y pico largos. Es flaca, de 1.70 de altura, de cuerpo muy armonioso, pelo largo de color del cable pelado de la Kenwood, que a veces luce recogido, cara de guacharaza, que te la succiona sin en cuanto se lo pedís y oblás unos 30. Cuando la billetera alcanza, ofreciendo un total de 50 podrás entrarle por la parte trasera, comprobando cuán ajustadamente queda tu cosa durante el acto. Razón suprema del perder el tiempo deambulando calles arrabaleras y buscando busconas que lo único que quieren de vos son esos trocitos de papel emitidos por Casa de Moneda y legalizados por el Banco Central de la República Argentina.

[b:75da39f9ad]El nidito de amor[/b:75da39f9ad]
Cuando levantás un golfa o ella te levanta a vos, conviene conocer los lugares adónde ir, fundamentalmente su usás carruaje a motor, busca los que tengan playa de estacionamiento:
- Federico casi Corrientes
- Salta pasando Corrientes
- Salta y Ayacucho.
- San Luis y Montecaseros (a veces).
Los otros alojamientos no tienen lugar adónde dejar el auto y deberás confiar en la suerte esperando que la mina levantada no tenga compinches que te lo afanen, rompan o te lo abran aprovechando las sombras de la tarde/noche. Tengo un conocido que hace el recorrido en auto, memoriza los lugares de las señoritas más apetecibles, deja el auto en la playa del súper de E. Blanco y San Martín y sale de infantería a buscar. Desde ya quedan descartados los otros telos de renombre, porque demostrarás que podés gastar y siempre te estarán cobrando de más.

PD: Solicito enviar este mensaje a todos los conocidos más o menos amigables. A los conocidos indeseables se les deberá sugerir que concurran a buscar en la zona peligrosa.

Fine.[/size:75da39f9ad]