Cine, Teatro y TV

¿Para el pueblo lo que es del pueblo?

El documental "Yo presidente" muestra a los mandatarios argentinos desde el '83 sin pelos en la lengua.



GESTO. Alfonsín y su gesto de campaña ante las implacables cámaras de Duprat y Cohn.(Distribution Company)

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Alli está Raul Alfonsín, explicando por qué dejó el Gobierno antes de tiempo. Carlos Menem matando moscas en La Rosadita, Fernando de la Rúa preguntando a quien lo entrevista —es Luis Majul, productor del filme— si no queda hablando demasiado lento, Ramón Puerta mostrando su lunar y diciendo que se parece a Perón, un Eduardo Caamaño jugando en su escritorio para mostrar, con lapiceras y controles de aire acondicionado, cómo fue su jura, una vicuña cuando debía aparecer Adolfo Rodríguez Saá, Chiche Duhalde dándole letra a su marido, Kirchner hablando desde el atril de la Casa Rosada.

Los presidentes argentinos, del '83 hasta el presente, desfilan por Yo presidente con tranquilidad y hasta desparpajo. El primer acierto del documental de Gastón Duprat y Mariano Cohn, los de Televisión abierta, radica en dejarlos hablar. Nada más sencillo.

A veces se apela a la metáfora (a la presentación de cada presidente antecede una toma de un animalito —¿por qué habrán elegido un perro?— en distintas acciones: dormita o ladra, se rasca o se muerde) pero la mayoría de las veces es el mismo personaje el que resalta con sus palabras sus errores.

De todos, por algún motivo es Alfonsín el que queda mejor parado, pero Duhalde comentando cómo mata tiburones con un revólver, o Menem justificando lo injustificable dan lugar a un escozor que recorre el cuerpo del espectador. Al margen de los ensayos de cámara, en los que absolutamente todos quedan ridiculizados, otro mérito de la realización es preguntar por los errores que han cometido. Allí es donde Chiche, ante el mutismo de su marido, le indica que no diga ninguno.

De los muchos documentales que pululan desde los últimos años, Yo presidente puede jactarse de ser el único en no tratar a su(s) protagonista(s) con extremada parsimonia. Ya fuera como ejercicio democrático, que los ex mandatarios insistan en tratar a la ciudadanía con soberbia o lisa y llanamente como si fuéramos una masa uniforme y deslicen responsabilidades, habla de ellos pero también de una Argentina circular. Si la culpa no es del chancho, es hora de comprar otro alimento.

( fuente Clarin)

un abrazo
Ivan