¿El mensaje rompe las reglas?
Reporta a Lord Carrington
[XP] Campanita BG: La fantasía de estar en una película porno.
23-Apr-2024, 18:50
¿Quién no ha tenido alguna vez la fantasía de estar en una película porno? Creo que a todos se nos ha cruzado alguna vez por la mente. Aunque si somos meramente racionales posiblemente nos demos cuenta que lo mejor es dejarlo así. En una fantasía. La realidad posiblemente sea muy diferente y, de hecho, mucho menos glamorosa. De solo pensar la cantidad de personas que deben estar detrás de cámara ya uno puede intuir que la cosa no debe ser fácil. Un director (no sé por qué me imagino un gordo traspirado con cierto parecido al sargento García) que te grita instrucciones de como cogerte a la protagonista, el camarógrafo metiéndome la cámara cerca del culo para captar los primeros planos, los de las luces, los del sonido y, sumémosle, algún infaltable curioso. Claramente, al menos en mi caso, la “fantasía” va destinada al fracaso. Creo que no habría la más mínima chance que se me pare la pija. Y si por esas casualidades del destino, ese milagro ocurriera, mi tamaño estándar no mostraría nada destacable, hundiendo mi carrera de actor antes que empiece.
En fin…Lo mejor es buscar un camino intermedio. Y lo que se me ocurrió fue visitar alguna escort bien guarra que me brindara ese servicio, pero sin todo el molesto staff que se sitúa detrás de cámara. Campanita parecía ser la adecuada. Hay sobradas referencias acerca de ella y de su ímpetu a la hora de atender a los clientes. Así que me embarqué en el periplo de ubicarla y conseguir un turno. Ella no trabaja todos los días, lo cuál dificulta concretar una cita. Después de algunas peripecias logramos ponernos de acuerdo y fijamos el día y la hora para vernos.
Edificio en la zona de Tribunales. Cuando llegás te pasa el número de departamento. Portero eléctrico y ella abre desde arriba. Edificio típico de oficinas, clásico de los años ´70. De hecho, el departamento de Campanita no puede disimular su reciente pasado “oficinesco”. En las antípodas de ser un lugar apto para coger, finalmente termina creando esa especie de morbo propio de la clandestinidad. Oscuro, desordenado y atiborrado de cajas y papeles. Claramente el incremento de los alquileres lleva a tener que buscar este tipo de lugares para mantener un arancel medianamente acorde para los clientes. El baño se nota remodelado. El agregado de la ducha es notorio y la estética brilla por su ausencia. Sin embargo, es apto para una correcta higiene. Más allá del desorden el lugar se encuentra limpio y la pulcritud de la dama es impecable. Nada que reprochar en ese aspecto.
Campanita es una mina con un biotipo de físico natural. No esperen encontrar ni una modelo, ni una chica fitness. Probablemente en la calle pase desapercibida. Y quiero recalcar esto para resaltar aún más dos virtudes que la hacen destacarse. En primer lugar, su servicio. La mina te coge con ganas. No se guarda nada. Tiene un servicio guarro, muy porno. Le gusta llevar las riendas, eso sí. Si uno está dispuesto a cederle el protagonismo, y dejarse llevar, ella te sumerge en un mundo de placer visceral, sin eufemismos ni decoros. Ese placer carente de racionalidad, que solo se encuentra en el barro, ensuciándose y abandonando (un poco) el alma humana. Coger en una habitación oscura con Campanita es lo más parecido a bucear en la poesía de Baudelaire. Como dijo la directora española Carlota Ferrer: “Baudelaire quiso beberse la vida y la vida acabó vomitándole encima, pero consiguió lo qué quería ser: Vanguardia con mayúsculas”.
En segundo lugar, quiero remarcar su buena onda. Desde que entré me hizo sentir muy cómodo. Me pareció muy simpática y se preocupó porque yo la pasara bien. Además, me pareció muy piola conversando.
Apenas llegué conversamos brevemente, me dio una toalla limpia y me fui a dar una ducha. En cuanto volví a la habitación la encontré abierta de piernas, ya se había lubricado la zona, y estaba metiéndose un consolador en el orto. Por lo visto no perdió un segundo. Verla así me trajo el primer cosquilleo en la pija. Lo que siguió fue un tsunami sexual que comenzó sin ninguna sutileza. Se sacó el consolador el culo y me pidió que le meta un dedo. Tímidamente colé una falange. Me agarró la mano y se mandó el dedo entero. Me dijo que meta dos. Entraron con total facilidad. Me dio un par de besos de lengua mientras me manoseaba la pija. Voló por el aire el calzoncillo y antes que pudiera darme cuenta me estaba chupando la pija (o, mejor dicho, devorándola). Arcadas, sonidos guturales, escupidas bien guarras y cantidades enormes de saliva me pusieron la chota como un garrote. Agarró un consolador violeta y me dijo que se lo meta en el culo. Mientras yo le metía el juguete ella seguía dejando cataratas de baba y haciendo un oral que me ponía los ojos en blanco. No sé cuándo estuvo. Perdí noción del tiempo. Me dijo que la coja por el culo. Quien podría decir que no. Me puso el forro, se puso en cuatro, le mandé la pija hasta el fondo y ella me pedía más fuerte. Obviamente, después de esos dos consoladores lo mío no era algo muy destacable. Me pidió que se la meta toda. Con un gesto de tristeza pensé para mis adentros “Ya está toda. No tengo más.” La cogí un rato así. Después se puso boca arriba, con las piernas bien abiertas. La volví a penetrar por el ano. Le daba con ganas y ella pedía más. Al final, me pidió la leche en la boca. Me saqué el forro. Se puso a chupar y le dejé todo el producto de mi calentura. Esperó que salga la última gota y escupió en la servilleta. Así como pude me fui a duchar.
Nos quedamos charlando en la cama mientras nos recuperábamos. Muy simpática. Me cayó muy bien. Tuvimos una conversación interesante. Todavía nos quedaba tiempo. Algo de franeleo y antes que pudiera reaccionar ya me la estaba chupando de nuevo. La cantidad de saliva que me dejó era digno de una escena bien zarpada de película condicionada. “Ahora me vas a coger por la concha”, me dijo mientras me ponía el forro. Se me subió arriba y me montó con ganas. Parecía una jineta en un rodeo. Hicimos algunas poses clásicas y cuando estábamos casi sobre el límite de horario le pedí acabar de nuevo en la boca. Me sacó el forro y me la chupó hasta que eyaculé el resto de semen que me quedaba. Nuevamente escupió en la servilleta. Ultima ducha y nos despedimos con promesa de reencuentro.
No hay mucho que agregar que no se sepa ya sobre Campanita. Una atención y una entrega difícil de encontrar en estos días. Hay muchos relatos y todos hacen hincapié en sus virtudes. Hay que experimentarlo en carne propia para tener una idea.
Salí de ese departamento, oscuro y clandestino, para volver a sumergirme en las ajetreadas calles de la zona de Tribunales. Los transeúntes parecían moverse a una velocidad superior a la mía. Claramente, Campanita había tenido la asombrosa habilidad de lograr abstraerme de lo cotidiano.
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