Yazmin masajista q te afloja todo y un polvo q te recarga las pilas - materiales

Hola a todos. Soy de los q se la pasan en el bondi y el subte, y termino el día con los músculos duros como piedra por el trajín diario y las malas posturas en la compu. Últimamente venía con una tensión en los hombros q me tenía a maltraer, tipo que ni un paracetamol me lo quitaba. Ya conocía a Yazmin, una rubia q es experta en desatar tensiones, trabaja por San Martín al 600, cerca de donde uno se distrae mirando vidrieras. También miré algunas reseñas actuales y me recordaron lo bien q la pasé, "Esta mina te deja nuevo", pensé en mi cabeza. Le escribo, contesta enseguida con buena onda y cierro para una hora completa por 80 mangos, queriendo probar el combo completo: relax total más un poco de diversión para cerrar. Sin sexo son 50 la hora. Llego al lugar, un edificio tranquilo en el medio del barullo de Retiro, toco timbre y subo por escalera. Me abre Yazmin con una onda re piola: alta como 1.70, rubia con melena lacia, piel suave, alrededor de 35 q le caen perfecto. "Entrá, q te voy a poner a punto", me dice con una risa tranquila q te hace sentir cómodo de entrada. El departamento es sencillo pero cuidado, con un living chico y el cuarto de masajes armado con camilla, olor a sahumerio q te invade y música estilo zen de fondo (o algo parecido q no se describir).

Le digo q vengo tenso como un cable, como si me hubieran atado con alambre y ella me escucha atenta: "No te preocupes, lindo, te lo voy a sacar todo". Me indica q me saque la ropa, me cubre con una manta tibia y empieza la sesión. Loco, qué tacto tiene esta mujer. Arranca por las piernas con crema q huele bien, subiendo con toques precisos q te hacen soltar un –"Uf!, justo ahí"–. Llega a los hombros y es una maestra: usa los dedos para pinchar los puntos duros, los antebrazos para estirar y te deja el cuerpo blando como manteca en verano. Yo ahí, desconectado del mundo, imaginando q estoy en una playa caribeña. Me gira con delicadeza, trabaja el torso, las manos, hasta la cabeza con roces q te quitan el ruido mental. Sus lolas grandes se notan por el top y esa cola bien formada se mueve lentamente mientras opera. Fueron unos 30 minutos de masajes serios, de los q te dejan liviano como una pluma, sin un gramo de rigidez. "Ya estás mejor, ¿viste?", me guiña, y yo: "Sos una crack, me diste un reset total".
Con el ambiente ya cargado por los roces, pasa al siguiente nivel sin dramas. Me clava una mirada juguetona y baja suave, arrancando con una chupada de lo mejor: despacio para calentar, con lengua movediza y luego acelera como un motor, metiéndola hondo q te hace apretar los dientes. Yo sujetando la camilla, gozando esa imagen de su melena rubia en movimiento. "Seguí así, Yaz, q me volvés loco", le tiro, y ella responde con una carcajada muda. Ponemos preser y se pone contra la camilla, dándome la espalda para q vea esa cola bailando mientras la penetro. Pasamos frente a frente en la camilla, yo empujando con calma pero profundo, acariciando sus pechos mientras ella suspira bajito, como una pantera ronroneando. Para finiquitar, la ensarto en misionero sobre la camilla, piernas separadas y le entro con fuerza, sintiendo cómo se acomoda y me anima con palabras calientes. Termino adentro, agitado como después de un picado con los pibes y ella me acaricia el brazo con una sonrisa.
Me paso por la ducha, q tiene buena presión y jabón sin olor fuerte, toalla seca y lista. Terminamos charlando pavadas, yo contando anécdotas del laburo y salgo por San Martín con las piernas livianas pero el ánimo arriba, paseando por el centro como si nada me pesara. En fin, Yazmin es una masajista de primera, dulce como miel, con formas q atrapan y un laburo q fusiona desestrés con sexo. Cuesta lo que vale, perfecto para sacarse nudos y recargar. Slds.

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