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Nada de Off, y la relación costo-beneficio, como comenta, es realmente una perlita...
Un abrazo
Total.esunratito
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Escorts - BairesGirls
Doblete con paraguayitas
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DOBLETE CON PARAGUAYITAS
Relato de ficción con sexo real explícito
La tomé del brazo y apuré el paso.
Sin embargo noté que Kharla quedaba varios metros por detrás.
-“No te separes…”-le grité. –“pueden alcanzarnos”
Ella dio varios trancos, con sus largas y bien torneadas piernas y se puso a la par.
-“Tengo miedo, Total…”- me dijo Kharina.
-“Entonces no hables y menos te detengas… son bichos rápidos y tienen buen olfato. Si paramos de caminar aprisa nos alcanzarán y no tenemos más armas que un cuchillo y el machete”.
La selva subtropical era densa y abrirse paso entre la espesura era un esfuerzo para los tres.
Sin embargo no podíamos siquiera detenernos a descansar.
El peligro de ser alcanzados por los bichos nos hacía huir sin preocuparnos por las enredaderas y las plantas que debíamos atravesar para llegar al puesto más cercano.
Varios monos carayá chillaron desde las alturas en las copas de canela y jacarandás que hacían de techo al entorno. Algún pájaro batió las alas y revolvió ramas y hojas. Varias cayeron sobre nuestras cabezas.
Un grito desgarrador se oyó a lo lejos.
-“Están cerca… corran si no quieren que nos alcancen… -les dije a las dos mujeres. Y comencé a correr.
Solté a Kharina y comencé a abrir un camino con el machete. La transpiración empapaba la camisa y un hilo de sudor bajaba por la espalda de los tres, humedeciendo los pantalones cortos.
Salimos a un pequeño claro y nos topamos con la fiera.
Quedamos como petrificados ante esos ojos de reflejos azules, el hocico levantado y la boca cubierta de afilados colmillos.
Las mujeres pegaron un grito al verlo, y la fiera retrocedió en alerta, sin dejar de mirarnos.
-“Es un yaguareté…”- les dije. No es un bicho como de los que huimos…”
Sin embargo un yaguareté es un animal grande. Este debía superar los xxx kilos.
-“Quédense quietos. No demuestren miedo porque es peligroso…”-me oí decir, a pesar de no poder apartar la vista de las fauces abiertas.
El felino levantó la cabeza y olfateó el aire.
-“Está oliendo a los bichos…” –dijo Kharla, apretando mi mano.
El yaguareté emitió un rugido y se interno en la espesura girando la cabeza hacia nosotros.
-“Está olfateando peligro… esperemos que se retire y sigamos huyendo…”-les dije por lo bajo.
Cuando las ramas y yuyos salvajes se cerraron tras la fiera, nos pusimos en movimiento primero lentamente y a medida que nos alejábamos cada vez más rápido.
Veinte metros más adelante la selva se hizo más rala, hasta que ingresamos al amplio parque que rodeaba el puesto.
Comenzamos a correr hasta alcanzar la alambrada. Busqué la llave del candado y con movimientos nerviosos pude abrirlo al primer intento. Cuando estuvimos a resguardo cerré la puerta y coloqué el candado.
A paso apresurado ingresamos a la casa.
Ya dentro restiramos agitados y nos abrazamos. Toda nuestra ropa estaba empapada de transpiración y guardaba restos de hojas, pedazos de los yuyos que atravesamos y los raspones de ramas.
-“¿Ahora qué hacemos?” –preguntó Kharina.
-“Aquí no pueden entrar… estamos a salvo hasta que llegue mañana el personal de la excursión…”
-“Quiero darme una ducha y quitarme todo estos restos que me cubren…” –Kharla se dirigió al baño mientras se arrancaba las prendas. La siguió Kharina, haciendo lo mismo.
Cuando ambas quedaron totalmente desnudas abrieron la ducha y el agua pareció calmar la ansiedad del peligro.
Coloqué la mochila y dejé el machete y cuchillo sobre la mesada. Terminado esto me desabroché los cordones de los borceguíes y comencé a desnudarme.
Arrojé la ropa donde lo habían hecho las chicas.
Me dirigí al baño y quedé asombrado del espectáculo.
Kharla y Kharina se estaban besando como dos amantes mientras se acariciaban sus zonas erógenas, bajo el agua que corría por ambas pieles.
Kharina se arrodilló y comenzó a introducir su lengua por la vagina de su compañera de ducha.
Kharla gemía y movía su vientre demostrando el placer que recibía.
Ingresé bajo el agua y atrapó mi boca con la suya. Fue un beso intenso. Bajé a sus senos y lamí sus pezones aplicando pequeños chupones sobre ellos.
Los gemidos fueron cada vez más intensos.
Kharina le introdujo un dedo entre las nalgas, penetrándola sin piedad.
El orgasmo de Kharla fue gritado con intensidad.
Quedó agitada como si hubiese corrido la maratón de San Patricio.
-“¡Uff… que bueno estuvo…!” –atinó decir.
Kharina se incorporó y comenzó a besarme los pezones, mientras me masturbaba bajo el agua.
Kharla se arrodilló y ahora era ella la que chupaba y lamía la vagina de su amiga.
La escena no podía estar más cargada de erotismo.
Mi calentura había llegado a su clímax y la descarga era inminente.
Ahora Kharina se prendía a mi boca y me succionaba como una boa buscando engullir un corderito.
Kharla la dio vuelta y le aplicó un beso negro que la hizo gritar de placer, mientras le introducía sus dedos en la vagina, acariciando el clítoris con el índice y penetrándole la cola con el mayor.
El orgasmo de Kharina fue tremendo, sin dejar de masturbarme en ningún momento. Hasta que avisé el mío.
Soltó mi boca y bajó presta al miembro, succionándolo sin cesar.
Descargué mis jugos en su boca con un quejido ahogado, porque Kharla estaba sellando mis labios con los suyos.
Así, finalizamos la ducha. Secándonos unos a los otros.
Caímos en la cama como peleles al recibir una descarga eléctrica.
Y cuando el ritmo cardíaco de los tres lograba la normalidad, Kharina se arrojó sobre mi cuerpo buscando más sexo. Abrió las piernas para que Kharla volviese a penetrarla con su lengua y dedos.
Me soltaron y pude presenciar un 69 de antología entre las dos féminas, aderezado con un aparato que gozaron sin detenerse a descansar un instante.
¡Cómo les gusta a ambas practicar el lesbianismo! Puede decirse que cada una encontró su coequipera ideal para estas lides.
El voltaje de la escena activó mis glándulas y, colocándome un preservativo, penetré a Kharla por colectora, pero sin lograr detener su sesión lésbica.
Por último, Kharina dejó de estar bajo de Kharla y se puso a mi espalda, jugueteando con los dedos de una mano, mientras con los otros acariciaba los gemelos, logrando la descarga final.
Separadas son verdaderas sacerdotisas del sexo. Juntas: un verdadero volcán imposible de describir en la apretada síntesis de una experiencia inolvidable.
Al subir al ascensor aún sentía, impregnado en mi piel, el tenue aroma de dos hembras que saben dar y recibir placer.
Y así fue, hasta llegar a mi hogar.-
Total.esunratito
Gif: $ xxx.- con la dupla de paraguayitas
Pongo foto
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La tomé del brazo y apuré el paso.
Sin embargo noté que Kharla quedaba varios metros por detrás.
-“No te separes…”-le grité. –“pueden alcanzarnos”
Ella dio varios trancos, con sus largas y bien torneadas piernas y se puso a la par.
-“Tengo miedo, Total…”- me dijo Kharina.
-“Entonces no hables y menos te detengas… son bichos rápidos y tienen buen olfato. Si paramos de caminar aprisa nos alcanzarán y no tenemos más armas que un cuchillo y el machete”.
La selva subtropical era densa y abrirse paso entre la espesura era un esfuerzo para los tres.
Sin embargo no podíamos siquiera detenernos a descansar.
El peligro de ser alcanzados por los bichos nos hacía huir sin preocuparnos por las enredaderas y las plantas que debíamos atravesar para llegar al puesto más cercano.
Varios monos carayá chillaron desde las alturas en las copas de canela y jacarandás que hacían de techo al entorno. Algún pájaro batió las alas y revolvió ramas y hojas. Varias cayeron sobre nuestras cabezas.
Un grito desgarrador se oyó a lo lejos.
-“Están cerca… corran si no quieren que nos alcancen… -les dije a las dos mujeres. Y comencé a correr.
Solté a Kharina y comencé a abrir un camino con el machete. La transpiración empapaba la camisa y un hilo de sudor bajaba por la espalda de los tres, humedeciendo los pantalones cortos.
Salimos a un pequeño claro y nos topamos con la fiera.
Quedamos como petrificados ante esos ojos de reflejos azules, el hocico levantado y la boca cubierta de afilados colmillos.
Las mujeres pegaron un grito al verlo, y la fiera retrocedió en alerta, sin dejar de mirarnos.
-“Es un yaguareté…”- les dije. No es un bicho como de los que huimos…”
Sin embargo un yaguareté es un animal grande. Este debía superar los xxx kilos.
-“Quédense quietos. No demuestren miedo porque es peligroso…”-me oí decir, a pesar de no poder apartar la vista de las fauces abiertas.
El felino levantó la cabeza y olfateó el aire.
-“Está oliendo a los bichos…” –dijo Kharla, apretando mi mano.
El yaguareté emitió un rugido y se interno en la espesura girando la cabeza hacia nosotros.
-“Está olfateando peligro… esperemos que se retire y sigamos huyendo…”-les dije por lo bajo.
Cuando las ramas y yuyos salvajes se cerraron tras la fiera, nos pusimos en movimiento primero lentamente y a medida que nos alejábamos cada vez más rápido.
Veinte metros más adelante la selva se hizo más rala, hasta que ingresamos al amplio parque que rodeaba el puesto.
Comenzamos a correr hasta alcanzar la alambrada. Busqué la llave del candado y con movimientos nerviosos pude abrirlo al primer intento. Cuando estuvimos a resguardo cerré la puerta y coloqué el candado.
A paso apresurado ingresamos a la casa.
Ya dentro restiramos agitados y nos abrazamos. Toda nuestra ropa estaba empapada de transpiración y guardaba restos de hojas, pedazos de los yuyos que atravesamos y los raspones de ramas.
-“¿Ahora qué hacemos?” –preguntó Kharina.
-“Aquí no pueden entrar… estamos a salvo hasta que llegue mañana el personal de la excursión…”
-“Quiero darme una ducha y quitarme todo estos restos que me cubren…” –Kharla se dirigió al baño mientras se arrancaba las prendas. La siguió Kharina, haciendo lo mismo.
Cuando ambas quedaron totalmente desnudas abrieron la ducha y el agua pareció calmar la ansiedad del peligro.
Coloqué la mochila y dejé el machete y cuchillo sobre la mesada. Terminado esto me desabroché los cordones de los borceguíes y comencé a desnudarme.
Arrojé la ropa donde lo habían hecho las chicas.
Me dirigí al baño y quedé asombrado del espectáculo.
Kharla y Kharina se estaban besando como dos amantes mientras se acariciaban sus zonas erógenas, bajo el agua que corría por ambas pieles.
Kharina se arrodilló y comenzó a introducir su lengua por la vagina de su compañera de ducha.
Kharla gemía y movía su vientre demostrando el placer que recibía.
Ingresé bajo el agua y atrapó mi boca con la suya. Fue un beso intenso. Bajé a sus senos y lamí sus pezones aplicando pequeños chupones sobre ellos.
Los gemidos fueron cada vez más intensos.
Kharina le introdujo un dedo entre las nalgas, penetrándola sin piedad.
El orgasmo de Kharla fue gritado con intensidad.
Quedó agitada como si hubiese corrido la maratón de San Patricio.
-“¡Uff… que bueno estuvo…!” –atinó decir.
Kharina se incorporó y comenzó a besarme los pezones, mientras me masturbaba bajo el agua.
Kharla se arrodilló y ahora era ella la que chupaba y lamía la vagina de su amiga.
La escena no podía estar más cargada de erotismo.
Mi calentura había llegado a su clímax y la descarga era inminente.
Ahora Kharina se prendía a mi boca y me succionaba como una boa buscando engullir un corderito.
Kharla la dio vuelta y le aplicó un beso negro que la hizo gritar de placer, mientras le introducía sus dedos en la vagina, acariciando el clítoris con el índice y penetrándole la cola con el mayor.
El orgasmo de Kharina fue tremendo, sin dejar de masturbarme en ningún momento. Hasta que avisé el mío.
Soltó mi boca y bajó presta al miembro, succionándolo sin cesar.
Descargué mis jugos en su boca con un quejido ahogado, porque Kharla estaba sellando mis labios con los suyos.
Así, finalizamos la ducha. Secándonos unos a los otros.
Caímos en la cama como peleles al recibir una descarga eléctrica.
Y cuando el ritmo cardíaco de los tres lograba la normalidad, Kharina se arrojó sobre mi cuerpo buscando más sexo. Abrió las piernas para que Kharla volviese a penetrarla con su lengua y dedos.
Me soltaron y pude presenciar un 69 de antología entre las dos féminas, aderezado con un aparato que gozaron sin detenerse a descansar un instante.
¡Cómo les gusta a ambas practicar el lesbianismo! Puede decirse que cada una encontró su coequipera ideal para estas lides.
El voltaje de la escena activó mis glándulas y, colocándome un preservativo, penetré a Kharla por colectora, pero sin lograr detener su sesión lésbica.
Por último, Kharina dejó de estar bajo de Kharla y se puso a mi espalda, jugueteando con los dedos de una mano, mientras con los otros acariciaba los gemelos, logrando la descarga final.
Separadas son verdaderas sacerdotisas del sexo. Juntas: un verdadero volcán imposible de describir en la apretada síntesis de una experiencia inolvidable.
Al subir al ascensor aún sentía, impregnado en mi piel, el tenue aroma de dos hembras que saben dar y recibir placer.
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Felicitaciones Total.esunratito, mire que buena data...
Que interesante relacion costo/beneficio... Pregunta: Hay que ponerse OFF para el viaje a la selva ?  SAludos cordiales.-! |
Un abrazo
Total.esunratito
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total.esunratito, Congratulations por el Coctel!! 
Atentamente.
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