¿El mensaje rompe las reglas?
Reporta a Lord Carrington
[XP] Mi encuentro con Chloe: Un 11 en actitud
26-May-2019, 14:12
Si hay una escort que parece haber entendido a la perfección la frase de Winston Churchill “Las actitudes son más importantes que las aptitudes” esa es Chloe. Este fue uno de esos encuentros dónde la realidad superó la expectativa. No es algo que me suceda seguido. Pero no quiero adelantarme cronológicamente y narrar los hechos de manera ordenada.
Había leído muchos relatos positivos sobre esta niña y decidí consultarle la disponibilidad por WhatsApp. Me envió un speech pre armado con información muy completa sobre su servicio, aranceles, horarios etc. destacando en negrita los aspectos más importantes y haciendo gala de una ortografía perfecta que, lamentablemente, no suele ser algo habitual en estos días. Además me envió algunas fotos de ella. Le consulté si estaba libre en un determinado horario y ante su afirmación arreglamos para vernos más tarde. Me pasó la calle y la altura aproximada (Ya ni siquiera te pasan la dirección exacta y recién cuando estás abajo el piso) y me pidió que le envíe un mensaje cuando llegue. Esta es una
práctica cada vez más habitual entre las chicas, se ve que hay muchos que sólo llaman para boludear.
A la hora indicada le mandé mensaje, respondió al instante y me dio la ubicación. Departamento sobre la calle Corrientes, entre Pasteur y Azcuénaga. Zona para circular atento. Tanto en las horas diurnas y sobre todo en las nocturnas. Edificio viejo, típico del barrio de Once, sin atisbos de modernidad ni de lujos. Portero eléctrico y Chloe que abre desde arriba. Sin mayores dificultades el acceso a su morada. Bajo del ascensor y toco timbre en el departamento. Me abre la niña escondida detrás de la puerta.
Primera impresión. Una mina agradable. Bajita, calculo 1,55. No esperen encontrar ni una modelo, ni una vedette. Un cuerpo armonioso y proporcionado sin ningún agregado de cirugía ni desarrollos musculares producto del ejercicio o del deporte, aunque firme al tacto y atrayente a la vista. Morocha o castaña con algunos reflejos más claros que no pude percibir con mucha exactitud ya que me recibió con el cabello mojado y que, dicho sea de paso, le daba un aire muy sexy. Me gustó su rostro. Es atractiva, sin ser una belleza, y resalta su boca carnosa coronada con una hermosa sonrisa. Tenía los labios pintados de un rojo furioso, que se desvaneció sin dejar ningún rastro al poco de comenzar la acción. Estaba vestida con lencería muy sexy, botas cortitas y medias de red bucaneras. Linda cola. Proporcional al resto del cuerpo y de un encanto natural. Tetas medianas a pequeñas, rosadas y con pezones reactivos a los estímulos orales. Difícil calcularle la edad. Tendrá unos 25, tal vez. Probablemente hace tres años estuviera igual que ahora y puede que dentro de tres años también se vea de la misma manera. Si uno se la cruzara en la calle es posible que pasara desapercibida, no porque no sea bonita, sino por no ser nada llamativa. De la misma forma, uno raramente sospecharía que trabaja en este rubro.
El departamento es un monoambiente. Amplio, decoración minimalista pero con todo lo necesario. A la izquierda, apenas uno entra, se encuentra el baño. Tal vez lo más incómodo de este lugar es la bañera. Un diminuto habitáculo cuadrado en el que se hace difícil maniobrar. Al salir, un mini pasillo deriva en el único ambiente. Hay un perchero para poder colgar las ropas, un sofá amplio y al final la cama, pegada a la ventana. Frente a esta, un espejo de pie que será testigo y reflejará toda la acción que transcurra en ese pequeño averno. Chloe ya tenía listo un toallón limpio y doblado para ofrecerme. Le abono el arancel, a pesar que ella ni siquiera hizo ademán de pedirlo, y paso a darme una ducha. Una vez fuera ya estábamos listos para la acción. Nunca me hubiera imaginado que esa dulce niña que me recibió era en realidad un felino salvaje que estaba a punto de despedazarme.
Arrancamos suave aunque desde el comienzo fue dando indicios de lo que venía. Sus besos calmos intercalaban mordidas que marcaban claramente quien iba a dominar el encuentro. Me acosté en la cama y Chloe empezó a recorrer mi cuerpo con su lengua. Ya tenía la pija dura pero ella claramente evitaba pasar por esa zona aumentando mi deseo todavía más. Sentía sus mordidas en los muslos mientras iba subiendo. En este punto debe haber visto mi mirada casi de súplica que ya no daba más, sonrió y empezó con una violenta chupada de pija. A partir de este momento un demonio ocupó el cuerpo de esta chica. Se desató. Todas sus acciones fueron en un nivel porno hardcore. Yo prefiero el sexo más suave, como si saboreara una copa de buen vino. Chloe me obligó el resto de la hora a hacer fondo blanco. No iba a haber lugar para sutilezas. A pesar de mis preferencias debo confesar que disfruté mucho la sesión de sexo con esta flaca. Me la chupaba de una forma enérgica. Hacía sopapa con la cabeza de la poronga. Por momentos se la mandaba de una hasta el fondo de la garganta. Me miraba a los ojos y me metía un salivazo en la pija. Oía el ruido que hacía cuando la escupía. Me dijo “Vení para acá”. Se arrodilló en el piso delante del espejo, me hizo parar al lado y siguió con esa mamada extrema mientras se miraba. Le gusta mirarse mientras chupa o mientras coge. Mi pija estaba empapada de saliva y yo cada vez más caliente. Volvió a la cama. Se acostó boca arriba con la cabeza colgando. Me pidió que le coja la boca. Se la mandé hasta el fondo. Se atoraba. Me raspaba con los dientes. Me dolía. A esta altura me importaba un carajo. Estuve un rato en ese paraíso. O en ese infierno. Se acostó en el otro extremo de la cama. Se abrió de piernas y me dijo “Ahora te toca a vos”. Miré esa concha depilada, jugosa, tentadora. No pude resistir. La empecé a lamer, a chupar, a colarle los dedos, a masajear el clítoris. Ya éramos dos salvajes completamente desatados. Hicimos un 69 de costado. Después me acosté boca arriba en la cama y ella encima de mí. Nos seguimos dando placer oral. Le chupé la concha, el culo. Ella seguía con esa mamada furiosa. No la veía pero la sentía. Y la escuchaba. La escuchaba como chupaba y como paraba cada tanto para escupirme la pija. Ya mi poronga había adquirido un grado se insensibilidad que me permitía resistir eso sin acabar. Me pasa cuando el sexo es tan duro. No sé cuánto estuvimos, el tiempo se había detenido.
En un momento paró. Fue a la mesita de luz y agarró un forro. Me lo colocó y se puso en cuatro. La penetré despacio para sentirla. Enseguida empecé a bombear con violencia. Cogimos en cuatro, después me monté arriba de ella, al rato en misionero, después se subió a cabalgarme. Me daba besos en la boca. No, no eran besos. Parecía que un caníbal iba a devorarme. No daba más. Le pedí de acabar en la boca. Me dijo que no. Que primero le tenía que hacer el orto. OK. Se puso gel en la cola y otra vez en cuatro. Despacito. Fiel a su estilo de nuevo se desató. Se acostó boca abajo en la cama, yo encima de ella dándole por el culo. Veíamos nuestro reflejo en el espejo, o más bien el reflejo de dos desaforados despojados de todo vestigio humano. No sé cómo aguantaba tanto sin acabar con lo caliente que estaba. Tal vez porque mi pija había perdido toda sensibilidad. Me dijo que ahora si me iba a cumplir mi pedido. Me sacó el forro y me la chupó de nuevo. Estuvo un rato. Finalmente me paré al costado de la cama. Ella de nuevo se acostó boca arriba con la cabeza colgando y me dijo que la llene de leche. Me pajee y le acabé en la cara, en la boca, en el pecho. Ella abría la boca y sacaba la lengua. Cuando terminé de eyacular se arrodilló en la cama y se metió la cabeza de la pija en la boca, para no dejar ni una sola gota. Cuando ya quedé completamente seco me sonrió, me guiñó el ojo y fue a escupir al baño. Fue un polvo largo. Habremos estado fácilmente unos 45 minutos. Suelo hacer deporte y no me asusta el ejercicio intenso pero después de coger con Chloe me tuve que sentar en la cama para recuperar el aire.
Volvió del baño y me fui a dar una ducha. Mi pija, mis huevos, parte de mis piernas y de mi abdomen estaban empapados de la saliva de Chloe. Antes de irme nos abrazamos un rato y nos dimos unos lindos besos. El felino salvaje que hacía un rato me había despedazado era ahora una gatita tierna que ronroneaba.
Conclusiones:
Salí de su departamento con la sensación de haber pasado un muy buen momento. Me dieron ganas de volver. Es probable que si la hubiera conocido en otras circunstancias no me hubiera llamado la atención. No posee los atributos llamativos que uno tiene como típicos clichés de las damas del rubro. Ni pechos exagerados (ni siquiera grandes), ni una cola pulposa, ni un físico fitness, ni nada de eso. Sin embargo logró su objetivo. Primero, no me la pude sacar de la cabeza por un rato después de irme (Además el perfume que me dejó impregnado no ayudaba mucho a olvidarla) y segundo, al menos de mi parte, tiene una nueva visita asegurada.
Como siempre, les agradezco por tomarse el tiempo de leer el relato.
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