Escort Venezia - Tribunales - hay videos bairesgirls

Me dieron ganas ganas de volver a verla, le escribí, coordinamos para la tarde, llegué a la galería, me da el ok para entrar, no había ningún portero así que subí directo al depto.

Me abre la puerta la linda Venezia con una gran sonrisa, se acordó de mi, me saludó con un beso y pasamos a su dormitorio. Le pedí una toalla, pasé a darme una ducha rápida, regresé, conversamos un poco y comenzamos.

Su manera de besar es, sencillamente, arrebatadora. Es una invasión deliciosa: su lengua exploró la profundidad de mi garganta con tal ímpetu que casi me deja sin aire. Despojé su cuerpo de la última prenda íntima y tomé asiento al borde de su cama. Ella, arrodillada con devoción, se consagró a mi virilidad con un esmero exquisito. Fue una succión húmeda, lenta y constante; y aunque su boca pequeña no lograba abarcar toda mi extensión, su técnica era tan sublime que me dejé llevar por el deleite durante largos minutos.
Luego, invertimos los roles. La guié sobre la cama para ponerla en cuatro y rendir tributo a su intimidad. Me encontré con una joyita rosada y perfecta, y una retaguardia inmaculada, ambos libres de cualquier rastro de olores o gustos que no fuera su propia pureza, invitándome a saborearla sin reservas.

Protegido con látex, le pedí que tomara las riendas. Ella ascendió y descendió sobre mí, acogiéndome en su interior. Un cabalgar rítmico, apoyando sus manos delicadas en mi pecho, mientras sus gemidos, carentes de toda timidez, se convertían en música directa a mi oído. Giró después para ofrecerme la vista de su espalda arqueada, y luego la poseí desde atrás sobre la cama, buscando una profundidad mayor. Le dí en cuatro varios minutos observándo su angosta cintura, la recosté boca abajo y me senté sobre sus caderas para penetrarla, mientras ella, insaciable, buscaba mi boca nuevamente con esa lengua desenfrenada hasta que mi agotamiento se hizo presente.

Descansamos un rato, ella extendió sus brazos, me abrazó con una de sus piernas sobre mi dandome caricias. Podría quedarme así todo el día en contacto con su suave piel.
Conversamos unos minutos, recuperé el aliento para luego continuar en un misionero apasionado atándonos en un beso perpetuo y despues elevando sus piernas sobre mis hombros viendo como toda mi verga entraba y salía de su conchita.

Con el reloj marcando el final, me liberé de la protección para el clímax. Ella, arrodillada, combinó la destreza de sus manos con la calidez de su boca, llevándome al límite hasta que me desbordé por completo en su paladar. Lejos de apartarse, continuó succionando hasta que la sensibilidad extrema me obligó a detenerla. Ella, abrió sus labios para mostrarme la evidencia blanca de mi placer que resguardaba en su boca antes de retirarse. Tras una ducha final, una breve charla y un último beso de despedida, me marché con el recuerdo de su entrega.
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En conclusión, le recomiendo conocerla a cualquier hombre que le gusten las skinny/petite. Lo que la distingue es esa intensidad casi animal al besar, una conexión que te envuelve desde el primer segundo. Es la compañera ideal para quienes valoran una entrega total: ella no solo acepta el placer, lo busca, lo saborea y te lo muestra con orgullo. Si quieres una mujercita que gime en tu oído y recibe tu final con gusto, ella es la elección perfecta.

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