Escort Juli - Constitucion - Reincidencia – No tan maestrita jardinera

Hola colegas, quiero compartirles mi experiencia. He tenido dos encuentros previos con Juli: el primero fue un almuerzo inicial para conocernos, aclarar lo básico y ver si había química entre nosotros. Ese encuentro, que yo solicité, fue abonado como si fuera íntimo. El segundo fue un encuentro íntimo propiamente dicho, del que ya compartí una experiencia en este foro.

A mí, en particular, me gustan las mujeres menudas, con rasgos naturales, sin labios ni pechos exagerados. Juli cumple con todo eso a la perfección; además, es muy bella de rostro y físicamente es un sueño. ¿Por qué la reincidencia, se preguntarán? Simple: la pasé genial con ella, y nada de lo que probé después estuvo a su altura. Sumado a eso, he sufrido algunos plantones, cambios de horarios y ajustes de tarifas incomprensibles. En resumen, volví a lo excelente y conocido.

En mi experiencia anterior, mencioné algo como que, si la vieras con un guardapolvo, jurarías que es una de esas maestras jardineras que te dan ganas de conquistar cuando vas a buscar a tu hijo al jardín. Bueno, entrando en lo nuestro, ¡nada de maestra jardinera! Diría que es una jardinera con brío, porque me pasó la cortadora de césped y la sopladora de pasto de manera descomunal, sin clemencia. Todo empezó cuando, para el encuentro, le pedí que viniera con el mismo vestidito de su foto de perfil en BG. No lo tenía, pero se puso otro en la habitación que, diría, le quedaba mil veces mejor: algo así como el vestido que usó Ana de Armas en la última de James Bond, pero cortito, muy cortito. Ahí confieso que pensé: “¿Cómo mierda se puede disfrutar semejante obra de arte?”.

Ambos nos habíamos higienizado (nota importante: olvídate de verla si no eres pulcro y limpio). Caricias y besos al 100%. Con mi miembro en estado de estalagmita, decidí aumentar la velocidad de mi cerebro para forzar ver como la desvestía en cámara lenta. Ya en la cama, desnudos, me preguntó si quería un PT. Lo repitió, y ahora que lo escribo, suena loco: yo quería cualquier cosa de ella. Si me hubiera ofrecido pelar un mazo de cartas de truco o cocinar un paté, desnuda y bella como estaba, lo habría aceptado sin dudar.

Continuemos. No le respondí, porque era obvio, no necesitaba mi permiso. Hizo lo que quiso con mi estalagmita, mientras yo pensaba en el colapso de la longitud de onda o cualquier cosa para no acabar. Sin mediar palabra, me puso el preservativo y se dedicó literalmente a disfrutar, cabalgándome primero de frente y luego de espalda. Yo seguía pensando en el entrelazamiento cuántico para evitar que se me escaparan los “espermatozaurios” (tengo 63 años, recuerden).

Después de cabalgar a su antojo, me dijo algo mortal: “Ahora trabaja vos”. Se puso en cuatro, apoyó las manos contra el respaldo de la cama, y este físico cuántico empujó como si fuera un guarda de subte en hora pico en Shinjuku, la estación más concurrida del mundo en Tokio. Creo, estimo y admito que ella pudo haberse echado un “polvito”. En cuanto a mí, no aguanté más, pero quería tenerla debajo para observarla mientras la penetraba. No duré mucho; ya había disfrutado demasiado de su perfecta juventud.

Extenuado, charlamos un poco, nos duchamos juntos y compartimos palabras amables. Por lo que percibí, ella no hace esto como actividad principal; estudia en la universidad y parece elegir sus citas con algún criterio que desconozco. Creo que los jóvenes de menos de 30 no son lo suyo.

Otro tema: ella me negó enfáticamente haber ofrecido sexo virtual, como se mencionó en el foro. No lo hace. Si la página de BG lo indica, es porque está configurado por defecto.

No publicaré más experiencias con ella, si bien las repetiré, porque no la sponsoreo, no lo necesita. También quiero aclarar que, por pudor, no saco fotos ni grabo videos.

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