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[XP] Escort Laia - Tribunales - hay videos bairesgirls
Hoy, 12:27
Su compañera me habló de ella, así que decidí conocerla. Coordinamos, llegué a la galería, avisé, me da el ok para entrar y me recibe la linda Laia.
Es una señorita de +/- 160cm piel blanca suave con algunos tatuajes, muy linda de cara, pechos medianitos firmes con pezones rosas y piercings, abdomen plano, cola muy linda firme acorde a su cuerpo, conchita rosadita depilada sin gustos ni olores raros. Las fotos de su publicación no le hacen justicia.
La bienvenida fue un hola y un beso directo, una colisión de bocas nada más cruzar la entrada. Me dió una toalla para darme una ducha rápida, al entrar al dormitorio, ella ya me esperaba en ropa interior blanca, una visión de encaje y piel dispuesta. Le di su regalito.
Es una mujer que besa con hambre, una devoradora de alientos. Nos fundimos de pie, entrelazando lenguas en una danza profunda y húmeda. Mis manos no perdieron tiempo, recorriendo la geografía de su cuerpo, mientras ella tanteaba mi erección a través de la tela del bóxer. Me despojé de la ropa y me senté en el borde de la cama. Ella se arrodilló ante mí, una devota experta. Su boca me envolvió, cálida y húmeda, regalándome una succión exquisita sin apartar sus ojos de los míos, estableciendo un dominio silencioso.
La guié sobre el lecho, pidiéndole que continuara, pero esta vez con su cuerpo frente al mío, piel con piel. Luego invertimos los roles, se quitó la ropa. La acosté para adorar su feminidad, hundiendo mi rostro en su conchita, bebiendo de sus flujos. La giré, poniéndola en cuatro, exponiendo su intimidad trasera para profanarla con mi lengua en un beso negro profundo, saboreando cada pliegue antes de volver a su vagina.
Con el látex puesto, ella subió a cabalgarme. Un cowgirl frontal donde la vista era tan placentera como el tacto. Mientras sus caderas marcaban el ritmo, mis manos amasaban sus nalgas y mis labios se cerraban sobre sus pezones, lindos y rosados. Ella, insaciable, bajó su rostro buscando mi boca, metiendo su lengua hasta mi garganta; besa como si quisiera robarme el alma. Se recostó sobre mi pecho, y la cogí abrazado a ella, sujetando su trasero, sintiendo su peso y su calor mientras ella me lamía el cuello.
La danza continuó. Se dio la vuelta, regalándome la vista de su espalda en un cowgirl invertido, sus nalgas rebotando contra mi pelvis. Me arrodillé detrás de ella, penetrándola en cuatro, animal y rítmico. Pero quería sentirla más sometida, más mía. Le pedí que se acostara boca abajo, aplastada contra el colchón. Abrí sus nalgas y la penetré por la concha, recostándome sobre su espalda. Mi mano fue a su cuello, afirmando el control. En un gesto de lascivia pura, ella tomó mi pulgar y se lo metió en la boca, chupándolo con vicio. Giró la cabeza, buscando mis labios, y nos besamos torpemente, con desesperación, mientras yo la embestía sin piedad contra la cama.
Cambiamos al misionero, mirándonos, besándonos y luego subí sus piernas a mis hombros, clavándome en ella durante un largo rato. Llevábamos más de media hora de fricción ininterrumpida; el lubricante del preservativo cedió. Pausa técnica. Cambio de preservativo, papel para secar el sudor de dos cuerpos hipertérmicos y el aire del ventilador para refrescar la habitación.
Esos minutos de tregua revelaron su encanto; conversamos, franeleamos, reímos, conectamos.
Pero la carne llama. Me acerqué y la besé de nuevo, con esa lengua que promete todo. Bajó a reactivar mi miembro con su boca experta. Ya con la protección puesta, decidí innovar. "El koala", pensé. Me puse de pie en el suelo. Ella sonrió, entendiendo el reto. Se levantó al borde de la cama, se colgó de mí, sus piernas rodeando mi cintura, sus brazos en mi cuello. La cogí de pie, levantándola, sosteniendo su peso mientras ella me besaba y gemía en mi oído. Un alarde de fuerza y placer.
Agotado, pero encendido, volví a la cama. Ella me montó de nuevo, pero con mayor intensidad. Su movimiento de caderas fue letal, una maestría increíble que me llevó al borde en minutos. Te voy a acabar en la boca, le advertí. Sí, fue su única respuesta jadeando con una sonrisa.
Me levanté, me quité el condón y ella, arrodillada, volvió a su tarea sagrada. Chupó con avidez hasta que mi cuerpo se rindió, llenando su boca con mi esperma caliente. No se apartó. Sacó su labios de mi virilidad lentamente, sin necesidad de pedírselo me miró y abrió la boca, sacando la lengua para mostrarme mi propia leche cubriéndola, antes de reírse con complicidad e ir a escupir al tacho.
Mientras nos limpiábamos con papel, la abracé por la espalda, disfrutando los últimos vestigios de intimidad. Ducha rápida, ropa y despedida en la puerta. Me dió otro beso, uno final para sellar nuestro encuentro. ¿Cómo la pasaste? Me preguntó antes de irme. No hubo necesidad de dar una respuesta piadosa. Le di mi opinión sincera, la pasé excelente, le respondí.
Tengo vídeos que compartiré con usuarios participativos con muchas experiencias y/o que compartan material.
En conclusión, una excelente experiencia. Lo mejor fue cómo besa, con mucha lengua y pasión. La actitud que tiene, cariñosa, tierna y simpática. Se presta para todas las poses y tiene un aguante bárbaro, se bancó ritmos fuertes. El trato es muy bueno, cumple con todo lo que promete y más. Es impresionante que a su corta edad me haya dado tan buen servicio, definitivamente volveré a visitarla.
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Última edición por DoctrollHouse; Hoy a las 12:27
Razón: Corrección de ortografía