Escort Elena - Microcentro Dos (entintados) en La Ciudad

Miércoles. Mediodía del miércoles 22 de octubre. Microcentro (CABA).

¿Nunca jugaron en microcentro, viendo las féminas pasar, a ver quiénes son y quiénes son escorts? Bueno, para mí ya a ésta altura ya es casi un hobby. Sobre todo si la escort en cuestión publica con su rostro blureado. La ansiedad y los nervios juegan, porque en definitiva, somos dos seres que se desconocen por completo. Pero bueno, así las cosas. De Elena trataré de enfocarme en detalles, porque esos son los que mismos hicieron la diferencia.

Pleno downtown porteño. Hago tiempo mientras sorbo mi café negro. Cinco minutos antes, me llega un mensaje indicándome el piso y depto. Remil yendo. Edificio típico. Holograma que hace las veces de portero. Ascensor. Piso. Puerta, timbre. No hay taconeos, solo especulación. Puerta se abre, ella detrás enfundada en un vestido de red de colores estridentes y nada más. Beso en el cachete, paso al baño que me estoy remil meando. Repaso la estaca. Salgo, la timidez se palpaba. Poco diálogo; me pide que le abone (no me quejo), le transfiero y ella ya en concha se prepara. Yo claramente en desventaja, me empoloto rápidamente. Empezamos con unos tímidos besos, yo quería una buena previa. Ella al toque me pide hacerme oral, le digo que sigamos un rato más así. Chapamos inocentemente y en eso bajo a devolver placer oral. Su pelvis rasurada (no depilada full, quizá a alguno le interes el dato), colisionó con mi lengua y estrechamos un lindo vínculo. Me re cuelgo ahí pero al toque le pido un forrito. Arrancamos misionero, Ella no tiene drama de nada, es sumisa y se adapta a lo que le propongas. Le doy parejo así, alternando el ritmo, su cara empieza a gesticular, se sonroja, resopla. Encuentro su punto débil y los principios de placer empiezan a suceder. Su estruendo fue de menor a mayor. Acaba. Inflo el pecho, mi orgullo está intacto. La veo agotada y en eso le pregunto si quería parar. Me dice que sí (yo soy de tiro re largo, no tengo drama con eso). Ella se prendió un cigarrilo, yo fumé de lo mío. El intermedio fue ameno, charlas indistintas. Su risita enamora, es muy tierna ella. Volvemos a la faena. Le pregunto como quiere arrancar. Me dice "como quieras, me da igual". ¡Dale loca, ponete a laburar vos también!", le digo en broma, se mata de la risa. Le digo "ahota te toca a vos". Acata. Sube y me bombea armoniosamente. En eso acerca su boca a la mía y empezamos a transar apasionadamente. Me quedo inmóvil, inerte. Sus besos me cautivan. Nos quedamos un buen rato así, sólo besándonos y descubriendo nuestras lenguas cómo si iban amoldando una a la otra. "Podria seguir hasta las 12 de la noche", le digo. Se ríe en complicidad, posta que estaba para chapar hasta el final del turno.

Lo que vino a continuación, fue una sucesión de acrobacías sexuales. Todas las poses, una mejor que la otra. El plato fuerte, su culote. Y a pedido de ella, voy a por él (no anal eh). Me entusiasmo, le meto ranita, mis cuádriceps aguataron 20 segundos. Miro el reloj, me quedan 20 minutos, me da luz verde para que siga. Mi pelvis resuena en sus nalgas, quedan 12 minutos, le digo BASTA, dejame acabar. Me masturbo, la masturbo, nos besamos, hacemos 69, me petea, nos besamos de nuevo (qué quilombo divino). OK, te acabo en el pecho, si? Dale. Vierto un archipiélago de lactonesa sobre su pecho, la limpio con verguenza con servilletas. Me visto raudamente, no quiero ser desconsiderado. Ella no se hace drama. Me acompaña a la puerta. Piquito inocente y promesa de retorno.

Elena se adapta. No se aprovechen, aún es jóven y, por eso mismo, la disfrutamos. Pero por sobre todas las cosas, la cuidamos, Volveré. Porque uno siempre vuelve a donde lo trataron bien.
Besos y abrazos.
Salud!

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