Karito huracán de pasión guaraní bairesgirls

Amigos. Hoy les traigo un servicio que todavía me tiene sonriendo solo como bobo. La mujer es Karito, paraguaya experta en el rubro con un culo que, si lo golpeás, rebota el golpe como puerta Pentágono, más dura que la realidad. Tiene unas piernas duras, como si las hubiese tallado Miguel Ángel. Todo fitness, todo firme, todo de verdad.
La ubicación en una calle donde San Telmo se da la mano con Puerto Madero. Llego, aviso y ella me abre. El edificio tranqui, nada de complicaciones o pedidos de documento. Entro y el departamento está bien calefaccionado, limpio. Karito me recibe con una sonrisa amplia, que me hizo sentir cómodo. Una buena onda que no se le va en ningún momento y eso para mí suma tanto como el físico. Abono los 60.000 de la media hora (que después me voy a dar cuenta que rindieron como una hora de las buenas) y me invita a ponerme cómodo.
Arrancamos con besos a full, lengua, se compenetra conmigo, no está ahí mirando el reloj, está viviendo el momento con uno. Me acaricia, me mete mano y mientras tanto yo ya le estoy palpando ese culo duro, sintiendo las piernas como columnas de titanio.
Bajo por su cuello, pecho, abdomen… y llego a su vagina. Todo impecable, depilado, limpio, caliente. Le empiezo a trabajar con la lengua y ahí la noto perder el control: se moja, gime... Esa reacción real es lo que diferencia a una máquina del garche de una improvisada. Cuando es su turno, me hace un oral sin preservativo que es pura técnica. Me la lustra desde la base hasta la cabeza, con garganta profunda y pausa justa para mirarme a los ojos. Calzo protección y empezamos en misionero, besos intensos, caderas que se mueven con mis movimientos. Pasamos a perrito y ahí, amigos… la postal. Ese culo fitness enfrente, firme, duro, recibiendo cada braguetazo como si lo hubieran diseñado para eso. Me dejo llevar, la agarro fuerte de las caderas y ella me pide más. Le doy duro, bien duro y acabo. Termino rendido, con la sensación de haber pasado media hora en un huracán de pasión. Mientras me empilcho, sonríe y me dice que quiere volver a verme. Y la verdad… voy a volver.

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