Catalina, una bebota jovencita que me sacó 2 polvos épicos. Hay fotos y videos

Hola compañeros de ruta gatera. Hoy vengo a escribir mi experiencia con Catalina, una escort joven, carismática y con un cuerpo para armar un monumento. Atiende en Av. Santa Fe al 2300, pleno Recoleta, en la entrada de planta baja te piden documento y pasás sin vueltas.

La reserva fue por whatsapp, speech bien completo, horario full time. Pido turno de 1 hora, me fui a comer algo liviano por ahí y en minutos llegué. Cuando me abrió la puerta, desde el primer cruce de miradas me dejó manija: vestida con un body negro con encaje que marcaba cada una de sus curvas, pollera con tiras en la cola y arnés; zapatitos brillosos. Tiene un generoso culo redondo, piel cuidada y una cintura que destaca todavía más el culo. Cata esbozaba una sonrisa que anticipaba que se venía algo épico. Te hace un franeleo que te va llevando al infierno con alegría. El beso de bienvenida con lengua incluida, fue la señal para apagar el cerebro.

El departamento bien calefaccionado, limpio, con cama grande, baño con agua bien caliente, jabón liquido y también individual tipo telo, desodorante, enjuague bucal… todo al detalle. Se nota que piensa en el cliente.

Después de higienizarme, me esperó en la cama y arrancó el rock. Besos bien profundos, lengua sin miedo, cuerpo contra cuerpo. Me volvió a franelear con su culo, literalmente me lo frotaba en la verga como si quisiera encenderla a fuego lento. Y les digo algo? Lo logró.

El oral sin forro fue de esos que te hacen agradecer estar vivo. Labios suaves, garganta profunda, ritmo constante, mirada intensa. Jugaba con la lengua, lo sacaba de su boca, lo lustraba, volvía a meter. Una técnica majestuosa.

Primer acto, directamente al paraíso. La puse en cuatro, se arqueó con una postura pornográfica y la agarré bien firme. Se la di con todo, entre medio de gemidos reales y frases calientes que salían de su boca como gasolina. Cambiamos a misionero, patas al hombro y ahí la terminé, hecho pomada.

Después de eso, mientras ella se acomodaba en la cama, yo me fui a fumar al patio que tiene el depto, que es pequeño pero ideal. Una joyita para el que precisa bajar la adrenalina con un pucho.

Vuelvo y la encuentro tirada de costado, con una sonrisa de loba y me muestra algo que no esperaba: un par de esposas cubiertas con peluche. Me mira y me dice "¿te animás?". Cómo no, princesa. Se las puse yo, con cuidado y la recosté boca abajo esposada mientras jugábamos y arrancábamos el segundo.

Esta vez fue más lento al principio, le comí la conchita de nuevo, se empapó enseguida. Esposada se la di en cuatro, escuchando sus gemidos, sintiendo lo excitada que estaba. Pasamos a cabalgata, primero frente a frente y después en reversa. Terminamos de nuevo en perrito, ella esposada y yo sacando fuerzas del alma. Un polvo largo, cargado de calentura real. Terminé otra vez con el forro lleno y el alma afuera.

Ducha rápida, despedida con besos y risas. De pasada, vi un plug anal y varios geles, así que ya tengo ganas de volver a experimentar más del menú.

En resumen: Catalina es puro fuego. Me trató como un principe a quien una esclava lo desea con pasión. Te besa, se entrega y además te deja jugar con fantasías sin hacer cara rara. Valió la pena el arancel de una hora.

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