Yazmín guaraní experta en relajación y descarga láctea - hay fotos y videos

Buenas buenas, compañeros del vicio. Hoy les traigo una experiencia distinta, con un enfoque más en el bienestar... pero sin dejar de lado lo que a todos nos gusta.
Venía del laburo con el cuerpo tenso, la cabeza a mil y me hice una escapada a Retiro. Antes del turno, me fui a caminar por Galerías Pacífico, que siempre viene bien para despejarse un rato, entrás, ves cosas para comprar, te tomás un cafecito mirando la gente pasar y te vas mentalizando para lo que viene.

La cita era con una masajista guaraní que trabaja sobre San Martín al 600, pleno centro pero tranqui porque tocás timbre y te abren muy rápido desde arriba, sin espera molesta. Subís y ya sentís otro ambiente, como salir del caos del centro y meterte en un oasis de calma y calorcito.
Ella me recibe con una sonrisa cálida y mini pollera que apenas tapa el culo. Alta, piel blanca, pelo largo rubio suelto, un cuerpo natural con buenas curvas. Se presenta y me indica que pase al cuarto donde está la camilla. También había un colchón. Me acuesto boca abajo y empieza con los masajes. Colegas, qué nivel. Me dedicó unos 15 minutos de masajes de pies a cabeza, con aceite aromático, movimientos firmes, certeros. Me descontracturó la espalda, las piernas, los hombros... incluso el cuello y el cuero cabelludo. Me sentía en el paraíso. Sin charlas de más, solo buena energía, música relajante y sus manos trabajando como si leyera lo que mi cuerpo necesitaba.

Después me pide que me dé vuelta. Ahí cambia todo el juego. Sin palabras, con una mirada cómplice, se agacha y empieza con un oral suavecito, pausado, lleno de técnica. Con profundidad y un combo perfecto de lengua, garganta y saliva. Yo la miraba, observando el pelo rubio cayendo hacia adelante mientras me lo mamaba con amor.
Me dice en voz baja: ¿Querés cogerme?" y no hizo falta responderle. Preservativo, se sacó la pollerita, mostrando como Dios la trajo al mundo, sin un solo olor. Me paré, se sentó en la camilla y penetré de frente.
Yo le agarraba las caderas, el culo blanco y le daba fuerte.
Cambiamos y quedó apoyando el cuerpo contra la camilla. Me la acomoda y me dice: "Quiero sentirte". Entré sin dudarlo, esa vista, ese cuerpo y sus gemidos bajitos con cada embestida, me llevaron al borde. Terminé adentro del forro, jadeando como un animal.

Pasé a ducharme rápido. Charlamos unos minutos mientras me ponía las pilchas. Me fui muy relajado como después de una buena sesión de spa… pero con final erótico.

Precio: $60.000 media hora (masaje + service). En mi caso, los valió cada peso. Me vino bien para aflojar el cuerpo y también el alma.
Cualquier cosa, tengo un poco de material. Pidan nomás. Saludos.

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