Anto SI: El vértigo de diciembre representado en una escort.

El acelerado mes de diciembre llega siempre acompañado por un vértigo difícil de describir. Todo sucede a una velocidad mayor a la habitual. Eventos laborales, sociales y un malabarismo poco realista de querer comprimir todo eso en un período absurdamente corto de tiempo. Cerrar el año: Un concepto tan abstracto como irrealizable.

Una metáfora sexual del mes de diciembre, bien podría ser Anto. Un vendaval que te pasa por encima apenas uno traspone esa puerta. El mensaje de la dama es claro: "Acá se viene a coger desde el minuto uno".

La génesis comenzó un par de días antes con el contacto por WhatsApp. Anto contesta con cierto delay pero sin vueltas. Claramente tiene agenda ocupada y maneja ella misma su teléfono. Speech claro con toda la información necesaria. Coordinamos un horario conveniente para ambos y cita cerrada en forma expeditiva. Muy simpática en el trato.

Día de calor infernal en la Ciudad. El cemento de microcentro hace crecer en forma exponencial la sensación de agobio. Uno tiene la idea de haberse convertido en Lawrence de Arabia en pleno Buenos Aires. Mi vestimenta de oficina es completamente improcedente para estar en cualquier lugar que no esté aclimatado artificialmente. Llego a lo de Anto con algo de antelación. Me refugio cobardemente en el Shopping que está al lado del edificio y cuyo aire acondicionado me ayuda a combatir la hostilidad climática. A la hora convenida le mando mensaje, me da el OK y me encamino hacia su nido. En el edificio piden DNI. Depende de la onda del tipo de recepción. Lo saludé amablemente, le dije a qué piso iba y me dijo "Subí". Piola.

Ascensor, timbre, tacos y la famosa apertura de puerta con la dama escondida detrás. Una vez dentro, finalmente quedé cara a cara con Anto. Es una mina con un físico laburado y con atributos que no pasan desapercibidos. Tiene todo lo que se supone que debería tener una dama del rubro. Buen lomo, cara de putona y actitud salvaje. Estaba en tanga, corpiño y con las botas negras de la publicación. Solo el efecto visual te deja con la pija parada. No perdió medio segundo. Empezó de una con el franeleo. Ahí nomás, al lado de la puerta de entrada. Típica dama Old School, Piropos y besos de lengua a full. Buen acting. Creíble. Se nota que tiene ruedo. Ya con la camisa abierta, el cinturón desabrochado y la bragueta baja (toda obra de Anto) pedí, casi en tono de súplica, pausa para ducharme. Cuando salí del baño ella estaba al lado de la cama. No esperó a que llegara. Vino ella a continuar dónde habíamos dejado. Esta dama es un huracán.

En esos momentos de adrenalina intensa la mente es desprolija para almacenar las vivencias. Cuando ahora, sentado en el teclado, intento recrear lo sucedido dentro del departamento, mi cerebro tiene imágenes en forma de flashes, distorsionadas por el vértigo. Mi siguiente recuerdo es, ya acostado en la cama, con Anto chupándome la pija de una forma completamente guarra. Arcadas, cantidad obscena de saliva y garganta profunda con sonidos guturales. No sé cuánto tiempo estuvo así. En un momento le pedí que me ponga el forro porque si seguía acababa ahí nomás. Me puso el preservativo y se montó como una amazona. Literalmente me cogió ella a mí. Llevé mis manos a esas grandes tetas y acompañé el vaivén de Anto que se hamacaba sin ninguna sutileza sobre mi pija. Quisiera relatar alguna hazaña sexual, medianamente digna de mi parte, pero lo cierto es que me sacó el polvo mucho más rápido de lo que hubiera querido. Fin del primer round.

Me di una ducha reparadora y volví a la cama. Anto es conversadora. Tiene buena onda, la charla fluye. Te cuenta cosas, es amena. Casi estábamos con el tiempo cumplido. Sin embargo, ella me advirtió que de ahí no me iba sin "echarle otro". Un franeleo intenso me puso de nuevo en posición de listo, la chupada de pija guarra me dejó en un estado óptimo y cuando me puso el forro mi pija ya estaba con una dureza extrema. Esta vez fuimos en cuatro. La penetré por la concha y empecé a subir el ritmo de a poco. Con el dedo jugué con su ano y ella me dijo que se lo mande. Claramente estaba preparado desde antes. Se notaba untado con algún tipo de lubricante. Seguí cogiéndola mientras le metía el dedo en el culo, que se iba dilatando cada vez más. Me pidió que le meta la pija. Entró sin ningún esfuerzo. Me dediqué un rato a disfrutar de su culo mientras Anto decía todo un repertorio de guarangadas. Cuando sentí que iba a acabar me saqué el forro, me senté en la cama, ella se arrodilló y me chupó la pija hasta que la descarga fue irreversible y se la dejé en la boca. No quedaba demasiado. En el primer polvo me había vaciado.

Como pude, me arrastré hasta la ducha, me cambié tranquilo y me despedí con la promesa de un nuevo encuentro.

Como corolario podría agregar que Anto fue una metáfora bastante cercana a la época del año que transitamos. Una forma coherente de "cerrar" mi mes de diciembre. La adrenalina propia de fin de año la trasladé al ámbito sexual con una mina que cumple con todos los clichés propios de la profesión y que es óptima para sentirse en medio de esa fantasía porno que muchas veces queremos experimentar.

Cierro el año, estimados lectores. Creo que relatar mi encuentro con Anto es una buena forma de hacerlo. Deja la vara alta para arrancar el 2026 con una exigencia acorde a la calidad que no debe negociarse.

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