¿El mensaje rompe las reglas?
Reporta a Lord Carrington
[XP] Nicol Sweet - Microcentro
24-Sep-2019, 13:27
En la ciudad de Florencia, cuna del Renacimiento, se encuentra la Galleria dell'Accademia, uno de sus principales museos. Tal vez la obra más reconocida, de las allí expuestas, sea el David de Miguel Ángel. Uno puede admirar y extasiarse con ese monumento. Sin embargo, algo que también me llamo mucho la atención, fueron las obras inconclusas del querido escultor. Bloques de mármol, de dimensiones considerables, que habían comenzado a ser esculpidos pero nunca fueron terminados. Se pueden ver atrapados en el granito, rostros, brazos, torsos, que, tal vez la muerte del pintor, impidió que esas obras fueran "liberadas" de la piedra y encontraran un lugar en el terreno del arte. Esas formas han sido condenadas a estar eternamente encerradas dentro de ese bloque. Cuando le preguntaban como hacía para esculpir esas obras, Miguel Ángel contestaba que era fácil: "Sólo hay que sacar la piedra que sobra." Me gustó pensar en la idea que tal vez no haya un artista creador, sino alguien que se limite a liberar esas formas que ya existen por si mismas dentro del mármol. Quién sabe si con las historias suceda algo parecido. A lo mejor no nos suceden a nosotros. Puede que estén "atrapadas" en algún lugar, como si fuera su propio bloque de mármol, y sólo tengamos que salir en busca de aventuras para toparnos con ellas. Cabe entonces la pregunta ¿Nos pertenecen las historias que escribimos? ¿Aquellos relatos que narramos reflejarán fielmente las aventuras vividas o serán una imagen distorsionada que se instala en nuestra mente y nuestros recuerdos? Con ese criterio, tal vez, si esas historias no las "encontramos" nosotros, le toque vivirlas a alguien más. Este pensamiento, al menos, es una buena excusa para salir en la búsqueda de nuevos destinos y nuevos relatos. Esta vez, sintiéndome un escultor de narraciones urbanas salí, martillo y cincel en mano, a liberar de su bloque de mármol alguna historia digna de ser contada.
Que mejor, para homenajear a esas esculturas de Miguel Ángel, que visitar a una escort de cuerpo escultural. Nicol Sweet. No por azar, sino por perseverancia pude conocerla. Una de mis "figuritas difíciles". Fue sumamente arduo ubicarla. Me cansé de mandarle mensajes por WhatsApp que jamás tuvieron respuesta. Además, como tiene desactivado el doble tilde azul y el último horario de conexión, ni siquiera sé si los leía. Pero bueno, dicen que un ganador es un perdedor que decidió seguir intentando, así que después de mucha constancia llegó la tan ansiada reserva. Trabaja en el archiconocido edificio de B. de Irigoyen al xxx que se caracteriza por la poca simpática característica de solicitar el DNI a sus visitantes. Después de todo lo que me costó conseguir el turno aunque me hubiera citado en Fort Knox hubiera dicho que sí.
Una vez en la puerta del edificio le mando mensaje para que me pase el piso. Hago los trámites de admisión con el amable empleado de recepción. Ascensor y emprendo el camino hacia el segundo círculo del infierno del Dante (lugar dónde estaban ubicados los lujuriosos) aunque, en mi caso, sin contar con la valiosa guía de Virgilio. Toco timbre. Dos enormes tetas me abren la puerta. Detrás, disimulada en un segundo plano, se podría decir que estaba Nicol. Apenas la vi me puse en guardia. Primera impresión. Esta mina es un peligro. Bonita, llamativa, sumamente simpática y, por consecuencia, muy segura de si misma. Un cóctel explosivo para que te enamores o te obsesiones. La lencería roja, y la bata del mismo color, acentuaban aun más esa personalidad arrolladora. A partir de ese momento fue entrar en otra dimensión, como si mis vivencias le hubieran ocurrido a otra persona. Mi último recuerdo consciente fueron las manos de Nicol que me agarraron del saco, me metieron dentro de su morada y una boca furiosa que se fundió con la mía y no me soltaba. A duras penas pude zafar un instante para ir a higienizarme y ni bien salí del baño ese torbellino se volvió a abalanzar sobre mi, me volvió a besar apasionadamente mientras con una mano me agarraba la pija por encima del calzoncillo marcando claramente quien iba a dominar el encuentro. Ese cuerpo, esa actitud y esa personalidad combinadas son una mezcla letal.
Hay muchas experiencias escritas sobre Nicol. No quiero abundar en detalles ya conocidos por la mayoría de los lectores. En el primer round no duré demasiado. Después del franeleo inicial, de un buen oral y una corta penetración en misionero terminé eyaculando dentro del látex. Nos tomamos un descanso, con una linda charla de intermezzo e iniciamos el segundo tiempo, que después de varias posiciones logré cumplir mi fantasía de dejarle el semen en esas atractivas tetas. Quedé rendido pero feliz de haber podido concretar con una de mis grandes pendientes. Fui con expectativas y sinceramente las cumplió. No hay mucho para agregar que ya no se haya escrito.
Finalmente salí del departamente de Nicol. Iba a decir que volvía de nuevo a mi vida pero recordé las palabras del poeta francés Arthur Rimbaud y no pude menos que sonreir.
"La vie est la farce à mener par tous" (La vida es la farsa que todos debemos representar).
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