Gatos literarios

Amigos Gateros: Vengo de disfrutar un nuevo encuentro con mi tan admirada Micaela Gatta. Pero en lugar de relatar mi experiencia (por supuesto muy hermosa como siempre) que sería reiterativa, voy a compartir unos versos algo zarpados que le escribí Quiero contar que llegué con un obsequio: yo le regalé hace tiempo una gatita de madera, que ella ubicó en su dormitorio. Le dije a Mica que la gatita debe estar algo cansada de tener que ver lo que pasa en esa cama, y ella estar sola. Entonce le llevé un gato, para completar la pareja. Con su incomparable sonrisa, ubicó al gato junto a la gata, observando el colchón (le hubiera puesto una cámara oculta) detrás del reloj sanjuanino que días atrás le obsequié a la niña. Luego, todo fue el fragor del encuentro, que me reservo para mí (todavía estoy algo agitado), y le regalé estos versos. Le dije que una mujer como ella debe tener sangre real. Y le escribí esta historia de una imaginaria Princesa del medioevo, que debió ser antepasada de Mica. Se divirtió mucho la niña con estos versos, que me autorizó a hacer púbicos. Aquí están:

EL ROMANCE DE LA PRINCESA MICAELA Y EL CONDE OSCAR:

En el palacio había fiesta
por el cumpleaños de Rey,
como lo manda la ley,
con gran baile y gran orquesta.

Elegante, la nobleza
bailaba un minué insinuante:
caballeros elegantes,
damas de mucha belleza.

Pero ninguna como ésa
que acababa de llegar,
la más bella del lugar:
Micaela, la Princesa.

Las mujeres la envidiaban
por su increíble belleza.
Deseaban a la Princesa
codiciosos, los varones.

Con varios salió a bailar
la hermosísima Princesa
hasta que bailó una pieza
con el noble Conde Oscar.

Sus miradas se encontraban
mientras la danza seguía,
y con tan bella armonía
sus cuerpos se calentaban.

Probaron manjares ricos,
bebieron un buen licor,
y ella dijo ¡qué calor!
agitando su abanico.

Él dijo: "Noble doncella,
en los jardines, seguro
encontraréis aire puro,
crucemos la puerta aquella".

Separados de la gente
muy juntos andando fueron
hasta llegar a un granero
al que entraron prontamente.

El Conde no se animaba
a tomar la iniciativa
pero ella, que era muy viva,
muy fijo ya lo miraba.

"Muy caliente estoy ¿no veis?
porque tomé varias copas.
Saquémonos ya la ropa.
¿O cogerme no queréis?"

El Conde estaba al palito
y pensó "Esta noche mojo"
Dijo ella "Gratis no cojo,
has de hacerme un regalito".

Él le dio un valioso anillo
que aceptó sonriendo Mica
pensando "Así me haré rica,
tendré mi propio castillo".

Ya desnudos se abrazaron
y se llenaron de besos,
calientes hasta los huesos
con pasión se revolcaron.

Felices Princesa y Conde
ella tenía la idea fija:
"Quiero chuparos la pija,
ahora, como corresponde"

Micaela se tragaba
la verga del Conde Oscar
que no quería acabar
porque más cosas deseaba.

"Princesa, tu boca mueve
y haz a tu cuerpo girar,
os quiero hacer disfrutar
haciendo el sesenta y nueve".

"Paremos porque me viene"
dijo el Conde a la Princesa.
Ella dijo con presteza:
"En mi concha quiero el pene"

"Lo haré suave si me dejas,
¿virgen sois? Que no os duela"
"Gilún" -dijo Micaela-
"virgen soy de las orejas".

Después, ya sin disimulo,
se dio vuelta la Princesa,
y el Conde Oscar, con sorpresa,
pudo hacerle a Mica el culo.

La leche quedó en el orto
mientras los dos disfrutaban,
pero ella ya reclamaba:
"Conde, no os quedéis corto"

"Si las bolas te acaricio,
con vuestra pija en mi boca
seguro que como roca
dura estrá a mi servicio".

No falló ella en su empeño,
pronto estaba bien gozando
toda la verga chupando,
estaba como en un sueño.

Luego de tanto garchar,
para que nadie sospeche,
Mica se tragó la leche,
y se fueron a bailar.