Gatos literarios

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La costurerita que dió aquel mal paso (E.Carriego)

Hilo del tema

[b:3dc741ef78]La costurerita que dio aquel mal paso[/b:3dc741ef78]

[b:3dc741ef78]La que hoy pasó muy agitada[/b:3dc741ef78]

¡Qué tarde regresas!... ¿Serán las benditas
locuaces amigas que te han detenido?
¡Vas tan agitada!... ¿Te habrán sorprendido
dejando, hace un rato, la casa de citas?

¡Adiós, morochita!... Ya verás, muchacha,
cuando andes en todas las charlas caseras:
sospecho las risas de tus compañeras
diciendo que pronto mostraste la hilacha...

Y si esto ha ocurrido, que en verdad no es poco,
si diste el mal paso, si no me equivoco,
y encontré el secreto de esa agitación...

¿quién sabrá si llevas en este momento
una duda amarga sobre el pensamiento
y un ensueño muerto sobre el corazón?

[b:3dc741ef78]¿No te veremos más?[/b:3dc741ef78]

...¿Conque estás decidida? ¿No te detiene nada?
¿Ni siquiera el anuncio de este presentimiento?
¡No puedes negar que eres una desamorada:
te vas así, tranquila, sin un remordimiento!

¡Has sido tanto tiempo nuestra hermanita! Mira
si no te desearemos un buen viaje y mejor suerte,
...tu decisión de anoche la creíamos mentira:
¡qué tan acostumbrados estábamos a verte!

Nos quedaremos solos. ¡Y cómo quedaremos!...
Demás fuera decirte cuánto te extrañaremos:
y tú, también, ¿es cierto que nos extrañarás?

¡Pensar que entre nosotros ya no estarás mañana!
Caperucita roja que fuiste nuestra hermana,
Caperucita roja, ¿no te veremos más?

[b:3dc741ef78]La inquietud [/b:3dc741ef78]

Les tiene preocupados y triste la tardanza
de la hermana. Los niños no juegan con el gato,
ni recuerdan ahora lo de la adivinanza
que propusiera alguno, para pasar el rato.

De vez en cuando, el padre mira el reloj. Parecen
más largos los minutos. Una palabra dura...
no acaba. Las muchachas, que cosen, permanecen
calladas, con los ojos fijos en la costura.

Las diez, y aún no vuelve. Ya ninguno desecha,
como al principio, aquella dolorosa sospecha...
El padre, que ha olvidado la lectura empezada,

enciende otro cigarro... Cansados de esperar
los niños se levantan, y sin preguntar nada
dicen las buenas noches y se van a acostar.

[b:3dc741ef78]La costurerita que dio aquel mal paso [/b:3dc741ef78]

La costurerita que dio aquel mal paso...
-y lo peor de todo, sin necesidad-
con el sinvergüenza que no la hizo caso
después... -según dicen en la vecindad-

se fue hace dos días. Ya no era posible
fingir por más tiempo. Daba compasión
verla aguantar esa maldad insufrible
de las compañeras, ¡tan sin corazón!

Aunque a nada llevan las conversaciones,
en el barrio corren mil suposiciones
y hasta en algo grave se llega a creer.

¡Qué cara tenía la costurerita,
qué ojos más extraños, esa tardecita
que dejó la casa para no volver!...

[b:3dc741ef78]Cuando llega el viejo [/b:3dc741ef78]

Todos están callados ahora. El desaliento
que repentinamente siguiera al comentario
de esa duda, persiste como un presentimiento.
El hermano recorre las noticias del diario

que está sobre la mesa. La abuela se ha dormido
y los demás aguardan con el oído alerta
a los ruidos de afuera, y apenas se oye un ruido
las miradas ansiosas se clavan en la puerta.

El silencio se vuelve cada vez más molesto:
una frase que empieza se traduce en un gesto
de impaciencia. ¡La espina de esa preocupación!...

Y cuando llega el viejo, que salió hace un instante,
todas las miradas fijas en su semblante
hay una temerosa, larga interrogación.

[b:3dc741ef78]Caperucita roja que se nos fue[/b:3dc741ef78]

¡Ah, si volvieras!... ¡Cómo te extrañan mis hermanos!
La casa es un desquicio: ya no está la hacendosa
muchacha de otros tiempos. ¡Eras la habilidosa
que todo lo sabías hacer con esas manos...!

El menor de los chicos, pobrecito, te llama
recordándote siempre lo que le prometieras,
para que les des algo... Y a veces -¡si lo oyeras!-
para que como entonces le prepares la cama.

¡Como entonces! ¿Entiendes? ¡Ah, desde que te fuiste,
en la casita nuestra todo el mundo anda triste!,
y temo que los viejos se enfermen, ¡pobres viejos!

Mi madre disimula, pero a escondidas llora
con el supersticioso temor de verte lejos...
Caperucita roja, ¿dónde estás ahora?

[b:3dc741ef78]Aquella vez que vino tu recuerdo [/b:3dc741ef78]

La mesa estaba alegre como nunca.
Bebíamos el té: mamá reía
recordando, entre otros,
no se qué antiguo chisme de familia;
una de nuestras primas comentaba
-recordando con gracia los modales,
de un testigo irritado- el incidente
que presenció en la calle;
los niños se empeñaban, chacoteando,
en continuar el juego interrumpido,
y los demás hablábamos de todas
las cosas de que se habla con cariño.
Estábamos así contentos, cuando
alguno te nombró, y el doloroso
silencio que de pronto ahogó las risas,
con pesadez de plomo,
persistió largo rato. Lo recuerdo
cómo si fuera ahora: nos quedamos
mudos, fríos. Pasaban los minutos,
pasaban y seguíamos callados.

Nadie decía nada pero todos
pensábamos lo mismo. Como siempre
que la conmueve una emoción penosa,
mamá disimulaba ingenuamente
queriendo aparecer tranquila. ¡Pobre!

¡Bien que la conocemos!... Las muchachas
fingían ocuparse del vestido
que una de ellas llevaba;
los niños, asombrados de un silencio
tan extraño, salían de la pieza.
Y los demás seguíamos callados
sin mirarnos siquiera.

[b:3dc741ef78]Por ella [/b:3dc741ef78]

...¡Déjala, prima! Deja que suspire
la tía: ella también tiene su pena,
y ríe alguna vez, siquiera, ¡Mira
que no te ríes hace tiempo!
Suena
de improviso tu risa alegre y sana
en la paz de la casa silenciosa
y es como si se abriese una ventana
para que entrase el sol.
¡Tu contagiosa
alegría de antes! La de entonces, esa
de cuando eras comunicativa
como una hermana buena que regresa
después de un large viaje.
¡La expansiva
alegría de antes! Se la siente
sólo de tiempo en tiempo, en el sereno
olvidar de las cosas...
¡Ah, la ausente!
Con ella se nos fue todo lo bueno.
Tú lo dijiste, prima, lo dijiste...
Por ella son estos silencios malos,
por ella todo el mundo anda así, triste,
con una pena igual, sin intervalos
bulliciosos. El patio sin rumores,
nosotros sin saber lo que nos pasa
y sus cartas muy breves y sin flores...
¿Qué se habrá hecho de la risa, en casa?

[b:3dc741ef78]¿Qué será de ti? [/b:3dc741ef78]

¿Qué será de ti? ¡Hace tanto
que te fuiste! Ya ni sé
cuánto tiempo.
¿De nosotros
te acuerdas alguna vez?
¿Verdad que sí? Tu cariño
de lejos nos seguirá...
Lejos de nosotros, ¡pobre,
qué sola te sentirás!
Si se habla de tí, en seguida
pensamos: ¿será feliz?
Y a veces te recordamos
con un vago asombro: así
como si estuvieras muerta.
¿Después de aquel largo adiós,
ahora que no eres nuestra,
quién escuchará tu voz?
Madrecita, hermana, dulce
hermana que se nos fue,
hermanita buena, ¿cuándo
to volveremos a ver?

[b:3dc741ef78]Por la ausente [/b:3dc741ef78]

Fuma de nuevo el viejo su trabajosa
pipa y la madre escucha con indulgencia
el sabido proceso de la dolencia
que aflige a una pariente poco animosa.

El muchacho concluye la fastidiosa
composición, que sobre la negligencia
en la escuela le dieron de penitencia,
por haber olvidado no sé qué cosa...

Y en el hondo silencio que de repente
como una obsesión mala llena el ambiente,
muy quedo la hermanita va a comenzar

la oración, noche a noche tartamudeada,
por aquella perdida, desamorada,
que hace ya cinco meses dejó el hogar.

[b:3dc741ef78]La vuelta de Caperucita [/b:3dc741ef78]

Entra sin miedo, hermana: no te diremos nada.
¡Qué cambiado está todo, qué cambiado! ¿No es cierto?
¡Si supieras la vida que llevamos pasada!
Mamá ha caído enferma y el pobre viejo ha muerto...

Los menores te extrañan todavía, y los otros
verán en ti la herrmana perdida que regresa:
puedes quedarte, siempre tendrás entre nosotros,
con el cariño de antes, un lugar en la mesa.

Quédate con nosotros. Sufres y vienes pobre.
Ni un reproche te haremos: ni una palabra sobre
el oculto motivo de tu distanciamiento;

ya demasiado sabes cuánto te hemos querido:
aquel día, ¿recuerdas? tuve un presentimiento...
¡Si no te hubieras ido!...


[i:3dc741ef78]De Evaristo Carriego.[/i:3dc741ef78]

18/11/2005 12:27

Que triston che!. Muy bueno... y a cada uno nos trae algun que otro recuerdo a la memoria seguro.
Por lo menos a mi el de una chica que una vez se fue tambien, pero nunca regresó :(

Lo felicito por su aporte literario señor Baude, la verdad que me gustó.

18/11/2005 19:41

Don Baude:

No puedo dejar de memorar cuando leo los versos de Carriego la letra del tango "El último organito", y sabe que? No sabe cuanto le agradezco poder leerlos - algunos de ellos - casi olvidados...Un fuerte abrazo. Hoffmann :-({|=

31/12/2005 21:26
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