Gatos literarios

Si la vida es un suspiro, si dura lo que una ficha en el verde paisaje de lo incierto, si el giro del azar va decidir que disfraz toca llevar en el proximo turno, y el Dios croupier dictamina quien es justo y quien pecador, entonces ser precavido es inmoral. No apostar es negar el ser, y acumular, una aberracion timorata digna de un Judas avaro. El dinero es la sangre de los descreidos, de los pobres de espiritu y alma
Quien sabe de chances y numeros no cree en la loteria cosmica de la vida y la muerte, no teme al vacio, ni ama la abundancia, humilde, sabe que con nada entra al santo garito y con nada se ira de alli.
Apostar es vivir, vivir es arte, arte es ver la verdad de un mundo que a los sofistas se les antoja falso.
Una carta, una probabilidad, es la aritmetica del universo, es el Creador eligiendo el libre albedrio por sobre la determinacion, y el amor y el perdon sobre el castigo y la perdicion.
A quien lo seguro nada le dice y ve en el progreso una supersticion del modernismo salvaje, no se lo puede asustar con reyes terrenales y amenazas existenciales.
El buen jugador, sabe vivir, y es devoto de su existir.
Nunca un tahur elevara queja alguna contra su suerte, porque es faltar a su naturaleza y a Dios. Apostar es un sacerdocio que se ejerce limpio de virtud puritana, despojado de la arrogancia que da la moral.
El hacedor tiene por ellos un aprecio especial, pues de quienes nada tienen sera el reino de los cielos. De prodigos, generosos y santos humanos se llenaran las huestes celestiales. Eso enseña el paraiso de las mesas verdes y los angeles enfundados en chaqueta y moño.

Janus