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No había razón, con más razón, que permitiera habilitar la elección seleccionada.
No había más selección, que hacer valer la razón elegida entre mil estrellas fulgurantes.
Mi pantalla estallaba de bellezas desprendidas del firmamento. Miraba el noticiero y no lo podía creer.
Un manojo de astros brillantes, sobre un fondo negro azulado, se desprendían de lo alto.
Por eso apreté F1 y aguardé el resultado.
Pero la lluvia de estrellas no se detenía.
Continuaba con la misma intensidad que un granizo de esplendores, sin intención de menguar.
Me aparté de la PC y asomé a la ventana.
Todo era real.
Hasta mi presencia frente a esa realidad imposible de describir.
Tan real como una pesadilla no soñada.
La calle, los techos de los edificios, el parque, el viejo río color de león. Todos padecieron ese frenesí que caía del cielo.
Un cañoneo de trazadoras invertidas.
Una metralla de luces que destrozaba automóviles, buses, árboles y los pocos seres vivientes que, a esa hora, arrastraban sus artesanales carros cargados de desechos, para canjearlos por un puñado de monedas que les permitiera sobrevivir.
Fui al baño y me mojé la cara. Si era un sueño, debía despertar.
Escuché la Mega 98.3, de puro rock nacional, que había encendido poco antes del alucinante espectáculo. ¿Estaría realmente despierto?
Volví.
Casi temblando.
Estaban ahí.
Seguían cayendo por todo el amplio horizonte urbano que se puede apreciar desde un octavo piso.
Fue en ese instante que comencé a escuchar las corridas y los gritos en el palier del edificio.
Abrí la puerta y observé a hombres y mujeres desesperadas que corrían escaleras abajo.
-¡No salgan… -les grité – la lluvia brillante los va a matar!!
Pero no hay razonamiento ni lógica ante el miedo que un misterio produce en el imaginario de esos seres que se habían contagiado de terror.
Volví a gritarles que no salieran a la calle, pero era inútil.
Las luces parpadearon y eso aumentó la desesperación de todos.
Cuando todos fueron tragados por el gigantesco resorte hueco, que forma el túnel de la escalera, me percaté de su presencia.
Estaba paralizada de miedo y su mandíbula parecía bailar al son de un temblor 8 de la escala de Richter.
Corrí hacia ella y la tomé del brazo. Sin hacer mucha fuerza se dejó arrastrar hasta la puerta de mi estudio.
Temblaba como una bandera flameando ante a un huracán.
La senté en el sofá y la abracé hasta que el calor de mi cuerpo fue calmando los estertores de su piel y su respiración se normalizó.
-Espérame, traigo un poco de agua… -le dije y tomé el vaso que colgaba al costado del equipo. Lo llené del líquido transparente y se lo acerqué a los labios.
En tres segundos estaba vacío.
-¿Quieres un poco más? –pregunté
-No… gracias. Así está bien –respondió alzando su vista hacia mi.
Sus ojos eran hermosos y el rostro de una bella adolescente.
-Me asusté… todos corrían. Gritaban. Las otras chicas, también. Me asusté y seguí al resto…-balbuceó y creí que sobrevendría otra crisis.
La volví a abrazar y así estuvimos varios minutos, aspirando ese perfume tenue que emanaba su piel bronceada.
Abrazados nos acercamos a la ventana.
La lluvia de luces había finalizado abruptamente.
El cielo estaba negro y sólo la Luna brillaba sobre la ciudad.
-¿Cómo te llamas? – la interrogué.
-Melina… pero me dicen Milli – esbozó una sonrisa- ¿Y vos?
-Mis amigos me dicen Total…
-¿Total? No es un apodo común… -volvió la sonrisa a sus labios.
-Uno se acostumbra… -dije, devolviéndole la sonrisa.
-¿Qué pasó?
-No lo sé. Fue una lluvia de estrellas. Tal vez un meteorito se desintegró al entrar en la atmósfera y produjo esto. Parece que produjo grandes destrozos porque muchos vehículos están aplastados y quemados y hay edificios impactados.
-¿Cómo voy a hacer para regresar a casa?
-No creo que puedas. Es necesario esperar hasta que sea de día. No te aconsejo caminar por la oscuridad y con el caos que es una ciudad sin luces. Puedes quedarte conmigo hasta mañana y dormir en este sofá.
Se arrojo a mis brazos.
-Gracias…
No se si fue ese perfume que la envolvía.
O su piel.
O la presencia de esa joven bella y grácil entre mis brazos, que despertaba ternura.
Lo cierto es que todo comenzó con caricias por su cabello castaño oscuro. Caricias que siguieron por el cuello y hombros de Milli. Hasta que levantó el rostro hacia el mío y besé sus labios.
Fue un instante sublime.
Como si abriese la puerta de su conciencia con la llave de Mandala.
Sus manos me acariciaban y se hacían más y más intensas.
Hasta que en la oscuridad buscamos nuestra piel. Y botones y ganchos fueron cayendo junto a las prendas, amontonándose a los pies de ambos.
Totalmente desnudos caímos sentados sobre el sofá en una enmarañada mezcla de brazos, piernas, manos que rodeaban el cuerpo del otro. Labios unidos, sellados. Dos bocas que eran una sola. Dos lenguas que hacían malabares, una con la otra.
Hasta que, suavemente, bajó a mi entrepierna.
Atrapó delicadamente el miembro y pasó su lengua por sobre el glande.
Comenzó un bucal lleno de saliva y eróticas lamidas. Una verdadera masturbación labial donde sus manos acariciaban todo el arco erótico y sus ojos estudiaban cada una de mis reacciones.
La mirada de Milli se hizo felina. Lasciva. Penetrante.
Gozaba con lo que hacía y con hacer gozar al otro. Saboreaba el sexo opuesto con demostrado placer.
La acosté sobre el sofá. Tomándola de los tobillos abrí sus piernas y penetré con mi lengua esa vulva generosa y cálida, libando sus jugos y ejerciendo presión sobre el clítoris.
Vibraba como un diapasón golpeado por cada movimiento, por cada lamida, por cada refregar de mis labios.
Sentí mi sangre en ebullición. Comencé a moverme penetrándola por la boca mientras una de sus manos me acariciaba los muslos y la otra rodeaba el miembro.
El grito de ambos anunció el éxtasis. Ahogado por tener los labios cargados con el sexo del otro.
Fue sublime y fue pagano, al mismo tiempo.
No había razón, con más razón, que permitiera habilitar la elección seleccionada, con esa chica que temblaba en el palier.
No había más selección, que hacer valer la razón elegida entre mil estrellas fulgurantes, que nos habían rodeado una hora antes.
¿Cómo se unen dos seres para gozar uno del otro¿
¿Cómo se llega al éxtasis con una desconocida, asfaltando el espíritu con un arco iris de placeres prístinos de gran magnificencia?
Después de higienizarnos dormimos abrazados, esperando el amanecer.
Esa noche, no soñé con la terrorífica lluvia luminosa que había caído sobre Buenos Aires.
Esa noche soñé con una piel delicada y joven. Su perfume de hembra deseosa y labios de pétalos alados, que me transportaron a una mágica y real felicidad.-
Total.esunratito
Zona: Alto Palermo (Bustamante y Juncal)
Gif: $ xxx.-
Fotos sin fotochoto, es demasiado joven.
Reincidencia: Casi aseguro que seguro.
Foto de Milli o Melina
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Gracias FaFaFa...
Con una nena como esa uno hace lo que se puede...
Un abrazo
Usted es un poeta, pero me informaría además si es PV?
Felicitaciones.
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Escorts - BairesGirls
Lluvia de estrellas
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Relato de ficción con sexo real explícito
No había razón, con más razón, que permitiera habilitar la elección seleccionada.
No había más selección, que hacer valer la razón elegida entre mil estrellas fulgurantes.
Mi pantalla estallaba de bellezas desprendidas del firmamento. Miraba el noticiero y no lo podía creer.
Un manojo de astros brillantes, sobre un fondo negro azulado, se desprendían de lo alto.
Por eso apreté F1 y aguardé el resultado.
Pero la lluvia de estrellas no se detenía.
Continuaba con la misma intensidad que un granizo de esplendores, sin intención de menguar.
Me aparté de la PC y asomé a la ventana.
Todo era real.
Hasta mi presencia frente a esa realidad imposible de describir.
Tan real como una pesadilla no soñada.
La calle, los techos de los edificios, el parque, el viejo río color de león. Todos padecieron ese frenesí que caía del cielo.
Un cañoneo de trazadoras invertidas.
Una metralla de luces que destrozaba automóviles, buses, árboles y los pocos seres vivientes que, a esa hora, arrastraban sus artesanales carros cargados de desechos, para canjearlos por un puñado de monedas que les permitiera sobrevivir.
Fui al baño y me mojé la cara. Si era un sueño, debía despertar.
Escuché la Mega 98.3, de puro rock nacional, que había encendido poco antes del alucinante espectáculo. ¿Estaría realmente despierto?
Volví.
Casi temblando.
Estaban ahí.
Seguían cayendo por todo el amplio horizonte urbano que se puede apreciar desde un octavo piso.
Fue en ese instante que comencé a escuchar las corridas y los gritos en el palier del edificio.
Abrí la puerta y observé a hombres y mujeres desesperadas que corrían escaleras abajo.
-¡No salgan… -les grité – la lluvia brillante los va a matar!!
Pero no hay razonamiento ni lógica ante el miedo que un misterio produce en el imaginario de esos seres que se habían contagiado de terror.
Volví a gritarles que no salieran a la calle, pero era inútil.
Las luces parpadearon y eso aumentó la desesperación de todos.
Cuando todos fueron tragados por el gigantesco resorte hueco, que forma el túnel de la escalera, me percaté de su presencia.
Estaba paralizada de miedo y su mandíbula parecía bailar al son de un temblor 8 de la escala de Richter.
Corrí hacia ella y la tomé del brazo. Sin hacer mucha fuerza se dejó arrastrar hasta la puerta de mi estudio.
Temblaba como una bandera flameando ante a un huracán.
La senté en el sofá y la abracé hasta que el calor de mi cuerpo fue calmando los estertores de su piel y su respiración se normalizó.
-Espérame, traigo un poco de agua… -le dije y tomé el vaso que colgaba al costado del equipo. Lo llené del líquido transparente y se lo acerqué a los labios.
En tres segundos estaba vacío.
-¿Quieres un poco más? –pregunté
-No… gracias. Así está bien –respondió alzando su vista hacia mi.
Sus ojos eran hermosos y el rostro de una bella adolescente.
-Me asusté… todos corrían. Gritaban. Las otras chicas, también. Me asusté y seguí al resto…-balbuceó y creí que sobrevendría otra crisis.
La volví a abrazar y así estuvimos varios minutos, aspirando ese perfume tenue que emanaba su piel bronceada.
Abrazados nos acercamos a la ventana.
La lluvia de luces había finalizado abruptamente.
El cielo estaba negro y sólo la Luna brillaba sobre la ciudad.
-¿Cómo te llamas? – la interrogué.
-Melina… pero me dicen Milli – esbozó una sonrisa- ¿Y vos?
-Mis amigos me dicen Total…
-¿Total? No es un apodo común… -volvió la sonrisa a sus labios.
-Uno se acostumbra… -dije, devolviéndole la sonrisa.
-¿Qué pasó?
-No lo sé. Fue una lluvia de estrellas. Tal vez un meteorito se desintegró al entrar en la atmósfera y produjo esto. Parece que produjo grandes destrozos porque muchos vehículos están aplastados y quemados y hay edificios impactados.
-¿Cómo voy a hacer para regresar a casa?
-No creo que puedas. Es necesario esperar hasta que sea de día. No te aconsejo caminar por la oscuridad y con el caos que es una ciudad sin luces. Puedes quedarte conmigo hasta mañana y dormir en este sofá.
Se arrojo a mis brazos.
-Gracias…
No se si fue ese perfume que la envolvía.
O su piel.
O la presencia de esa joven bella y grácil entre mis brazos, que despertaba ternura.
Lo cierto es que todo comenzó con caricias por su cabello castaño oscuro. Caricias que siguieron por el cuello y hombros de Milli. Hasta que levantó el rostro hacia el mío y besé sus labios.
Fue un instante sublime.
Como si abriese la puerta de su conciencia con la llave de Mandala.
Sus manos me acariciaban y se hacían más y más intensas.
Hasta que en la oscuridad buscamos nuestra piel. Y botones y ganchos fueron cayendo junto a las prendas, amontonándose a los pies de ambos.
Totalmente desnudos caímos sentados sobre el sofá en una enmarañada mezcla de brazos, piernas, manos que rodeaban el cuerpo del otro. Labios unidos, sellados. Dos bocas que eran una sola. Dos lenguas que hacían malabares, una con la otra.
Hasta que, suavemente, bajó a mi entrepierna.
Atrapó delicadamente el miembro y pasó su lengua por sobre el glande.
Comenzó un bucal lleno de saliva y eróticas lamidas. Una verdadera masturbación labial donde sus manos acariciaban todo el arco erótico y sus ojos estudiaban cada una de mis reacciones.
La mirada de Milli se hizo felina. Lasciva. Penetrante.
Gozaba con lo que hacía y con hacer gozar al otro. Saboreaba el sexo opuesto con demostrado placer.
La acosté sobre el sofá. Tomándola de los tobillos abrí sus piernas y penetré con mi lengua esa vulva generosa y cálida, libando sus jugos y ejerciendo presión sobre el clítoris.
Vibraba como un diapasón golpeado por cada movimiento, por cada lamida, por cada refregar de mis labios.
Sentí mi sangre en ebullición. Comencé a moverme penetrándola por la boca mientras una de sus manos me acariciaba los muslos y la otra rodeaba el miembro.
El grito de ambos anunció el éxtasis. Ahogado por tener los labios cargados con el sexo del otro.
Fue sublime y fue pagano, al mismo tiempo.
No había razón, con más razón, que permitiera habilitar la elección seleccionada, con esa chica que temblaba en el palier.
No había más selección, que hacer valer la razón elegida entre mil estrellas fulgurantes, que nos habían rodeado una hora antes.
¿Cómo se unen dos seres para gozar uno del otro¿
¿Cómo se llega al éxtasis con una desconocida, asfaltando el espíritu con un arco iris de placeres prístinos de gran magnificencia?
Después de higienizarnos dormimos abrazados, esperando el amanecer.
Esa noche, no soñé con la terrorífica lluvia luminosa que había caído sobre Buenos Aires.
Esa noche soñé con una piel delicada y joven. Su perfume de hembra deseosa y labios de pétalos alados, que me transportaron a una mágica y real felicidad.-
Total.esunratito
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Reincidencia: Casi aseguro que seguro.
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Iniciado por FaFaFa
muy buena xp y excelente el relato amigo
va mi + abrazo |
Con una nena como esa uno hace lo que se puede...
Un abrazo
+1 año sin XPs
Cita:
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Iniciado por Morochoxxxx
Aporto el link de la niña:
[Solo miembros ven links] Felicitaciones por la xp, se ve q la paso de 10... Entrega el back?? Buen relato.... Mis saludos cordiales.- |
Felicitaciones.
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